viernes, 19 de enero de 2018

¿Producto del alcohol y las alucinaciones?

19 de Enero de 1809 - Estados Unidos

… “Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida.

Creo que existe un radical error en el método que se emplea por lo general para construir un cuento. Algunas veces, la historia nos proporciona una tesis; otras veces, el escritor se inspira en un caso contemporáneo o bien, en el mejor de los casos, se las arregla para combinar los hechos sorprendentes que han de tratar simplemente la base de su narración, proponiéndose introducir las descripciones, el diálogo o bien su comentario personal donde quiera que un resquicio en el tejido de la acción brinde la ocasión de hacerlo. 

A mi modo de ver, la primera de todas las consideraciones debe ser la de un efecto que se pretende causar. Teniendo siempre a la vista la originalidad (porque se traiciona a sí mismo quien se atreve a prescindir de un medio de interés tan evidente), yo me digo, ante todo: entre los innumerables efectos o impresiones que es capaz de recibir el corazón, la inteligencia o, hablando en términos más generales, el alma, ¿cuál será el único que yo deba elegir en el caso presente? Habiendo ya elegido un tema novelesco y, a continuación, un vigoroso efecto que producir, indago si vale más evidenciarlo mediante los incidentes o bien el tono o bien por los incidentes vulgares y un tono particular o bien por una singularidad equivalente de tono y de incidentes; luego, busco a mi alrededor, o acaso mejor en mí mismo, las combinaciones de acontecimientos o de tonos que pueden ser más adecuados para crear el efecto en cuestión.


De: La Filosofía de la Composición
En: http://www.catedras.fsoc.uba.ar



“En el imaginario creador de Poe destaca, junto al narrador y el poeta, el ensayista. Entre sus múltiples trabajos teóricos su Filosofía de la composición sobresale por la singularidad de su objetivo: mostrar el proceso de creación de una obra. Aquí, tomando como referencia la escritura de su poema El cuervo, ofrece un conjunto de ideas que trascienden el ámbito de este texto, el cual, tras un análisis minucioso de su contenido, nos ha revelado su profunda relación con la Poética de Aristóteles.

El narrador pasional convive en Poe con el observador racionalista. Esta dualidad se pone de manifiesto en el desarrollo de sus pensamientos sobre el arte y la literatura, donde aflora una vocación preceptista que entrelaza el ímpetu de la pasión creadora con la razón del pensador que pretende distanciarse de todo acto de vehemencia irracional. De ahí que exprese en Marginalia: “tan completa es mi fe en el poder de las palabras, que he creído a veces posible encarnar las vaporosas fantasías que me esfuerzo por describir”. La observación externa de la realidad le guía en el desciframiento de los secretos internos de la creación artística:
Si se me pidiera una definición sumamente breve del término “Arte”, diría que es la “reproducción de lo que perciben los sentidos en la naturaleza a través del velo del alma”.

Desde esta perspectiva hemos de entender las claves para la creación contenidas en la Filosofía de la composición, no exenta de esa maldición de la inteligencia de hacer visible lo invisible.
Poe cumple en la Filosofía de la composición la sentencia aristotélica de que “en orden a la poesía es preferible lo imposible convincente a lo posible increíble”. Y del mismo modo que la Poética indaga sobre el efecto del arte, se propondrá partir de este hecho al esclarecer, en el nacimiento de la inspiración, la importancia de percibir, en el primer impulso creador, los elementos que puedan anticipar un impacto sobre el espectador (…)

De: Edgar Allan Poe, Aristóteles y la filosofía de la composición
Por: Diana María Ivizate González






No hay comentarios: