El señor de la loma
Altanera. Con las puertas y ventanas
desplegadas para que el sol y los vientos se acomodasen a sus anchas en cada
recoveco, en cada milímetro de piedra y cal, se erguía la casa de la loma. Sus
techos elevados echaban sombras ligeras en los aposentos. Desde las esquinas
ventosas, la hojarasca se levantaba formando remolinos y después, traqueteaba
enloquecida sobre las baldosas quebradas. No había nadie más. Sólo el señor de
la loma tendido en su cama de barrotes de palo santo. Callado, ausente
descansaba... Y el susurro de las palabras antiguas se detenía detrás de los
armarios, como jugando a las escondidas con el transcurso del tiempo... Las
ratas cruzaban la alcoba de rincón a rincón. El silencio entonces, era un queso
rancio, ¡duro de roer! Nada más que algún postigo insolente golpeteaba en su
quicio de vez en cuando. Aquel parecía ser el único ruido en la casa alta. Pero
a ningún vecino del bajo asombraba esa apatía, porque el inquilino era hombre
discreto, de poca resonancia. Sin alboroto se instaló en la casa. Había
arrendado y pagado por dos años enteros y allí habitaba desde la primavera
pasada. Un día a la semana hacía las compras en el almacén del pueblo. No sabía
una jota de español y con señas se las arreglaba. Rubicundo, desgarbado,
interminablemente largo, venía y se iba despacito, arrastrando sus botas
pesadas de viejo montaraz. No tenía amigos, ni visitas, ni perro [10] que ladre
en su nombre. De modo que, dentro de la casa, su vida discurría en la más
completa soledad... Mientras por fuera, el bullicio de los trinos ensordecía al
vecindario. Los niños tumbaban con sus hondas la infinitud de pájaros moradores
de la loma. Rodaban a millares las aves cuesta abajo y el olor de la muerte
bullía en las cunetas. Por eso, la pestilencia no llamaba la atención. Era
costumbre de los caminantes, taparse las narices al paso vicioso del aire en
los contornos. Y en la prisa por eludir la tufarada, apenas de refilón
avistaban los muros encalados de la casa alta. En ese mismo tranco se sucedieron
los meses... Los soles del tórrido verano calcitrante. El otoño, en plan
conciliatorio de armonías... Y llegó el invierno gris de escarchas y tormentas
en la loma. La casa altiva, grande, blanca, profundamente quieta, se ofrecía
traspasada de abandono. Invadieron en tropel su intimidad de nido. Desde lejos,
un aroma de capullos en flor les dio la pista, y siguieron la estela
provocativa, intensa... Pasaron por la sala. Allí encontraron el plano
destapado y una partitura de Schubert en su atril. Siguieron adelante. En el
comedor, encima de la mesa, verdeaban en un plato blanco restos de salsa
enmohecida. El vino seco se endurecía en la copa retinta. La frutera de
porcelana se había partido en mil pedazos sobre el mantel saturado de
inmundicias. Y de entre los despojos, algunas ratas panzonas se dieron a la
fuga precipitadamente. El asco no los detuvo y continuaron la marcha...
Buscando recuperar el rastro del perfume sugestivo, la muchedumbre se puso a
escudriñar detrás de las telarañas. Deshojados en el piso del escritorio,
vieron los cuadernos ilegibles, de letras borrosas por culpa de la lluvia que
se coló en abril. Y apoyadas en el buró de las patas francesas, se olvidaban
las Rimas de Bécquer cubiertas de polvo... Ya de vuelta al corredor sin fondo,
se toparon con las escaleras. Ascendió la comparsa sigilosamente. Uno a uno los
peldaños fueron dejados atrás. Por fin, de pie en las alturas de la casa de la
loma, descubrieron que el jazminero fragante se metió en la alcoba. El lecho
florecido en los barrotes les entregó la ofrenda que guardaba para ellos:
Tendido cuan largo era, dormía su sueño eterno, descarnado, solitario, el
esqueleto del inquilino.
Yula Riquelme de Molinas
Nació
en Asunción. Diplomada en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Asunción.
Integrante del Taller Cuento
Breve que dirige el profesor Hugo Rodríguez-Alcalá, hasta la fecha ha publicado
los siguientes títulos: “LOS MORADORES DEL VÓRTICE” (poemas; 1976), “PUERTA”
(novela; 1994), “BAZAR DE CUENTOS” (1995) y “LOS GORRIONES DE LA SIESTA”
(novela; 1996), su libro más reciente.-
Algunos premios nacionales: 1er.
Premio V Centenario. Feria Internacional del Libro, 1991 (cuento). 1er. Premio
"Club Centenario", 1991 (cuento). 1er. Premio Poemas del océano, 1994
(poesía). 2do. Premio Municipal de Literatura por el libro BAZAR DE CUENTOS,
-1997. Mención Especial "Gran Premio Oscar Trinidad", por VALORES
CREATIVOS EN LA CONSTANTE PRODUCCIÓN DE TEXTOS LITERARIOS, 1998.
Algunos premios internacionales:
"Premio Borges" 90, Buenos Aires, Argentina (cuento). "Alfonsina
Storni", Buenos Aires, Argentina, 1990 (poesía). "Punto de
Encuentro", Montevideo, Uruguay, 1991 (poesía). "Premio de Narrativa",
Municipalidad de Vicente López, Argentina, 1995 (cuento). "Tercer Concurso
de Cuentos Escritos por Mujeres de Habla Hispana" (FEMNYP), Santiago de
Chile, 1997.
Es miembro fundador de la
Sociedad de Escritores del Paraguay; miembro fundador de Escritoras Paraguayas
Asociadas (EPA); miembro de la Sociedad de Amigos de la Academia Paraguaya de
la Lengua Española.
Para seguir ahondando en los
aspectos que guardan relación con la actividad creativa, hemos hablado con una
de las integrantes del Taller Cuento Breve: Yula Riquelme de
Molinas.
–¿Se puede decir que tu trabajo
literario experimentó una suerte de transición desde la poesía a la narrativa?
–Hace 18 años que publiqué mi
primer libro: “Los moradores del vortice”, que en realidad forma parte de una
serie de trabajos poéticos que venía realizando desde bastante tiempo atrás.
Hace cinco años ingresé al Taller Cuento Breve, que dirige el crítico Hugo
Rodríguez Alcalá. Dicha experiencia ha sido enriquecedora para mi visión
literaria porque de la mano del maestro he aprendido a valorar la labor
creativa. Pienso que se trata de una evolución natural que se da en muchos
escritores que sienten la escritura no como una fiebre experimental que a veces
se disuelve, es decir, se abandona. En mi caso, hasta ahora sigo escribiendo con
verdadera dación, eso demuestra el salto de la poesía a mi primera novela:
“Puerta”, que significa algo diferente y más placentera porque juego
directamente con la ficción. En este momento “transitivo” estoy elaborando una
colección de cuentos donde voy descubriendo mi verdadera forma expresiva.
–¿Se puede pensar que el taller
tiene alguna modalidad de trabajo para encarar el hecho literario?
–No es que exista una modalidad
definida. En el Taller Cuento Breve tratamos de desmenuzar el trabajo para entender
hacia dónde apunta la creación de cada una. Hay compañeras que tienen gran
capacidad de síntesis para escribir, eso a mí me cuesta. No obstante, debo
recordar que hemos leído con detenimiento crítico obras de primera calidad
literaria, eso nos ayuda para la apreciación estético-valorativa de las obras
que van apareciendo. Más que modalidad, la disciplina constituye un principio
fundamental donde acampan las discusiones con el fin de ir mejorando siempre.
La gente que aparece en el taller llega para trabajar, ese sistema ha sido muy
útil, pues ayuda a incentivar “el consumo interno”, como dice el profesor.
–¿Cómo se da el compromiso
cultural para quienes integran el Taller?
–Personalmente creo que en el
compromiso de la escritura no se debe perder la noción del entorno. En ese
sentido, las escritoras del taller no han soslayado la realidad. Yo, sin
embargo, he practicado el descubrimiento de las fantasías. No es que me muestre
escapista, sencillamente encuentro en las fantasías la cantera inagotable donde
uno puede amalgamar signos de verdadera inspiración.
–Entiendo que esa experimentación
aparece en tu narrativa, pero no en tus poemas.
–Cuando di a conocer mi primer
poemario yo era muy joven; no sé si elegí bien, pero di a luz mis escritos.
Posteriormente –después de los 18 años– llega mi primera novela como producto
de cierto esfuerzo, pues estaba allí y necesitaba salir como un libro. Entre
ambos géneros creativos he sentido experiencias diferentes. El segundo libro me
brindó motivaciones diferentes. Además, ya había alcanzado cierto renombre,
especialmente por las publicaciones colectivas que se dieron mediante el
taller. En mi poemario he sido profundamente religiosa y real. La novela, sin
embargo, ha sido más divertida, comencé escribiendo como un ensayo surrealista,
pero con el correr del tiempo fui tomando otro camino hasta llegar a mi novela:
“Puerta”.
–¿Cuáles son las referencias
ineludibles para tu trabajo literario?
–Creo que por sobre todo me
interesa la gramática. A eso se suma el carácter impresionista que debe llevar
como sello la obra literaria. Esto lo digo en el sentido humano, la creación
debe tener vida. Por otra parte, la lectura es un aliciente imprescindible para
todo escritor, si tengo alguna influencia se trata de algo inconsciente. Voy a
manifestar que en ninguno de mis trabajos literarios he usado las vivencias,
aunque escapar de ellas resulta muy difícil cuando me pongo a escribir poesías.
–Estamos viviendo momentos muy
difíciles, ¿qué estás palpando en el campo cultural?
–Los escritores –por lo menos–
aparentan estar más entusiasmados, se plantean algunos congresos de
importancia. Eso demuestra que existe un espíritu positivo. Es más, aquellos
que nunca se animaron a publicar, hoy día están dando a conocer sus obras. Evidentemente
existe una mayor apertura, y eso aprovecha la gente. Eso no quiere decir que la
gente lea más. Estamos en la época visual donde la televisión está restando
fuerza a los libros y al cine. Respecto a los momentos difíciles, no se
vislumbran efectos esclarecedores en el plano cultural de parte del Gobierno,
creo que tenemos que seguir esperando un poco más para hablar del tema, vamos a
seguir esperando, eso significa mantener en cierta forma la esperanza. Mi
debilidad es el optimismo, siempre digo ya vendrá lo bueno.
–¿Las mujeres están menos
interesadas en la política en sus obras?
–No puedo opinar respecto a todas
las escritoras, pero en mi caso particular creo que sí. Yo no transmito una
preocupación política porque mis temas tienen mayor relación con lo fantástico.
Además, debo madurar todavía. Creo que la mujer debe comprometerse con la
política. Es posible que alguna vez yo escriba sobre temas que guardan relación
con nuestra realidad social y política. Por el momento, omito la política,
aunque creo que estaría muy bien interesarme en ella.
–Sin embargo, la realidad
desespera a muchos escritores.
–Pienso que la experiencia
resulta dolorosa. La manifestación de los escritores acerca de lo que estamos
viviendo puede ser importante, más aún en estos días difíciles que vivimos.
Fuente: PROCESO DE LA LITERATURA
PARAGUAYA - PERFIL HISTÓRICO, BIBLIOGRAFÍA Y ENTREVISTAS A LOS MÁS DESTACADOS
ESCRITORES PARAGUAYOS. Por VICTORIO V. SUÁREZ. Edición corregida y aumentada.
Asunción, Paraguay. 2011 (654 páginas)
De: Portal Guaraní.com
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