Karel Capek, el visionario
Si la palabra robot existe hoy en el diccionario fue porque
él, o mejor dicho, su hermano Josef, la inventó. No tuvo que buscarla mucho: ya
estaba en su idioma, robota, que en checo significa 'trabajo' y, más
concretamente, 'trabajo duro' o 'trabajos forzados'. En su obra de teatro
R.U.R., unos seres creados por el hombre llamados 'robots' eran obligados a
realizar trabajos forzados por una sociedad capitalista. El término tuvo éxito
y pronto se extendió a todo el género de la ciencia-ficción. Pero no fue ése el
único hallazgo del checoslovaco Karel Capek: escribió una de las novelas más
desconocidas y más brillantes del siglo XX, La guerra de las salamandras, una
finísima ironía sobre el ascenso del nazismo al poder y el desarrollo de las
sociedades capitalistas. En 2007 se cumplieron los setenta años del libro y
este año se cumplen los setenta de la muerte de Karel Capek, el visionario.
La guerra de las salamandras es una novela de distopía que
está a la altura de obras como 1984, de George Orwell, o La Naranja Mecánica,
de Anthony Burgess. Es un libro de culto entre los apasionados de la
ciencia-ficción con un relato que apasiona tanto a adolescentes como a adultos.
Escrito en 1936 y publicado en 1937, lo que pretendía ser una crítica del mundo
de su tiempo ha terminado siendo una crítica del mundo de todos los tiempos, en
los que imperan la explotación capitalista, el racismo, el odio por lo
desconocido, el tráfico de armas y... los abogados.
La novela, dividida en tres partes, es algunas veces
absolutamente desternillante y otras veces de una enorme profundidad. Un
capitán de barco perdido en el Pacífico y a la búsqueda de perlas preciosas
descubre una extraña especie de salamandras que rápidamente muestran su
capacidad para aprender del ser humano. Primero se ponen en pie y luego emiten
sonidos que terminarán convirtiéndose en palabras, frases e ideas. Las
salamandras de esa isla saben hablar.
El hallazgo supone un impacto mediático mundial. Tras la
primera sorpresa, los seres humanos deciden aprovecharse de las capacidades de
las salamandras para emplear herramientas, hablar y realizar trabajos para
convertirlas prácticamente en esclavos. La vorágine capitalista necesita cada
vez más y más de estos nuevos esclavos. Los ejércitos también deciden
utilizarlas y les enseñan el manejo de las armas.
Pero entre las salamandras comienza a surgir el descontento
por la forma en que son tratadas y empiezan a reclamar espacios propios para
expandirse. Deciden hundir las ciudades en el mar y rebelarse contra la
Humanidad. Cuando los hombres intentan defenderse, las salamandras acuden a...
los abogados. Tienen la puerta abierta para hacerse con el control de la
Tierra, pero entre ellas también comienzan a existir desavenencias porque han heredado
las virtudes, pero también todos los defectos de los seres humanos, como la
codicia o la ambición.
Karel Capek realizaba en su novela, en la que no hay un
protagonista en concreto, una ácida crítica del ascenso del nazismo en Alemania
y de cómo éste haría que el mundo desembocara en un conflicto internacional. En
uno de los capítulos narraba cómo los alemanes querían tener su propia raza de
salamandras, las 'salamandras arias', que tendrían todas sus virtudes y ninguno
de sus defectos.
Pero también arremetía contra el capitalismo salvaje. Los
propios Estados que intentaban combatir a las salamandras eran los que, al
mismo tiempo, les vendían las armas. Y los mismos abogados cuyas vidas
correrían peligro en caso de que las salamandras vencieran eran quienes las
defendían ante los tribunales.
Karel Capek había creado una obra maestra de la
ciencia-ficción que, sin embargo, poco a poco fue quedando en el olvido porque
ese género pronto fue dominado por el mundo anglosajón, pero el libro ha
continuado siendo objeto de debates, de clubs de fans y de discusiones en foros
de internet. La obra fue reeditada por la editorial Gigamesh en 2003 y ahora
vuelve a despertar el viejo interés por los aficionados.
Novelista, productor teatral y dramaturgo, Karel Capek nació
en la República Checa en 1890. Estudió en la Universidad de Praga y abogó por
mantener a su país como nación neutral durante la I Guerra Mundial. Fue
director de un periódico en Praga y creó el teatro de Vinohradsky. Su primera
obra teatral, R.U.R. (Rossom's Universal Robots) no tuvo gran éxito en su
momento, pero sirvió para acuñar una de las grandes palabras del siglo XX. Hace
unos meses, la obra teatral volvió a representarse en los escenarios de París.
La obra era del año 1921, el mismo en que escribió La fábula
del Absoluto. Posteriormente escribiría Krakatit y The Makropoulos Secret, en
1925. Dedicaría el año 1936 a escribir La guerra de las salamandras. Karel
Capek moriría el Día de Navidad de 1938, sin llegar a comprobar que su profecía
de un mundo en total destrucción había sido totalmente exacta.
Hoy, la República venera a quien sin duda es su escritor de
ciencia-ficción más importante del siglo XX y una de las grandes plumas que dio
el país.
Muchas veces, las amenazas en la ciencia-ficción contra la
Humanidad proceden de mundos exteriores ajenos a la Tierra. Capek, sin embargo,
sitúa esa amenaza en una especie que habita en el mismo planeta. En realidad,
sus salamandras representan la aparición de movimientos radicales dentro de la
propia sociedad, que primero se aprovecha de ellos para explotarlos, luego
alienta sus derechos y, finalmente, es dominada por ellos. Eso mismo vio Capek
que estaba sucediendo con el nazismo en Alemania y, a partir de su alegoría,
alertó sobre el inminente peligro que se cernía sobre Europa. Pero también toca
en su novela muchos otros aspectos de la conducta humana que pueden llevarla al
borde de la destrucción si son alimentados: la explotación salvaje, la codicia,
la forma de no respetar al otro como igual y de considerarlo un ser inferior.
La novela tiene la particularidad, además, de que está
escrita con estilos narrativos muy diferentes (hay incluso una carta escrita en
chino), sin personajes protagonistas concretos y hasta con un diálogo final del
escritor consigo mismo sobre cómo debe terminar la obra. Eran las ocurrencias
geniales de un autor hoy prácticamente desconocido que sigue siendo un total
visionario en el siglo XXI. Y seguirá...
De: http://www.granadahoy.com
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