viernes, 29 de noviembre de 2013

“Ser humano significa, para cada uno de nosotros, pertenecer a una clase, a una sociedad, a un país, a un continente y una civilización; y para nosotros los moradores europeos, la aventura desarrollada en el corazón del Nuevo Mundo significa en primer lugar que no era nuestro mundo y que tenemos responsabilidades en el crimen de su destrucción” - Claude Lévi-Strauss

28 de noviembre de 1908 -Bruselas, Bélgica
Claude Lévi-Strauss


Odio los viajes y los exploradores …", así de radical comienza uno de los viajeros y exploradores más prolíficos del siglo XX su autobiográfico "Tristes Trópicos" (1955). El tono escéptico - aunque no cínico - es característico de quien tal vez haya visto demasiadas cosas y sufrido demasiadas decepciones como para dejar un hueco a la esperanza en el ser humano. Quizá esa distancia hacia las personas y hacia la vida en general le haya permitido a Levi-Strauss convertirse en un genial observador del ser humano. Podría afirmarse que Levi-Strauss es el antropólogo total.

Total por su formación pluridisciplinar, total por sus trabajos de campo y sus etnografías de primera calidad; total por sus ideas y su capacidad de creación teórica; total por su influencia en el pensamiento contemporáneo más allá de la antropología; total por que el conjunto de su obra fue tomada por la generación del 68 como una alternativa al pensamiento cristiano y burgués … y total por el conjunto de su vida, sin duda apasionante, contradictoria y original.

Como hijo de una familia de artistas e intelectuales judíos de Bruselas, Levi-Strauss tuvo acceso a una esmerada educación. Tuvo tiempo de estudiar derecho y filosofía, aunque le aburrieron. Cuenta con una vasta cultura clásica y literaria y también con profundos conocimientos en música clásica y contemporánea. Sin embargo, sus "tres amantes", como él las definía, fueron la geología, el marxismo y el psicoanálisis.

Volviendo a su formación, tanto la geología, como el marxismo y el psicoanálisis comparten una premisa: las cosas constan de estructuras y estas estructuras pueden ser descubiertas y analizadas en detalle. En las formaciones geológicas a través de el estudio de los estratos y el análisis mineralógico, en el marxismo a través del estudio de las relaciones de clase y en el psicoanálisis a través de la terapia y la relación médico - paciente.

Sin embargo, fue la antropología lo que permitió a este erudito francés tomar contacto con otras culturas diferentes de la occidental y cuestionar la pretendida superioridad de la misma. Su contacto con las culturas de Brasil, así como de otras tribus sud y norteamericanas fue intensísimo. Puede afirmarse que pasó más de 30 años entre culturas diferentes.

El concepto de estructura quedó definitivamente arraigado en Levi-Strauss gracias a la gramática estructural de Ferdinand Saussurre. La lingüística estructural no se queda en el análisis simple de los componentes de las oraciones, sino que penetra en su estructura profunda y pretende ser capaz de reconocer pautas comunes a todas las lenguas. Es decir, no se queda en el significado de las palabras, sino que estudia cómo la mente ordena los significantes, que son las unidades mínimas del lenguaje.

Del mismo modo que el lenguaje consta de unidades mínimas que, capa tras capa (como en la geología) se ordenan según una serie de reglas para producir un significado, la cultura, que según Levi-Strauss es comunicación, también se constituye de unidades mínimas que se combinan según ciertas reglas en unidades mayores que forman un significado. Descomponer la cultura en sus unidades básicas y comprender las reglas mediante las cuales se combinan es entender el significado de la cultura. En resumidas cuentas este es el método estructural.

Según Levi-Strauss la mente humana organiza el conocimiento en polos binarios y antagónicos (bueno - malo; dentro - fuera; nosotros - vosotros; crudo -cocinado, etc.) que se organizan de acuerdo con la lógica. Tanto la ciencia como el mito, como explicaciones del mundo, estarían estructurados por pares de opuestos relacionados lógicamente y por tanto compartirían la misma estructura, solamente que aplicada a diferentes cosas.

Para Claude Levi-Strauss, las reglas por las que las unidades de la cultura se combinan no son producto de la invención humana, sino que siguen las pautas que se encuentran en el cerebro humano. Expresado en términos más actuales, las pautas de la cultura serían genéticas. Por lo tanto, en el paso del ser humano de animal natural a animal cultural (a través de la adquisición del lenguaje, la preparación de los alimentos, la formación de relaciones económicas y unidades políticas, etc.) el ser humano sigue unas leyes ya determinadas por su estructura biológica. Por eso el ser humano no sería la especie privilegiada que creemos que es, sino una especia más que pasará y que solamente dejará algunas trazas de su actividad cuando se extinga.

Entre las obras más destacadas de Claude Levi-Strauss se pueden citar "El Pensamiento Salvaje" (1962), "Estructuras elementales de Parentesco" (1949), "Raza e Historia" (1952), "Antropología Estructural" (2 vol., 1958-73) y "Totemismo" (1962). Es imprescindible mencionar "Mythologiques", un estudio estructural de los mitos de los nativos americanos, que se compone de varias obras publicadas entre 1964 y 1971, así como la ya citada "Tristes Trópicos", unas memorias que fueron un éxito de crítica y público.

El pensamiento de Levi-Strauss influyó en, fue influido por y fue parte de los movimientos sociales de los años 60. Ofrecía una alternativa, pesimista, pero alternativa, a los sistemas burgueses y religiosos imperantes en la cultura oficial de Occidente. Cuestionando la supremacía de la cultura occidental y explicando "científicamente" las reglas de la cultura, Levi-Strauss construyó una imagen del ser humano pesimista: un ser que se encuentra solo, abocado a la guerra y a la destrucción del planeta por su rapacidad y para el que no hay esperanza ni siquiera en el humanismo (no se debe olvidar que Levi-Strauss pertenece a la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto y que produjo su obra en el contexto de la Guerra Fría).

La obra de Levi-Strauss ha rebasado las fronteras de la antropología, influyendo profundamente en la filosofía, la sociología, la historia, el estudio de la literatura, la filología, la ciencia política, etc. Sin embargo, con el declinar de la contracultura y el fin de la Guerra Fría, la visión de Levi-Strauss ha ido perdiendo fuerza. También sus teorías antropológicas son cuestionadas, aunque sin duda el análisis estructural es aún importante en cualquier estudio etnográfico.

Tanto las teorías antropológicas de Levi-Strauss como su imagen del ser humano han sido criticadas por numerosos autores y también han sido superadas en parte. Pero no cabe duda de que se trata de uno de los pensadores más profundos y originales del siglo XX, cuya obra encierra las esperanzas, los horrores, el vacío y la angustia de una época tras la cual el ser humano ha perdido definitivamente la inocencia.

REFERENCIAS

Minnesota State University, Mankato " Claude Levi-Strauss",2000.
Claude Levi-Strauss Structural Anthropology (Basic Books Classics),2000
SECCIÓN REALIZADA Y MANTENIDA POR EL EQUIPO DE "EL RINCÓN DEL ANTROPÓLOGO"


De: Liceus- Portal de Humanidades.com


Claude Lévi-Strauss – El arte y el grupo [Entrevista de Georges Charbonnier]

Georges Charbonnier. ¿Cuál es la diferencia que observa el etnólogo entre el arte de las sociedades llamadas primitivas y el arte no "moderno", sino "de los tiempos modernos"?

Claude Lévi-Strauss. En esta categoría un poco vaga de los tiempos modernos hay que hacer primero una distinción. Un etnólogo se encontraría perfectamente a gusto, y en un terreno con el que está familiarizado, con el arte griego anterior al siglo V y aun con la pintura italiana, cuando se detiene uno en la Escuela de Siena. Allí donde el terreno comenzaría a ceder bajo nuestro pie, donde la impresión de extrañeza se nos impondría, sería pues, solamente, por una parte, con el arte griego del siglo V y, por otra parte, con la pintura italiana a partir del Quattrocento. Es con estas formas relativamente "modernas", cada una en su dimensión histórica, con las que hay que intentar hacer la comparación del arte o de las artes primitivas.
Así planteado, me parece que la diferencia obedece a dos órdenes de hechos: por una parte, lo que podríamos llamar individualización de la producción artística, y, por la otra, su carácter cada vez más figurativo o representativo. Y aun allí, quisiera añadir un dato: cuando hablo de la individualización de la producción artística, no pienso primero en la personalidad del artista, como individuo y como creador. Aunque hayamos tardado mucho en darnos cuenta de ello, el artista posee también estos caracteres en muchas de las sociedades que llamamos "primitivas". Trabajos recientes a propósito de la escultura africana muestran que el escultor es un artista, que este artista es conocido, a veces a mucha distancia, y que el público indígena sabe reconocer el estilo propio de cada autor de máscara o de estatua. Con el arte de los tiempos modernos, se trataría, pues, de una individualización creciente, no del creador, sino de la clientela. No es el grupo en su conjunto el que espera del artista que le proporcione algunos objetos realizados según cánones prescritos, sino que son "aficionados" o "entendedores" -por extraño que pueda parecer el término, en una comparación con grupos muy diferentes del nuestro-o grupos de conocedores.

Georges Charbonnier. El arte está reservado a los conocedores, en nuestra época, por varias razones. En primer lugar, hay un corte o separación en el interior de! grupo, pues una parte del mismo se desinteresa totalmente de la obra de arte, sobre poco más o menos, y no acepta sino formas degradadas. Pero también se plantea un problema económico; la obra de arte, en nuestras sociedades, es una cosa muy cara y, por consiguiente, no es accesible a todos. ¿Se observa a veces ese fenómeno en las sociedades primitivas, o no se le observa nunca? ¿Es que, en la sociedad primitiva, todo el mundo puede tener acceso personal a la obra de arte?

Claude Lévi-Strauss. Esto depende de los casos. Hay algunas sociedades primitivas en las que se manifiestan los mismos fenómenos sociales y económicos a los que hizo usted alusión hace un momento, en las que los artistas crean para personas o para grupos ricos que pagan las obras extremadamente caro, y que inclusive ven un gran prestigio en el hecho de poseer la producción de un determinado artista. Aunque ocurra, de todas maneras es excepcional. Pero tiene usted razón en plantear inmediatamente este problema de la jerarquía social, porque creo que habremos de encontrarlo nuevamente aquí, como lo encontramos, otro día, a propósito de la noción de progreso y del lugar en la historia. Dijimos que la historia era una categoría interior a ciertas sociedades, un modo conforme al cual las sociedades jerarquizadas se aprehenden a sí mismas, y no un medio en e! seno del cual todos los grupos humanos se situarían de igual manera. Y habremos de encontrar ideas muy emparentadas con aquélla.
Pero no quisiera lanzarme de lleno a esta explicación, porque me parece que, si la aceptásemos sin reservas, sería menos convincente que si llegásemos a ella por un camino desviado. Así pues, repito lo que dije acerca de los dos caracteres: individualización de la producción artística, considerada más bien desde el punto de vista del cliente que desde el punto de vista del artista, y carácter cada vez más figurativo o representativo de las obras; entonces, me parece que, en las artes que llamamos primitivas, hay siempre –y en razón, por lo demás, de la tecnología muy rudimentaria de los grupos en cuestión– una disparidad entre los medios técnicos de que dispone el artista y la resistencia de los materiales que tiene que vencer, la cual le impide, valga la expresión, aun cuando no lo quisiese conscientemente –y las más de las veces lo quiere conscientemente–, hacer de la obra de arte un simple facsímil. No puede o no quiere reproducir íntegramente su modelo y, entonces, se ve obligado a significarlo. En vez de ser representativo, el arte se presenta como un sistema de signos. Pero si se piensa en ello, se ve que estos dos fenómenos: individualización de la producción artística, por una parte, y pérdida o debilitamiento de la función significativa de la obra, por otra parte, están ligados funcionalmente, y la razón es sencilla: para que haya lenguaje, es necesario que haya grupo. Es evidente de suyo que el lenguaje...

Georges Charbonnier. Siendo constitutivo ...

Claude Lévi-Strauss. ….es un fenómeno de grupo, es constitutivo del grupo, no existe más que por el grupo, pues el lenguaje no se modifica, no se trastorna a voluntad. No lograríamos comprendernos si formásemos, en nuestra sociedad, una determinada cantidad de capillitas, cada una de las cuales tendría su lenguaje particular, o si nos permitiésemos introducir en nuestro lenguaje trastornos o rebeliones constantes, como las que observamos en el dominio artístico, desde hace algunos años. Así pues, quien dice lenguaje habla de un gran fenómeno, que interesa al conjunto de una colectividad y, sobre todo, de un fenómeno que tiene una estabilidad muy relativa, pero, de todas maneras, muy grande.
Las dos diferencias que señalamos hace un momento son, pues, las dos caras de una misma realidad. En la medida en que un elemento de individualización se introduce en la producción artística, la función semántica de la obra, necesaria y automáticamente, tiende a desaparecer, y desaparecerá en beneficio de una aproximación cada vez mayor al modelo, que se trata de imitar y ya no, solamente, .de significar.
Una vez dicho esto, me hallo dispuesto a volver a tratar las consideraciones sociológicas mencionadas por usted hace un momento. Hemos introducido una relación entre el arte y el lenguaje, o al menos con los diferentes sistemas de signos. Ahora bien, ya nos habíamos planteado este problema a propósito de la escritura. Cuando nos preguntamos por cuál era el gran fenómeno social al que estaba ligada la aparición de la escritura, en todo tiempo y lugar, estuvimos de acuerdo, creo yo, en el hecho de que la única realidad sociológica concomitante de la escritura era la aparición de fisiones, de escisiones, correspondientes a regímenes de castas o de clases, pues la escritura se nos manifestó en sus comienzos como un medio de sometimiento de unos hombres a otros hombres, como un medio de mandar a los hombres y de apropiarse' de las cosas.
Ahora bien, tal vez no sea fortuito que la transformación de la producción artística, a la que hacía alusión hace un momento, haya tenido lugar en sociedades dotadas de escritura –no digo que haya sido un fenómeno nuevo en el Renacimiento, pero lo que sí era nuevo, al menos, era la invención de la imprenta, un cambio del orden de magnitud del papel desempeñado por la escritura en la vida social– en todo caso, dos sociedades, la Grecia ateniense y la Italia florentina, donde las distinciones de clase y de fortuna adquieren un relieve particular; por último, en los dos casos se trata de sociedades en las que el arte pasa a ser cosa de una minoría que busca un instrumento o un medio de disfrute íntimo, mucho más que lo que ha sido en las sociedades que llamamos primitivas, y de lo que es en algunas de ellas, es decir, un sistema de comunicación, que funciona a la escala del grupo.

Georges Charbonnier. Lo que está muy claro es que en nuestras sociedades todos los artistas se quejan unánimamente de la falta de difusión de sus obras en las clases llamadas populares. Y, al mismo tiempo, todo esto se mantiene en el plano de un pesar vagamente expresado.

Claude Lévi-Strauss. Pero esto no puede más que mantenerse en este plano mencionado, puesto que es evidente que es algo que no depende de la voluntad de todos estos artistas. ni de uno solo de ellos, el que una situación histórica, para cuya producción se han necesitado siglos, cambie bruscamente. Lo único que quiero hacer es comprobar la existencia de una situación de hecho que no está en nuestro poder cambiar deliberadamente.

Georges Charbonnier. Pero, entonces, ¿dónde hay que encontrar las causas de la ruptura? ¿En el grupo o en un cambio de función del arte, ligado a otros fenómenos?

Claude Lévi-Strauss. Creo que podremos encontrarlas en una evolución general de la civilización, que no se efectúa de golpe, puesto que discernimos períodos de recurrencia. El arte, me parece a mí, ha perdido el contacto con su función significativa en la estatuaria griega, y lo vuelve a perder en la pintura italiana del Renacimiento. Pero podríamos decir, hasta cierto punto, que son cosas que se esbozan también en otras sociedades, probablemente ya en la estatuaria egipcia, en un grado menor que en Grecia; quizá también en un período de la estatuaria asiria, y por último en una sociedad que corresponde a los etnólogos, a pesar de los puntos en común que tiene con las que acabo de mencionar: el México precolombiano. Ahora bien, no es por casualidad por lo que he pensado en el México precolombiano al evocar matices de la producción estética, puesto que México ha sido también una sociedad de escritura. Me parece que la escritura ha desempeñado un papel muy profundo en la evolución del arte hacia una forma figurativa, pues la escritura ha enseñado a los hombres que era posible, por medio de signos, no sólo significar el mundo exterior, sino aprehenderlo, tomar posesión de él. No seré tan ingenuo que pretenda que una estatua griega la época clásica sea un facsímil del cuerpo humano. En cierto sentido, también' ella está alejada del objeto; como en el caso de una estatua africana, nos las tenemos que ver con signos, aunque en grado menor. Así pues. no estriba en eso solamente la diferencia, sino también en las actitudes del autor y del público. Me parece que en la estatuaria griega, en la pintura italiana del Renacimiento, a partir del Quattrocento, en todo caso, se descubre, respecto del modelo, no sólo ese esfuerzo de significación, esa actitud puramente intelectual, que es tan impresionante en el arte de los pueblos que llamamos primitivos, sino (y quizá esto suene a paradoja) una suerte de concupiscencia de inspiración mágica, puesto que descansa en la ilusión de que no sólo se puede comunicar con el ser, sino que se le puede apropiar a través de la efigie. Es lo que yo llamaría "posesividad respecto del objeto", el medio de apoderarse de una riqueza o de una belleza exterior. Es en esta exigencia ávida, en esta ambición de capturar el objeto para beneficio del propietario o inclusive del espectador, donde me parece que se encuentra una de las grandes originalidades del arte de nuestra civilización.

De Levi-Strauss, Claude. Arte lenguaje y etnología. Entrevistas con Georges Charbonnier. Siglo XXI Editores. Págs. 51-58. Traducción de Francisco González Aramburu.

De: http://estafeta-gabrielpulecio.blogspot.com




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