sábado, 31 de agosto de 2013

Bajo la Serpiente de los Huesos Blancos -15-


El señor de la loma


     Altanera. Con las puertas y ventanas desplegadas para que el sol y los vientos se acomodasen a sus anchas en cada recoveco, en cada milímetro de piedra y cal, se erguía la casa de la loma. Sus techos elevados echaban sombras ligeras en los aposentos. Desde las esquinas ventosas, la hojarasca se levantaba formando remolinos y después, traqueteaba enloquecida sobre las baldosas quebradas. No había nadie más. Sólo el señor de la loma tendido en su cama de barrotes de palo santo. Callado, ausente descansaba... Y el susurro de las palabras antiguas se detenía detrás de los armarios, como jugando a las escondidas con el transcurso del tiempo... Las ratas cruzaban la alcoba de rincón a rincón. El silencio entonces, era un queso rancio, ¡duro de roer! Nada más que algún postigo insolente golpeteaba en su quicio de vez en cuando. Aquel parecía ser el único ruido en la casa alta. Pero a ningún vecino del bajo asombraba esa apatía, porque el inquilino era hombre discreto, de poca resonancia. Sin alboroto se instaló en la casa. Había arrendado y pagado por dos años enteros y allí habitaba desde la primavera pasada. Un día a la semana hacía las compras en el almacén del pueblo. No sabía una jota de español y con señas se las arreglaba. Rubicundo, desgarbado, interminablemente largo, venía y se iba despacito, arrastrando sus botas pesadas de viejo montaraz. No tenía amigos, ni visitas, ni perro [10] que ladre en su nombre. De modo que, dentro de la casa, su vida discurría en la más completa soledad... Mientras por fuera, el bullicio de los trinos ensordecía al vecindario. Los niños tumbaban con sus hondas la infinitud de pájaros moradores de la loma. Rodaban a millares las aves cuesta abajo y el olor de la muerte bullía en las cunetas. Por eso, la pestilencia no llamaba la atención. Era costumbre de los caminantes, taparse las narices al paso vicioso del aire en los contornos. Y en la prisa por eludir la tufarada, apenas de refilón avistaban los muros encalados de la casa alta. En ese mismo tranco se sucedieron los meses... Los soles del tórrido verano calcitrante. El otoño, en plan conciliatorio de armonías... Y llegó el invierno gris de escarchas y tormentas en la loma. La casa altiva, grande, blanca, profundamente quieta, se ofrecía traspasada de abandono. Invadieron en tropel su intimidad de nido. Desde lejos, un aroma de capullos en flor les dio la pista, y siguieron la estela provocativa, intensa... Pasaron por la sala. Allí encontraron el plano destapado y una partitura de Schubert en su atril. Siguieron adelante. En el comedor, encima de la mesa, verdeaban en un plato blanco restos de salsa enmohecida. El vino seco se endurecía en la copa retinta. La frutera de porcelana se había partido en mil pedazos sobre el mantel saturado de inmundicias. Y de entre los despojos, algunas ratas panzonas se dieron a la fuga precipitadamente. El asco no los detuvo y continuaron la marcha... Buscando recuperar el rastro del perfume sugestivo, la muchedumbre se puso a escudriñar detrás de las telarañas. Deshojados en el piso del escritorio, vieron los cuadernos ilegibles, de letras borrosas por culpa de la lluvia que se coló en abril. Y apoyadas en el buró de las patas francesas, se olvidaban las Rimas de Bécquer cubiertas de polvo... Ya de vuelta al corredor sin fondo, se toparon con las escaleras. Ascendió la comparsa sigilosamente. Uno a uno los peldaños fueron dejados atrás. Por fin, de pie en las alturas de la casa de la loma, descubrieron que el jazminero fragante se metió en la alcoba. El lecho florecido en los barrotes les entregó la ofrenda que guardaba para ellos: Tendido cuan largo era, dormía su sueño eterno, descarnado, solitario, el esqueleto del inquilino.

Yula Riquelme de Molinas

Nació en Asunción. Diplomada en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Asunción.

Integrante del Taller Cuento Breve que dirige el profesor Hugo Rodríguez-Alcalá, hasta la fecha ha publicado los siguientes títulos: “LOS MORADORES DEL VÓRTICE” (poemas; 1976), “PUERTA” (novela; 1994), “BAZAR DE CUENTOS” (1995) y “LOS GORRIONES DE LA SIESTA” (novela; 1996), su libro más reciente.-

Algunos premios nacionales: 1er. Premio V Centenario. Feria Internacional del Libro, 1991 (cuento). 1er. Premio "Club Centenario", 1991 (cuento). 1er. Premio Poemas del océano, 1994 (poesía). 2do. Premio Municipal de Literatura por el libro BAZAR DE CUENTOS, -1997. Mención Especial "Gran Premio Oscar Trinidad", por VALORES CREATIVOS EN LA CONSTANTE PRODUCCIÓN DE TEXTOS LITERARIOS, 1998.

Algunos premios internacionales: "Premio Borges" 90, Buenos Aires, Argentina (cuento). "Alfonsina Storni", Buenos Aires, Argentina, 1990 (poesía). "Punto de Encuentro", Montevideo, Uruguay, 1991 (poesía). "Premio de Narrativa", Municipalidad de Vicente López, Argentina, 1995 (cuento). "Tercer Concurso de Cuentos Escritos por Mujeres de Habla Hispana" (FEMNYP), Santiago de Chile, 1997.

Es miembro fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay; miembro fundador de Escritoras Paraguayas Asociadas (EPA); miembro de la Sociedad de Amigos de la Academia Paraguaya de la Lengua Española.



Para seguir ahondando en los aspectos que guardan relación con la actividad creativa, hemos hablado con una de las integrantes del Taller Cuento Breve: Yula Riquelme de Molinas.


–¿Se puede decir que tu trabajo literario experimentó una suerte de transición desde la poesía a la narrativa?

–Hace 18 años que publiqué mi primer libro: “Los moradores del vortice”, que en realidad forma parte de una serie de trabajos poéticos que venía realizando desde bastante tiempo atrás. Hace cinco años ingresé al Taller Cuento Breve, que dirige el crítico Hugo Rodríguez Alcalá. Dicha experiencia ha sido enriquecedora para mi visión literaria porque de la mano del maestro he aprendido a valorar la labor creativa. Pienso que se trata de una evolución natural que se da en muchos escritores que sienten la escritura no como una fiebre experimental que a veces se disuelve, es decir, se abandona. En mi caso, hasta ahora sigo escribiendo con verdadera dación, eso demuestra el salto de la poesía a mi primera novela: “Puerta”, que significa algo diferente y más placentera porque juego directamente con la ficción. En este momento “transitivo” estoy elaborando una colección de cuentos donde voy descubriendo mi verdadera forma expresiva.

–¿Se puede pensar que el taller tiene alguna modalidad de trabajo para encarar el hecho literario?

–No es que exista una modalidad definida. En el Taller Cuento Breve tratamos de desmenuzar el trabajo para entender hacia dónde apunta la creación de cada una. Hay compañeras que tienen gran capacidad de síntesis para escribir, eso a mí me cuesta. No obstante, debo recordar que hemos leído con detenimiento crítico obras de primera calidad literaria, eso nos ayuda para la apreciación estético-valorativa de las obras que van apareciendo. Más que modalidad, la disciplina constituye un principio fundamental donde acampan las discusiones con el fin de ir mejorando siempre. La gente que aparece en el taller llega para trabajar, ese sistema ha sido muy útil, pues ayuda a incentivar “el consumo interno”, como dice el profesor.

–¿Cómo se da el compromiso cultural para quienes integran el Taller?

–Personalmente creo que en el compromiso de la escritura no se debe perder la noción del entorno. En ese sentido, las escritoras del taller no han soslayado la realidad. Yo, sin embargo, he practicado el descubrimiento de las fantasías. No es que me muestre escapista, sencillamente encuentro en las fantasías la cantera inagotable donde uno puede amalgamar signos de verdadera inspiración.

–Entiendo que esa experimentación aparece en tu narrativa, pero no en tus poemas.

–Cuando di a conocer mi primer poemario yo era muy joven; no sé si elegí bien, pero di a luz mis escritos. Posteriormente –después de los 18 años– llega mi primera novela como producto de cierto esfuerzo, pues estaba allí y necesitaba salir como un libro. Entre ambos géneros creativos he sentido experiencias diferentes. El segundo libro me brindó motivaciones diferentes. Además, ya había alcanzado cierto renombre, especialmente por las publicaciones colectivas que se dieron mediante el taller. En mi poemario he sido profundamente religiosa y real. La novela, sin embargo, ha sido más divertida, comencé escribiendo como un ensayo surrealista, pero con el correr del tiempo fui tomando otro camino hasta llegar a mi novela: “Puerta”.

–¿Cuáles son las referencias ineludibles para tu trabajo literario?

–Creo que por sobre todo me interesa la gramática. A eso se suma el carácter impresionista que debe llevar como sello la obra literaria. Esto lo digo en el sentido humano, la creación debe tener vida. Por otra parte, la lectura es un aliciente imprescindible para todo escritor, si tengo alguna influencia se trata de algo inconsciente. Voy a manifestar que en ninguno de mis trabajos literarios he usado las vivencias, aunque escapar de ellas resulta muy difícil cuando me pongo a escribir poesías.

–Estamos viviendo momentos muy difíciles, ¿qué estás palpando en el campo cultural?

–Los escritores –por lo menos– aparentan estar más entusiasmados, se plantean algunos congresos de importancia. Eso demuestra que existe un espíritu positivo. Es más, aquellos que nunca se animaron a publicar, hoy día están dando a conocer sus obras. Evidentemente existe una mayor apertura, y eso aprovecha la gente. Eso no quiere decir que la gente lea más. Estamos en la época visual donde la televisión está restando fuerza a los libros y al cine. Respecto a los momentos difíciles, no se vislumbran efectos esclarecedores en el plano cultural de parte del Gobierno, creo que tenemos que seguir esperando un poco más para hablar del tema, vamos a seguir esperando, eso significa mantener en cierta forma la esperanza. Mi debilidad es el optimismo, siempre digo ya vendrá lo bueno.

–¿Las mujeres están menos interesadas en la política en sus obras?

–No puedo opinar respecto a todas las escritoras, pero en mi caso particular creo que sí. Yo no transmito una preocupación política porque mis temas tienen mayor relación con lo fantástico. Además, debo madurar todavía. Creo que la mujer debe comprometerse con la política. Es posible que alguna vez yo escriba sobre temas que guardan relación con nuestra realidad social y política. Por el momento, omito la política, aunque creo que estaría muy bien interesarme en ella.

–Sin embargo, la realidad desespera a muchos escritores.

–Pienso que la experiencia resulta dolorosa. La manifestación de los escritores acerca de lo que estamos viviendo puede ser importante, más aún en estos días difíciles que vivimos.

Fuente: PROCESO DE LA LITERATURA PARAGUAYA - PERFIL HISTÓRICO, BIBLIOGRAFÍA Y ENTREVISTAS A LOS MÁS DESTACADOS ESCRITORES PARAGUAYOS. Por VICTORIO V. SUÁREZ. Edición corregida y aumentada. Asunción, Paraguay. 2011 (654 páginas)


De: Portal Guaraní.com



No hay comentarios: