domingo, 28 de julio de 2013

Así, no es Amor













         Es otra casa más de la cuadra. No es muy cómoda: apenas dos habitaciones bastante oscuras; las horas parecen detenidas acá.

         En una de ellas, ya en el atardecer, el hombre habla con su compañera.

         -  Alicia, ¡mirá el vestido que compré! Ni bien lo vi en la vidriera me gustó para vos... Pero, ¿no lo querés tocar siquiera? ¿No vas a lucirlo para mí? ¡Otra vez enojada! ¿Acaso no sabés que vivo para hacerte feliz? ... Tenés que entender que un hombre debe cuidar a su esposa, protegerla como sea; ¡hay tantos peligros afuera! Yo no quiero que te suceda algo malo... Vení, dame un beso... Caramba, por qué siempre te enojás. No te falta nada, creo. Te quiero, lo sabés; más aún: te quiero sólo para mí, como yo soy sólo para vos... ¡Por favor, no grites! ¡Me ponés nervioso! Dejá que te abrace, que te bese. No me rechaces. ¡No grites más, Alicia; no grites!!!

         La noche cae, vertiginosa. Él también cae, y permanece inmóvil, mudo, con las manos flojas, viendo cómo el agua del jarrón, hecho trizas, sigue mojando con parsimonia el vestido nuevo.

         Llaman a la puerta.
         Pero como en una fotografía, la escena está congelada. Sólo el sonido del timbre vibra, indiferente, en el pequeño dormitorio.



G. L

GRUPO ALAS

No hay comentarios: