El
esclavo
Ser
el esclavo que perdió su cuerpo
para
que lo habiten las palabras.
Llevar
por huesos flautas inocentes
que
alguien toca de lejos
o
tal vez nadie. (Sólo es real el soplo
y
la ansiedad por descifrarlo.)
Ser
el esclavo cuando todos duermen
y
lo hostiga el claror incisivo
de
su hermana, la lámpara.
Siempre
en terror de estar en vela
frente
a los astros
sin
que pueda mentir cuando despierten,
aunque
diluvie el mundo
y
la noche ensombrezca la página.
Ser
el esclavo, el paria, el alquimista
de
malditos metales
y
trasmutar su tedio en ágatas.
en
oro el barro humano.
para
que no lo arrojen a los perros
al
entregar el parte.
Eugenio
Montejo
Lo
nuestro
Tuyo
es el tiempo cuando tu cuerpo pasa
con
el temblor del mundo,
el
tiempo, no tu cuerpo.
Tu
cuerpo estaba aquí, tendido al sol, soñando;
se
despertó contigo una mañana
cuando
quiso la tierra.
Tuyo
es el tacto de las manos, no las manos;
la
luz llenándote los ojos, no los ojos;
acaso
un árbol, un pájaro que mires,
lo
demás es ajeno.
Cuanto
la tierra presta aquí se queda,
es
de la tierra.
Sólo
trajimos el tiempo de estar vivos
entre
el relámpago y el viento;
el
tiempo en que tu cuerpo gira con el mundo,
el
hoy, el grito delante del milagro;
la
llama que arde con la vela, no la vela,
la
nada de donde todo se suspende
–eso
es lo nuestro.
Eugenio
Montejo
De:
http://amediavoz.com
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