domingo, 28 de julio de 2013

Llueve











         Llueve. Un hombre camina lentamente por la ciudad. Su compañero de ruta: un paraguas, tan viejo como él; no lo repara mucho. A él no le importa. Sigue su caminata. No tiene nada qué hacer. Nadie lo espera. Está solo, solo con su soledad, y con sus recuerdos. Llueve y llueve.

         Se refugia bajo una arcada y descubre un patio lleno de flores variopintas. ¡Qué maravilloso y alegre paisaje! Ya no hay más soledad. Todo es color y vida, y de improviso, ¡una visión! ¡Es su joven amor! Sonriendo dulcemente, ella se acerca y le toma la mano. Se miran. “¿Cómo estás?” “Bien, gracias, ¿y tú? Miran las flores y, aún de la mano, se van al frío y destartalado cuartito donde habían brindado tantas veces con agua porque eran felices.

         Pero el amor de estudiantes dura poco. Se dejaron y cada uno se había ido por su camino.

         Ahora, es ella quien se aleja. El viejo abre los ojos. Sigue cayendo con mucha paciencia la lluvia.
         Abriendo su paraguas, y con paso cansino, el soñador retoma su andar.



Rosanna
GRUPO ALAS

No hay comentarios: