Nicolás Cestau |
CADENAS
Llueven piedras desde un
cielo nublado,
Y en mi cabeza repican con
fuerte, con fuerte galope.
Es tarde, amante mío, la cara
me sangra y los ojos se cierran, es tarde,
amante mío, mientras me
acomodo en la cama y me dedico a extrañar.
Pensar que antes era yo la
piedra, la herramienta que abría tu fruta.
No pensaba, no hablaba, no
gritaba, no me quejaba, solo cantaba a la orden de tu, mi rey, solo las
canciones que pedías.
Corría por praderas con
cielos celestes,
y al trote lento sonaban los
grilletes de un amor.
Mientras más te enamorabas
del tintinear de las cadenas, más sufría en la falta de libertad.
Pero era ciega, a las
esclavas no se nos permitía pensar.
No se nos permitía hablar.
No se nos permitía amar.
No se nos permitía soñar.
Me volví irreverente, soñando
a cada momento del día, soñando cada minuto del reloj antiguo,
de la arena recorriendo la
boca fina de la cadera.
Me volví irreverente, y las
cadenas dejaron de sonar al caminar, al caminar sola.
De a poco, de a poquito, las
cadenas se desvanecieron,
De a poquito de a poco,
dejaste de oír el tintinear y tuviste miedo.
La boca se me abrió con mil
grillos, la mente floreció en pensamientos,
el pecho lloro mil
sentimientos y las piernas corrieron lejos de ti, mi rey.
Tuviste miedo y me odiaste en
mi libertad,
Mandaste a todo tu ejército
de armaduras oxidadas y no pudieron matarme.
Me volví irreverente, deje de
ser refugio cuando el dolor te dolía.
Y en ese dejar de ser,
escuche tus propias cadenas,
Nunca fuiste un rey, fuiste
tu propio esclavo.
Alexa Urrestarasú
LA PRESENCIA
Triste, el
hálito de la muerte
sopla a las
puertas del alma.
Nadie casi se
da cuenta
de su presencia
porfiada.
Ronda en los
verdes jardines,
en las
iluminadas risas y
serpenteantes
alegrías,
por recodos
penumbrosos
y en la negrura
de las noches.
¡Qué sola debe
sentirse
sin miradas que
la rocen,
sin oídos que
la escuchen,
apartada,
ignorada,
por inocentes
soñantes vencida,
mientras
tristemente su hálito
sopla a las
puertas del alma.
Graciela Vargas
“Flotando en una palangana
había estrellas y pedazos de eternidad”.
-Julio Cortázar-
Lavé mis sucias manos en el agua que las estrellas entibian.
Hundí mi rostro en la eternidad.
Y me empapé en aquello que tanto necesitaba.
El tiempo no tiene fin, y es todo lo que necesito saber.
Moriría por ti, hoy. Mañana volveré a encontrarte.
Y nos ahogaremos otra vez en esta palangana.
llena de estrellas y pedazos de eternidad.
Bebamos, para entibiar nuestras almas.
Quiero llevar en mí pedazos de eternidad.
Para nunca olvidarme de que esto jamás terminará
Ale of Woolves
ABISMO
“…flotando en una palangana había estrellas y
pedazos de eternidad”…
-Julio Cortázar-
Encontré
su rostro en una palangana:
pedazos
de éter-nada;
lo
saque de allí para salvarla
y la
puse contra la pared de un sueño.
Trozos
de infinitos acabados
conjugan
su presencia
y los
sinónimos de frágil
desaparecen
del diccionario.
Su piel
es ya
una
tela de células vivas,
micro-clones
de mini cuerpos,
segregaciones
subliminales de una reflexión.
Tocan
el timbre
y
desecha en pedazos
cae,
cae,
cae al
abismo
de una
palangana...
Fabián
Mayo
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