viernes, 19 de abril de 2013

“Los animales son de Dios. La bestialidad es humana”- Víctor Hugo

En memoria de los ocho obreros -hijos, hermanos, padres, amigos, vecinos, militantes,... en fin, uruguayos-... uruguayos asesinados en 1972,  en nombre de la bestialidad humana, que no tiene color ni pelo, y menos, ideología: 


Busco la palabra

Quiero definirlos en una sola palabra:
¿Cómo son?
Tomo las palabras corrientes, robo de
los diccionarios,
mido, peso e investigo.
Ninguna
responde
La más valiente – cobarde,
La más desdeñosa – aún santa
La más cruel – demasiado
misericordiosa,
La más odiosa - poco porfiada.
Esta palabra debe ser como un volcán,
que pegue, arrastre y derribe,
como la temerosa ira de Dios,
como el hervor del odio.
Quiero que ésta una sola palabra
esté impregnada de sangre,
que como los muros del calabozo
encierre en sí cada tumba colectiva.
Que describa precisa y claramente
quiénes eran - todo lo que pasó.
Porque lo que oigo,
lo que se escribe,
resulta poco,
siempre poco.
Nuestra habla es endeble,
sus sonidos de pronto - pobres.
Con empeño busco ideas,
busco esta palabra -
y no la encuentro.
No la encuentro.


Wislawa Szymborska



Para recordar horrores que nos avergüenzan aún, basta con compartir aquellas 
palabras de Publio Terencio Africano: "Hombre soy; nada humano me es ajeno".


Alguien, y en nombre de much@s para quienes las letras recogen todas las flores y muy especialmente las del dolor, acerca



La ofrenda

20 años recién estrenados y un montón de cosas en la cabeza, cosas sin mucho orden, anárquicas;  apenas unidas por el hilo conductor de la rabia, el dolor, la rebeldía ante las injusticias cotidianas (porque aún no había descubierto las históricas). Reniego de las organizaciones, me contradigo, acepto que son el único camino para hacer algo que vaya más allá de aventuras aisladas. Alguien me explica:“Todo esto es muy delicado pibe”, si no “entrás” y te ganas la confianza, no te van a dar ninguna tarea o responsabilidad.  Sí, ya sé, yo ya te conozco y doy fe que nos diste una mano grande con lo de la compañera, que hubo que “congelar”,  eso  fue importante, pero en una organización las cosas tienen sus reglas inflexibles y de no ser así no habríamos sobrevivido en la “clande” como hasta ahora”.
Insisto, pregunto, discuto; por fin me dan algo, de acuerdo, acepto de inmediato, hay que conseguir a 3 o 4 más, esa es la primera tarea, quedan solo un par de días, salgo urgente a convencer gente, primero hago una lista mental, saco cuentas, mido a los posible candidatos, tiene que tener temple, estar dispuestos, saber que los pueden “fichar”, solo me pueden conocer a mí, de manera que en caso de salir algo mal la cadena se corte en el eslabón que yo represento; descarto a unos, comienzo los contactos y visitas, todo es fervor, siento la sangre caliente, creo que la contagio. Les cuento de Mendiola, de Fernández, de Gancio, González, Sena, López, Abreu, Cervelli; que eran metalúrgicos, panaderos, diarieros, obreros…
Llega el día, la tarea es simple, las consecuencias pueden ser complejas. Uno a uno, con intervalos de varios minutos vamos pasando y depositamos sobre el muro bajito que hay frente al tapiado local de la 20º, en la calle Agraciada; una rosa, simplemente una rosa, ya hay otras y otras muchas serán depositadas, en un homenaje que repetiremos año a año, cada 17 de abril, desafiando al miedo y sus dueños, así, hasta el regreso de la democracia, como símbolo de la sociedad que algún día soñamos construir y por la que los 8 dieron su vida.

Dice Alfredo:
...“lleva en las manos heridas, una flor con espina, agua y harina...”
...“fruto maduro del árbol del pueblo, la canción mía, siempre porfía...”




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