miércoles, 5 de febrero de 2014

"La poesía de Trakl es el más conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto" -Rilke

HUMANIDAD

La humanidad antes de colocar artefactos explosivos,
Un redoble de tambor, frente guerreros oscuros,
Comenzó por la bruma de sangre, los anillos de hierro negro,
La desesperación, la noche triste en el cerebro:
Aquí la víspera de la sombra, y el dinero de roja caza.
Las nubes, los saltos de luz a través del sacramento.
Vive en el pan y el vino un silencio suave
Y los que están reunidos en número de doce
Por la noche duermen en el santuario bajo las ramas del olivo;
Santo Tomás mete la mano en Wundenmal.

                                                  Traducción de Rodolfo Modern


Revelación y caída

Extraños son los nocturnos senderos del hombre. Cuando
deambulaba de noche junto a pétreos aposentos y ardía en cada uno de
ellos una quieta lucecilla, un candelabro de cobre, y cuando caí helado en
el lecho, se encontraba de nuevo a mi cabecera la negra sombra de la
forastera y en silencio hundí el rostro en las lentas manos. También en la
ventana había florecido azul el jacinto y sobre los labios purpúreos del que
respiraba se posó la vieja oración, cayeron de los párpados lágrimas
cristalinas, vertidas por el amargo mundo. En esta hora a la muerte de mi
padre, era yo el hijo blanco. Con chubascos azules vino de la colina el
viento nocturno, la oscura queja de la madre, muriendo de nuevo y vi el
negro infierno en mi corazón; minutos de brillante calma. En silencio
surgió de un muro calizo un rostro inefable- un adolescente moribundo- la
belleza de una estirpe que regresa al hogar. Blanca como la luna, el frescor
de la piedra envolvió la vigilante sien, fueron extinguiéndose los pasos de
las sobras sobre los peldaños ruinosos, una sonrosada ronda en el
jardincillo.
Me hallaba silencioso en una taberna abandonada bajo las
ahumadas vigas y solitario junto al vino, un cadáver resplandeciente
inclinado sobre algo oscuro, y yacía un cordero muerto a mis pies. Desde
un corrompido azul surgió la pálida efigie de la hermana y habló así su
boca sangrante: hiere, negra espina. Ay aún suenan en mí los brazos
argénteos de salvajes tempestades. Fluya la sangre de los pies lunares, que
florecen sobre sendas nocturnas, mientras la rata chillando se desliza
rápidamente sobre ellas. Centellead, estrellas, bajo mis cejas arqueadas;
           mientras voltea leve el corazón en la noche. Irrumpió una roja sombra con
        llameante espada en la casa, huyó con nívea frente. Oh muerte amarga.
Y habló una voz tenebrosa desde mí mismo: a mi caballo negro
rompí la nuca en el bosque nocturno, cuando la locura brotó de sus ojos
purpúreos; las sombras de los olmos cayeron sobre mí, la risa azul del
manantial y la negra frescura de la noche, mientras yo, un cazador
desenfrenado, perseguía una presa de nieve; en pétreo infierno se abismó
mi rostro.
Y brillando cayó una gota de sangre en el vino del solitario; y
cuando bebí de él, tenía un gusto más amargo que la amapola; y una nube
negruzca envolvía mi cabeza, las lagrimas cristalinas de ángeles
condenados; y silenciosamente manaba de la herida plateada de la
hermana la sangre y cayó una ardiente lluvia sobre mí.
Caminaré al borde del bosque, un silencioso, a quien el velludo sol
de le cayó desde manos enmudecidas; un extraño en la colina de la tarde
llorando que alza los párpados sobre la ciudad de piedra; un venado,
inmóvil en la paz del viejo sauco; oh, sin descanso escucha la cabeza que
las sombras invaden, o bien siguen los pasos vacilantes de la nube azul en
la colina, también graves estrellas. A un lado la silenciosa compañía de los
verdes sembrados, tímido los escolta el ciervo sobre los senderos
musgosos del bosque. Han enmudecido las chozas de los aldeanos y
atemoriza en la negra clama del viento la queja azul del torrente.
Pero cuando bajaba el rocoso sendero, me acometió la locura y
grité fuerte en la noche; y cuando dedos argénteos me incliné sobre las
calladas aguas, ví que mi rostro me había abandonado. Y la blanca voz me
dijo ¡mátate! Gimiendo se irguió dentro de mí la sombra de un niño y me
miró radiante desde sus ojos cristalinos, de modo que me desplomé
llorando debajo de los árboles, de la majestuosa bóveda estrellada.
Peregrinaje sin sosiego a través de las rocas salvajes lejos del
caserío del atardecer, de los rebaños que regresan; a lo lejos apacenta el
sol poniente sobre un prado cristalino y conmueve su canto salvaje, el
grito solitario del ave, agonizando en una calma azul. Pero
silenciosamente llegas en la noche, mientras yo yacía vigilante en la
colina, o bien bramando delirante en la tormenta de primavera; y cada vez
mas negro envuelve el desconsuelo la cabeza solitaria, atroces relámpagos
asustan al alma nocturna, tus manos destrozan mi pecho jadeante.
Cuando marché por el jardín crepuscular, y la negra efigie del mal
se hubo apartado de mí, me abrazó la calma de los jacintos en la noche: y
navegue en arqueada barca sobre el estanque tranquilo, y dulce paz rozó
mi frente de piedra. Mudo yacía bajo la vieja pradera y estaba alto el cielo
azul sobre mi cuajado de estrellas: y como me aniquilé en su
contemplación, murieron la angustia y el dolor más hondo dentro de mí; y
se alzó radiante la sombra azul del muchacho en la oscuridad, un suave
canto; se elevó sobre alas de luna, por encima de las copas florecidas, de
arrecifes cristalinos, el rostro de la hermana.
Con suelas plateadas bajé los espinosos peldaños y penetré en el
aposento encalado. Silenciosamente ardía allí una palmatoria y mudo
oculté entre lienzos purpúreos la cabeza; y arrojó la tierra un infantil
cadáver, una imagen lunar, que lentamente salió de mi sombra, con brazos

quebrantados cayó a causa de pétrea caída, como coposa nieve.

3 de febrero de 1887- Austria
Uno de los iniciadores del Expresionismo

EN UN Álbum ANTIGUO

           " Retornas sin cesar, melancolía, 
  oh regalo del alma solitaria. 
  Arde hasta el final un día de oro. 
  El ser paciente se inclina humilde ante el dolor 
  resonante de armonía y tierno delirio. 
  ¡Mira! Ya va oscureciendo. 
  Otra vez vuelve la noche y se lamenta un mortal 
  y hay otro que sufre con él. 
  Tiritando bajo las estrellas del otoño, 
  año tras año se inclina más profundamente la cabeza. "



CANTO DEL SOLITARIO

                     Armonía es el vuelo de los pájaros. Los verdes bosques
              se reúnen al atardecer en las cabañas silenciosas;
              los prados cristalinos del corzo.
              La oscuridad calma el murmullo del arroyo,
              sentimos las sombras húmedas
              y las flores del verano que susurran al viento.
              Anochece la frente del hombre pensativo.
             
              Y una lámpara de bondad se enciende en su corazón,
              en la paz de su cena; pues consagrados el vino y el pan
              por la mano de Dios, el hermano quiere descansar
              de espinosos senderos
              y callado te mira con sus ojos nocturnos.
              Ah, morar en el intenso azul de la noche.
             
              El amoroso silencio de la alcoba
              envuelve la sombra de los ancianos,
              los martirios púrpuras, el llanto de una gran
              que en el nieto solitario muere con piedad.
             
              Pues siempre despierta más radiante
              de sus negros minutos la locura,
              el hombre abatido en los umbrales de piedra
              poderosamente es cubierto por el fresco azul
              y por el luminoso declinar del otoño,
             
              la casa silenciosa, las leyendas del bosque,
              medida y ley y senda lunar de los que mueren.             
                                             
DE: GeorgeTrakl, Antología Google-site


GEORG TRAKL, EL PROFETA DE OCCIDENTE

I

"Hay dos clases de artistas. Unos traen respuestas y otros preguntas. Hay obras que esperan largo tiempo antes de que se las pueda comprender, pues traen respuestas a preguntas que aún no han sido formuladas". Estas palabras que André Gide escuchara a Oscar Wilde, cuando éste se había convertido ya en el melancólico proscrito Sebastián Melmoth, pueden aplicarse al caso de Georg Trakl, considerado hoy día, junto a Rilke y Stephan George, como el máximo poeta lírico del siglo en lengua alemana. Las respuestas de los poemas de Trakl, sus premoniciones de desolación no podían ser comprendidas por sus coetáneos, confiados todavía en las apariencias del esplendor finisecular. (Tampoco se podía comprender la videncia del poeta ruso Andrés Biely, el que escribía en 1921: El mundo volará / por el estallido de una Bomba Atómica / en gavillas de electrones. / Descarnada hecatombe!) La voz de Trakl fue apenas escuchada durante su vida, por demás corta. Su obra, muy parva, tuvo exigua difusión. Pero por un fenómeno ya corriente en la historia de la literatura, apagado el ruido de las famas más espectaculares (¿quién lee hoy a Marinetti, por ejemplo?) las voces más ocultas y, por lo tanto, más profundas, surgen repentinamente y son las de mayor repercusión.

Ya en 1917 Rilke escribía: "la poesía de Trakl es un objeto de existencia divina para mí... el más conmovedor de los lamentos ante un mundo imperfecto". En 1953, en su estudio "Georg Trakl", Martin Heidegger lo llama "Poeta del Occidente aún oculto, de una nueva generación regenerada que sucederá a la actual", considerándolo el sucesor de Hölderlin. La interpretación heideggeriana de la poesía de Trakl ha suscitado muchas discusiones. Se le reprocha haber negado el cristianismo de Trakl, pese a las explícitas declaraciones hechas en este sentido por el poeta. Por otra parte, la ambigüedad esencial de la poesía de Trakl, el que se expresa por imágenes más que por conceptos, posibilita las más diversas interpretaciones. Dice, por ejemplo, Michael Hamburger (en su libro Reason and Energy): "Aun se podría llega a afirmar que Trakl era marxista, por su visión del capitalismo en decadencia".



II

Pese a una ejemplar sentencia de Heidegger, en el sentido de que mientras más grande es un artista más desaparece su persona tras su obra, no podemos menos que dar una breve visión de la vida de Georg Trakl. Nació en Salzburgo, el 3 de febrero de 1887. Su ciudad natal y el paisaje comarcano estarán presentes casi siempre en sus poemas, descritos en una forma meticulosa, aunque vistos como a través de sueños. Aparece un mundo de nostalgia y decadencia, propio de una ciudad que durante la Edad Media había tenido un gran esplendor, y que vivía de un pasado irrecuperable...

De las iglesias pardas
Las imágenes puras de la muerte nos miran
Los escudos de los grandes señores de antaño...

También la poesía de Trakl alude profusamente a la melancólica casa de sus antepasados en donde era un niño que al claro de luna salía a dar de comer a las ratas. El paisaje decadente del otoño, la infancia, la muerte, serán los grandes temas de su poesía. Sus poetas favoritos fueron Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. Ellos fueron sus maestros junto con Nietzsche y Dostoievski, cuya obra amaba particularmente. Admiraba a Whitman, pero hallaba pernicioso el optimismo discriminado del bardo norteamericano.

En el colegio, Trakl fue un alumno mediocre, y al llegar la adolescencia se tornó insociable, hablaba corrientemente de suicidio y se aficionó al uso de las drogas. Algunos de sus biógrafos sugieren que a éstas pudo aficionarse por influencia de su madre, la cual era opiómana, según puede deducirse de algunos poemas de Trakl, como "Sebastián en sueños":

La madre traía al niño a la luna clara
A la sombra del nogal y del viejo saúco
Ebria del zumo de la adormidera...

Michael Hamburger señala que estudió farmacia a fin de tener un más fácil acceso a las drogas. Estudió dos años en la Universidad de Viena y de este entonces parece datar su repulsión a las grandes ciudades, a las que ve enfermas, poseídas por el espíritu del mal, aunque:

Callada, en oscuras cavernas, sangra una humanidad muda
Forjando con durísimos metales el rostro que ha de redimirla.

Por oposición a la ciudad, se vuelve Trakl a la naturaleza, a la que ve exenta de la culpa de la caída. Abandonó Viena para establecerse en Innsbruck. En dicha ciudad colaboró en la revista Der Brenner. Ludwig von Ficker que la dirigía cuenta que a principios de 1914 un anónimo benefactor le envió una importante suma de dinero para ser distribuida entre dos colaboradores de su revista: Rilke y Trakl "cuyos poemas no entiendo –señalaba el mecenas–, pero en los cuales veo la marca del genio". Trakl al llegar al Banco a recibir su parte sintió tal repugnancia ante su buena fortuna que se negó a llenar las formalidades necesarias, y se retiró sin recibirla.

El atentado de Gabriel Princip en Sarajevo inició la catástrofe presentida por Trakl. Fue destinado al frente polaco. La visión de los mutilados, de las matanzas, de los desertores ahorcados fue superior a sus fuerzas. Intentó suicidarse. Fue internado en el Hospital de Cracovia con el diagnóstico de "demencia precoz". Allí se suicidó con una fuerte dosis de cocaína, en circunstancias no muy esclarecidas, el 3 ó el 4 de noviembre de 1914. Moría a los veintisiete años de edad, devorado en plena juventud por el Moloch de la guerra, como Alain Fournier, Wilfred Owen, Sydney Keyes, y como ellos, sin que su gran obra alcanzara a ser cumplida.


En El Mercurio, Santiago (11.02.1962), p.12
Jorge Teillier- Artículos y Entrevistas

De: SISIB y Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad de Chile

El grito- E. Munch

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