jueves, 5 de febrero de 2015

“Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad.” Paul Auster

3 de febrero de 1947- Estados Unidos
Escritor y director de cine.

NOTAS DE UN LIBRO DE COMPOSICIÓN (1967)


I

El mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo.

II

El mundo es mi idea. Soy el mundo. El mundo es tu idea. Eres el mundo. Mi mundo y tu mundo no son lo mismo.

III

No hay ningún mundo excepto el mundo humano. (Por humano me refiero a todo lo que puede ser visto, sentido, oído, pensado e imaginado.)

IV

El mundo no tiene existencia objetiva. Existe en la medida en que somos capaces de percibirlo. Y nuestras percepciones son limitadas necesariamente. Lo que significa que el mundo tiene un límite, que se detiene en alguna parte. Pero donde se detiene para mí no es necesariamente donde se detiene para ti.




V

Ninguna teoría del arte (si es posible) puede ser separada de una teoría de la percepción humana.

VI

Pero no sólo nuestras percepciones son limitadas, el lenguaje (nuestro medio para expresar esas percepciones) es limitado también.

VII

El lenguaje no es experiencia. Es el medio para organizar la experiencia.

VIII

¿Qué es, entonces, la experiencia del lenguaje? Nos da el mundo y lo arrebata de nosotros. En un mismo aliento.

IX

La caída del hombre no es una cuestión de pecado, de transgresión, ni de infamia moral. Es una cuestión del lenguaje conquistando la experiencia: la caída del mundo en el mundo, la experiencia descendiendo del ojo a la boca. Una distancia de aproximadamente tres pulgadas.

X

El ojo ve el mundo en flujo. El mundo es una tentativa de detener el flujo, de estabilizarlo. Y sin embargo persistimos en tratar de traducir la experiencia en lenguaje. De ahí la poesía, de ahí las expresiones de la vida cotidiana. Esto es la fe que previene la desesperación universal —y también la produce.

XI

El arte es el espejo del ingenio del hombre (Marlowe). El reflejo exacto es acertado —y quebradizo—. Destrozar el espejo y volver a arreglar los pedazos. El resultado será todavía un reflejo de algo. Cualquier combinación es posible, cualquier número de pedazos puede quedar fuera. El único requisito es que por lo menos un fragmento permanezca. En Hamlet, sostener el espejo hacia la naturaleza equivale a lo mismo que la formulación de Marlowe —una vez que los argumentos previos han sido entendidos—. Porque todas las cosas en la naturaleza son humanas, aun cuando la naturaleza misma no lo sea. (Nosotros no podríamos existir si el mundo no fuese nuestra idea.) Es decir, sin importar las circunstancias (antiguo o moderno, Clásico o Romántico), el arte es un producto de la mente humana. (El humano imitó.)

XII

La fe en la palabra es lo que llamo Clásico. La duda en la palabra es lo que llamo Romántico. El Clasicista cree en el futuro. El Romántico sabe que será decepcionado, que sus deseos nunca serán cumplidos. Pues cree que el mundo es inefable, fuera del alcance de las palabras.

XIII

Sentirse alienado del lenguaje es perder tu propio cuerpo. Cuando las palabras te fallan, te disuelves en una imagen de la nada. Desapareces. ~

Traducción de Alejandro García Abreu


De: http://www.enriquevilamatas.com

Hay una característica que sus críticos subrayan como meramente definitoria y que es, a mi juicio, el punto débil de casi toda su obra y un vicio que se está demostrando contagioso: el abuso del azar. No hay nada más tramposo que hilvanar las historias con la casualidad. Esta concatenación de hechos azarosos supone romper ese contrato implícito con el lector y una dejación de la más mínima decencia narrativa.

Él mismo se defiende de esta acusación en Dossier de Paul Auster contraponiendo casualidad a linealidad y advirtiéndonos lo que todos ya sabíamos: que la vida está llena de momentos aleatorios que marcan el rumbo de nuestras vidas. Pero su excusa se aprovecha de la ambigüedad de los términos. Todos entendemos que las historias, como la vida, están llenas de contingencias y que el hecho de que un personaje muera atropellado o se salve de un accidente por un retraso circunstancial es perfectamente razonable. Lo que no es admisible es que la narración avance y se resuelva por hechos fortuitos que alteren de una manera burda los elementos fundamentales de la misma. Si, además, el autor convierte la historia en una hipérbole del “efecto mariposa” por el cual todo está relacionado, lo que obtenemos es un texto en el que no es preciso adentrarse en los complejísimos efectos causales, que son sustituidos por los casuales.

Casi todas sus obras son ejemplos de estas carencias, desde El Palacio de la Luna, de hace más de veinte años, donde una casualidad lleva al huérfano Marco Stanley a descubrir que el viejo que contrata es en realidad su abuelo, a la manera en la que se unen las piezas en la reciente Sunset Park.

Extracto de: El síndrome Paul Auster por Malcolm Otero Barral

En: LetrasLibres.com




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