30 de abril de 1883 Periodista y escritor |
“Bertolt Brecht dijo en una ocasión que si tuviera que apostar por tres libros del siglo XX destinados a formar parte de la literatura universal, uno de ellos sería sin duda Las aventuras del buen soldado Švejk de Jaroslav Hašek. Esta valoración tan extrema de un texto y un autor poco conocidos fuera del ámbito cultural centroeuropeo resulta sorprendente, pero la lectura de la obra obliga a admitir el fino olfato del gran poeta y dramaturgo alemán.
El relato esperpéntico de las desventuras
de Švejk en el ejército Austro-Húngaro enfrascado en la Gran Guerra es uno de
los más brillantes exponentes de ese humor incisivo y sabio en literatura que
marca la grandeza de Rabelais o Cervantes.
El propio Švejk, que al principio
simplemente nos divierte con su carácter disparatado, termina incorporándose al
fin con pleno derecho a una galería universal de personajes que en su
comportamiento extraño esconden una crítica certera del orden y las
instituciones sociales. En el caso de Švejk, el blanco de sus críticas no podía
ser otro que la corrupción extrema de un imperio que desplegaba sus últimas
energías en una matanza espantosa.
Jaroslav Hašek nació en Praga en 1883 en una familia humilde y aunque
conoció oficios diversos en su juventud, como droguero, empleado de banca o
vendedor de perros, la literatura y el anarquismo se convirtieron pronto en los
resortes de su vida. Llamado a filas con el estallido de la guerra, es hecho
prisionero por los rusos en 1915, incorporándose después a la legión checa que
luchaba con la Entente por la independencia de Chequia. En 1917 se une a los
bolcheviques, pero en 1920 regresa a su patria con la intención de dedicarse a
la literatura y plasmar sus experiencias bélicas en un libro que reutilizaría
el personaje de Švejk, creado por él en sus primeros relatos, para construir un
retablo crítico e hilarante de la guerra. Es un trabajo que a su temprana
muerte en 1923 dejaría inconcluso, con sólo tres volúmenes completos de los
seis previstos para el libro.
Hašek nos presenta un cuadro de
brutalidad, corrupción y cinismo en los mandos y estupidez en la tropa que
resulta demoledor. Podemos decir que el autor se recrea con la violencia
esperpéntica de su retrato, porque sabe que forzando levemente los tonos está
enfocando el espíritu justo de aquella barbarie. La miseria de la guerra se
expresa en diálogos absurdos de hombres idiotizados que se disponen
valientemente a morir por un puñado de grandes mentiras. Encerrado en el cerco
fatal, Švejk es un buen hombre que trata en cada momento de hacerlo todo lo
mejor posible (dentro de su natural simpleza), pero las leyes de lo inevitable
harán que todo salga siempre al revés. El recurso a sus ejemplos interminables
se nos revela entonces como la desesperación del simple que busca penosamente
la sabiduría. De todas formas, refugiado en sus buenas maneras, su retórica y
sus recuerdos, Švejk parece haberse dotado de una inmunidad que lo lleva
sonriente a través de la locura desatada.
El tono rabelaisiano que refleja toda la crudeza de la vida, los
paisajes autobiográficos que dan autenticidad a la narración y un humor mordaz
de carcajada que estalla a cada paso hacen de la lectura de este libro un
placer irrepetible que se dilata hasta el triste e imprevisto final. Y estremece
pensar que Hašek dictaba las hilarantes escenas que cierran la obra desde su
lecho de muerte. Pero sin duda, fiel a su destino, gozaba en esos mismos
momentos de la perfección de su retrato como el propio Švejk en su verborrea.
Las aventuras del buen soldado Švejk, del que hay disponibles varias ediciones
en castellano, es un demoledor alegato pacifista al que sin duda es necesario
volver en este tiempo de espanto en que a los muñidores de guerras les conceden
el premio Nobel de la paz. Su caricatura genial ofrece a cada paso generosa
sabiduría: “Hay perros que están malcriados y viciados como un arzobispo”.
Fragmentos del Artículo “Las
aventuras del buen soldado Švejk de Jaroslav Hašek”
En: http://www.jesusaller.com
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