Aurore Dupin o George Sand 1º de julio de 1804- Francia |
“Cuando yo era joven a tu padre
se le ocurrió que me vistiera como un muchacho. Mi hermana hizo lo mismo, y así
íbamos a todos lados a pie, con nuestros maridos, al teatro. Significó una gran
economía en nuestros hogares”. “La idea al principio me pareció divertida y
después muy inteligente. Como ya había estado vestida de varón en mi infancia y
había salido a cazar con blusa y polainas no me resultó nada difícil volver a
una vestimenta que no era nueva para mí. En ese entonces la moda ayudaba bastante.
Los hombres vestían unas largas chaquetas rectas, que caían hasta los talones.
(...) De modo que me hice hacer una chaqueta de grueso paño gris, con el
pantalón y el chaleco iguales. Con un sombrero gris y una gruesa corbata de
lana parecía un estudiante de primer año. No puedo expresar el placer que me
produjeron mis botas, hubiera querido dormir con ellas (...). Con esos pequeños
tacos herrados me sentía firme sobre el piso. Recorría París de punta a punta.
Me veía capaz de dar la vuelta al mundo. Salía con cualquier tiempo, volvía a
cualquier hora, iba a la platea a los teatros. Nadie me miraba ni desconfiaba
de mi disfraz. (...) Pese a que en este extraño modo de vida no había nada de
lo que yo pudiera avergonzarme, lo adopté teniendo clara conciencia de las
consecuencias que podía tener sobre mi reputación y las condiciones de mi vida.
(...) Sin embargo, parecía que el destino me empujaba. Lo sentía imbatible y
estaba decidida a que así fuese; no un grandioso porvenir, era demasiado
independiente en medio de mi fantasía para alimentar cualquier tipo de
aspiración, sino tan sólo un destino de libertad espiritual y aislamiento
poético, en una sociedad a la que no pedía más que olvido y condescendencia
para que me permitiera ganar mi pan cotidiano sin esclavitud.”
George Sand: Historia de mi vida, Parsifal, Barcelona,1990
"Nos dispersamos a sembrar la muerte en ambos
hemisferios y yo, como un águila que rasgase el telón de las nubes, caí sobre
las antiguas comarcas del extremo oriente, allí donde las profundas depresiones
de la altiplanicie asiática, internándose en el mar bajo un cielo de fuego,
crean aún en medio de una intensa humedad, plantas gigantes y animales
temibles. Repuesto de mi cansancio, me sentía imbuido de una fuerza
inconmensurable, orgulloso de sembrar caos y muerte. Con un ala barrí toda una
comarca; con un soplido derribé todo un bosque, y sentía una ciega alegría, la
de ser más poderoso que las fuerzas de la naturaleza.
"De repente, un perfume me atravesó y, sorprendido por
esta sensación tan nueva, me detuve para ver su procedencia. Entonces vi por
vez primera a un ser que había aparecido en la tierra durante mi ausencia; una
criatura fresca, delicada, imperceptible: ¡la rosa!
"Me precipité para aplastarla. Ella se plegó y,
recostada sobre el césped, pudo decirme:
"- ¡Ten piedad! Soy tan hermosa y tan dulce... Siente
mi aroma, me perdonarás.
"Aspiré y una embriaguez repentina aplacó mi furor. Me
recosté yo también en el césped y dormí a su lado.
"Cuando desperté, la rosa se había incorporado y se
balanceaba débilmente, mecida por mi aliento.
"- Seamos amigos - me dijo. no me dejes. Cuando pliegas
tus temibles alas, te encuentro bello y te amo. Erres, sin dudas, el rey del
bosque. Tu aliento, cuando se calma, es un canto delicioso. Quédate o llévame
contigo, así podré ver el sol y las nubes más de cerca.
"Puse la rosa en el medio de mi pecho y salí volando
con ella. Pero pronto me pareció que se marchitaba; al languidecer, era incapaz
de hablar; sin embargo su perfume continuaba hechizándome, y, por temor a aniquilarla,
yo volaba con suavidad, acariciando la cima de los árboles, evitando el menor
choque. Así, con suma precaución, remonté vuelo hasta el palacio de nubes
sombrías donde me esperaba mi padre.
De: Lo que dicen las flores
En: cuentosmagicosblog.blogspot.com
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