Favela Ciudad de Dios- Brasil |
Aquellos que entren,
abandonen todas las esperanzas...
abandonen todas las esperanzas...
El zamba busca y encuentra zamba,
y las playas de Río son las más cálidas del mundo. Unas mujeres hermosas bailan
acompañados por caballeros con una sonrisa impecable. El verde amárelo impregna
todo, el telón, los asientos, hasta el propio escenario y nosotros impávidos
alucinamos con la obra. La utopía de la felicidad nos absorbe y el desfile de
la ostentación nos envuelve. El orden y el progreso parecen posibles. Los
rascacielos acarician los morros. La sombra del cristo abraza al Brasil entero.
En este espectáculo todo es alegría, todo es amor, plenitud, felicidad y
riquezas. Y es por ello principalmente que nada lo es.
Nos cruzamos con las modelos, con
los futbolistas, con el alegre brasileño siempre a las risas, feliz de estar
vivo, hasta que llegamos a la puerta de
salida. Sin gestos y sin nada que lo delate Rubem Fonseca, nuestro Virgilio,
nos espera, y al salir del teatro y entrar en las calles Brasil nos muestra su
desdentada sonrisa.
El autor no nos pasea por
absolutamente nada rimbombantemente colorido, y por un momento parece que todo
fuera gris, blanco, negro y por supuesto, rojo. Las calles sucias, el cielo
sucio, el mundo sucio. El infierno personal por el que nos conduce nuestro guía
no existe en ninguna postal turística. No aparece en ninguna comedia trillada.
No respira ningún aire de progreso, y dista de la propaganda optimista que nos
meten por el recto. El contra discurso violento grita por darse a conocer, y
detrás de su hambre latente de alegría, aparece por un momento la suplica por un
espectáculo diferente.
El Brasil de Fonseca está vivo, y
es tristemente real. Sepulta todo herméticamente en una superficialidad
mecánica, donde los actores se mueven, sin propósito y sin sueños, sin
optimismo alguno como un gigante retrasado paseando por una ciudad
superpoblada. En este infierno dantesco las putas, los maricones, los pobres,
los ricos, los dementes, los psicópatas, los cerdos, los sin tierra, los sin
esperanzas, los nada absolutos son los absolutos héroes. Y cualquiera puede ser
asesino, cualquiera puede ser la escoria más impune. El bien y el mal si son
como en la vida real, juego de conceptos para niños, y no una línea divisoria. La contracultura del autor presenta el placer
por la violación, la alegría de los pederastas y los psicópatas, el odio de los
abandonados, y las pesadillas más brutales de los amantes fascistas de la crónica
roja.
De un lado de la vereda, Dios es
brasileño, y seduce a cualquiera con las bellezas más gratas de un Edén
terrenal. Del otro, los prohibidos, las sobras, las favelas pintarrajeadas, que
traspiran exclusión y alienación, el alimento de la “O globo”. En el medio,
nuestro guía nos pasea, y nos relata la memoria de los que ni siquiera se les
ha dejado tener historia. Pero a diferencia de “La Comedia”, en este viaje
Rubem no nos conduce por el infierno para llegar al paraíso en un anhelo de
amor y purificación sino todo lo contrario: nos baja como ángeles del cielo y nos arrastra en la mierda que todos -lectores y no-lectores- dejamos caer.
Carolina y Germán
Taller de Lectura "Grafo al Aire"
Centro de Formación Humanística PERRAS NEGRAS
Rubem Fonseca, el policía que creyó en la escritura. Un autor brasileño para leer de punta a punta. |
1 comentario:
Muy bien escrito. Nos hace sentir el lado obscuro y sórdido de la ciudad de Rio de Janeiro.
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