sábado, 8 de junio de 2013

Gwendolyn Brooks, una voz que debemos mantener vibrando

7 de junio de 1917
Primera escritora afroamericana ganadora del Pulitzer de Poesía.
Los Comedores de Judías

Se alimentan básicamente de judías, 
este par de viejos amarillentos.
Cenando en un acto casual.
En un simple y astillado plato 
sobre una mesa simple y crujiente,
con cubiertos de estaño.
Dos Buenas Personas.
Dos que han vivido mucho,
Aunque siempre usen la misma ropa
Y conserven sus cosas viejas.
Y recordando…
Recordando, entre parpadeos y puntadas,
Inclinados sobre las judías en un cuarto 
trasero alquilado lleno de cuentas y recibos y
muñecas y ropas, hebras de tabaco, jarrones 
y marginados.




Nosotros los más enrollados
Jugadores de Billares.
Siete en la Dorada Pala

Nosotros los más enrollados. Nosotros
Dejamos la escuela. Nosotros
Merodeamos al anochecer. Nosotros
Golpeamos despiadados. Nosotros
Cantamos al pecado. Nosotros
Rebajamos la ginebra. Nosotros
sonando jazz en junio. Nosotros
Morimos pronto



La Loca

No cantaré una canción de Mayo
Una canción de Mayo sería alegre
Esperaré hasta Noviembre
Y cantaré una canción gris
Esperaré hasta Noviembre
Que es el tiempo para mí
Saldré en la helada oscuridad
Y cantaré terriblemente.
Y toda la pequeña gente
Se me quedará mirando y dirá
“Esa es la Loca
Que no pudo cantar en Mayo”

Versiones de Carlos Bruno Castañeda



Los niños de los pobres

 1.

Las personas sin niños endurecen
alcanzan la frialdad y la insolencia
no se cuidan y van con displicencia
el huracán o el fuego acometen.
Y si la tierra entera es arrasada
mueren simplemente, agitadas
sus almas sin huellas, desmañadas
ríen o caen, tímidas, paralizadas.
Mientras tanto, en la sombra, nosotros
escuchamos impotentes el extraño
gimoteo-lloriqueo de los niños
que suave nos atrapa y hace otros,
nos conjura y convierte en azúcar
las molestias y verdades del amor.


2.

¿Qué les daré a mis hijos? Pobres son
condenados como parias de la tierra
mis dulces leprosos que no piden
ropa de terciopelo suave y tierna
pero me ruegan por un brusco giro
tomados de mi mano van gritando
no quieren seguir más de contrabando
ni ángeles, ni admirables, ni seguros.
Mi mano atosigada de pendientes
sin derecho a mi propia morada
ningún proyecto servirá de nada
ni penas ni amor serán suficientes
para afianzar a mis mitades que viajan
por el otoño helado en todas partes.

  
3.

¿Diré a mis niños que recen por rezar?
Pequeños, invadan el sobrio lugar
fantasmal, con ecos de penitentes
histéricos y arrogantes por esta vez.
Entiendan, niños, no hay pecados que expiar
protejan sus almas en normas dudosas
sean como tumbas, mulas metafísicas
aprendan que Dios no suele abandonar.
Tras el susurro de sus limpias palabras
esperaré si quieren: repasen salmos
si esto los asusta: tejan creencias
y si los desgarra: vuélvanse calmos.
En la frente y en los dedos, sean sabios,
alisten una venda para sus ojos.


[Trad. de Oscar Godoy Barbosa]
En Blog de Poesía Solidaria



La Madre



Los abortos no te dejan olvidar.
Recuerdas a los niños que recibiste
y que no pudiste recibir,
pulpas húmedas y pequeñas,
con poco o nada de pelo,
los cantantes y trabajadores
que nunca recibieron el aire.

Nunca los descuidarás ni los golpearás,
ni los callarás ni los comprarás con un dulce.
Nunca harás que dejen de chuparse el dedo
ni ahuyentarás a los fantasmas que llegan.
Nunca los dejarás,
mientras contienes un exquisito suspiro,
y regresas para hacerte un bocado de ellos,
con golosa mirada de madre.

He escuchado en las voces del viento
las voces de mis tenues
hijos asesinados.
Me he contraído. Me he aliviado.
Mis débiles amados en los pechos
de los que nunca mamaron.
He dicho, Cariños, si pequé, si les arrebaté
su suerte
y sus vidas de su alcance inconcluso,
si robé sus nacimientos y sus nombres,
sus simples lágrimas de bebé y sus juegos,
sus amores acartonados o hermosos, sus tumultos,
sus matrimonios,
sus dolores y sus muertes,
si envenené el comienzo de sus respiros,
créanme que hasta cuando más decidida fui,
no estaba decidida.
Aunque ¿por qué habría yo de gimotear,
gimotear que el crimen fue de otro y no mío?
Si de todos modos están muertos.
O más bien, o en cambio,
nunca tomaron forma.
Por eso también, me temo,
es incorrecto: ay, ¿qué debo decir,
cómo decir la verdad?
Nacieron, tuvieron cuerpo, murieron.
Solo que nunca se rieron ni hicieron planes
ni lloraron.

Créanme, los amé a todos.
Créanme, los conocí, aunque desdibujados,
 y los amé, los amé
a todos."


De: Desatando a la Mujer Fuerte, Clarissa Pinkola Estés. Editorial Diana.
De: taomujer.blogspot.com


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