Indómitos caciques
- Jefeee!, Jefeee!
– un centinela charrúa, mientras corre, se acerca gritando a la toldería del
campamento, sobre el arroyo Salsipuedes Grande,
en la mañana del 11 de abril de
1831.
- ¿Qué pasa, Lobo?
– le contesta, saliendo, el Cacique Polidoro.
- Venir caballos,
muchos. Ahora Paso Tía Tucura, tropa, guerra.
- Puede ser, vamos a
hablar con Cacique Venado.
Rápidamente se
dirigen a otra tienda.
- Cacique Venado,
el guardia escuchó ejército grande cerca, sintió mucho ruido en suelo. Piensa
en guerra.
- Calma, amigo
Polidoro. Viene el General Frutos, con su comitiva, a pactar con nosotros.
Recuerda cuánto lo ayudamos en las Misiones; ahora, él es Presidente.
- Sí, pelié con el
General, nunca me trató bien. Yo no confiar, mejor estar preparado.
- Veremos qué
propuesta trae, hace muchos días que lo esperamos.
Se retiran. Media
hora más tarde aparecen los cinco escuadrones de caballería, con más de mil
hombres.
Pasan lentamente
frente al campamento de los 400 charrúas (200 guerreros y otros 200 entre
mujeres, niños y ancianos), que los miran atónitos.
De repente se
lanzan contra ellos, sorprendiéndolos. Oficiales y tropa, sable o fusil en
mano, matan a diestra y siniestra.
Gritos de mando y
de dolor se mezclan con llantos y relinchos.
Sangre, polvareda,
humo. Sables, lanzas y fusiles crean el caos.
Un grupo, de unos
cincuenta indígenas, lo aprovecha y consigue cruzar las líneas militares,
escapando hacia el norte.
A la noche,
cobijados en el bosque, los dos caciques comentan:
- ¡Frutos, corazón malo y traidor! ¡Nosotros
estar atentos, Venado!
- Tengo que darte
la razón, Polidoro.
¡Pelearemos para
recuperar nuestras
tierras y nuestras familias!
njg 12/04/13
Néstor Gorriarán
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Sepé Extraído de http://www.fotolog.com/yo_deg/ |
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