martes, 24 de junio de 2014

“Sí, para nosotros es tierra en los zapatos. Sí, para nosotros es piedra entre los dientes. Y molemos, arrancamos, aplastamos esa tierra que con nada se mezcla. Pero en ella yacemos y somos ella, y por eso, dichosos, la llamamos nuestra” - Ana Ajmátova

23 de junio de 1889- Rusia
Poeta.
Sobre ella pesaron diversas condenas
-desde la prohibición de ser publicadas sus obras 

hasta la deportación-
emitidas por el régimen soviético de la época.

Diecisiete meses pasé haciendo cola a las puertas de la cárcel, en Leningrado, en los terribles años del terror de Yezhov. Un día alguien me reconoció. Detrás de mí, una mujer –los labios morados de frío- que nunca había oído mi nombre salió del acorchamiento en que todos estábamos y me preguntó al
oído (allí se hablaba sólo en susurros):
-¿Y usted puede dar cuenta de esto?
Yo de dije:
-Puedo.
Y entonces algo como una sonrisa asomó a lo que había sido su rostro.
                                       (Leningrado, 1 de abril de 1957)

          Anna Ajmátova, “En vez de prólogo”.



















Anna Ajmátova. Una cosa extraña...

Después de mis noches en Moscú (en la primavera de 1924), el cese gradual de mi actividad literaria dio comienzo. Dejaron de imprimir mis poemas en las revistas y anuarios, o de invitarme a veladas literarias (me encontré con Maria Shaginian en la Perspectiva Nevski. Dijo: " Eres una cosa extraña e importante: han hecho un decreto especial sobre ti: no arrestar, pero tampoco imprimir").

De "Prosas"

En: petitpalaisduvocabulaire.blogspot.com



A la ciudad de Pushkin

1
¿Qué puedo hacer? Ellos te destruyeron,
¡Qué encuentro más cruel que el separarse!
Aquí hubo un surtidor, allá alamedas,
Más a lo lejos verdecía el parque...
La aurora más rosada que ella misma
Fue aquél abril. Olor a húmeda tierra,
A primer beso...

2
Las hojas de este sauce en el siglo pasado se murieron,
Para brillar cien veces más lozanas en la forma de un verso.
Las rosas se trocaron en purpúreas rosaledas silvestres,
Pero los himnos de la escuela siguen brotando sin desánimo.
¡Medio siglo pasó! Fui premiada por la divina suerte
Y en los días violentos olvidé el fluir de los años.
¡Ya no voy por allí! Pero a la orilla del río de la muerte,
Yo llevaré mis trémulos jardines de Tsárskoie Seló.

Versión de Rafael Alberti


Cuando escuches el trueno me recordarás...

Cuando escuches el trueno me recordarás
Y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
Y el corazón, como entonces, estará en el fuego.

Esto sucederá un día en Moscú
Cuando abandone la ciudad para siempre
Y me precipite hacia el puerto deseado
Dejando entre ustedes apenas mi sombra.



Dedicatoria

Las montañas se doblan ante tamaña pena
Y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
Detrás de ellos sólo "mazmorras de la trena"
Y una melancolía que es la muerte.

Para quién sopla la brisa ligera,
Para quién es el deleite del ocaso -
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
Sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
Y del soldado el pesado paso.

Nos levantamos como para la misa de madrugada,
Caminábamos por la ciudad incierta,
Para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
Bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
Mas la esperanza a lo lejos canta cierta...

La sentencia... y las lágrimas brotan de repente,
Ya de todo separada,
Como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
Como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
Pero marcha... vacila... aislada...

¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
De mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
Qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo

Versión de Jorge Bustamante García


La musa

Cuando en la noche oscura espero su llegada,
Se me antoja que todo pende de un hilo.
¿Qué valen los honores, la libertad incluso,
cuando ella acude presta y toca el caramillo?
Mira, ¡ahí viene! Ella se echa a un lado el velo
Y se me queda mirando larga y fijamente. Yo digo:
"¿Has sido tú la que le dictó a Dante las páginas sobre el infierno?"
Y ella responde: "Yo soy aquella."

Versión de María Teresa León

De: poesia@amediavoz.com


Su esposo, Nikolái Gumiliov,
fundador del acmeísmo, junto a otros poetas.
Ejecutado por el régimen soviético.

Jirafa


Hoy descubro que tienes una mirada triste,
Una particular finura de los brazos que rodean tus rodillas.
Pero escucha: muy lejos, allá en el lago Chad,
Se pasea con gracia una jirafa.

Ostenta, elegante, su tierna delgadez
Y adorna su piel un mágico trazado,
Al que solo la luna se atreve a compararse
Cuando, quebrada, flota sobre los grandes lagos.

A lo lejos semeja las velas de una nave,
Y su carrera fluye como el risueño vuelo de los pájaros;
Sé que la tierra la contempla asombrada
Cuando al anochecer se esconde en su gruta de mármol.

Conozco las leyendas de misteriosos pueblos:
La de una virgen negra, la del guerrero amante.
Pero hace mucho tiempo respiras en la bruma,
Y no quieres creer sino en la lluvia fría.

Entonces ¿cómo hablarte de un jardín tropical,
De las esbeltas palmas, del aroma de plantas ignotas...?
¿Lloras? Escucha: muy lejos, allá en el lago Chad
Se pasea con gracia una jirafa.


Traducción del ruso de José Manuel Prieto y Ernesto Hernández Busto

De: http://descontexto.blogspot.com


Poema que sorteó la férrea vigilancia de la prisión donde estaba confinado y circuló clandestinamente por toda Rusia.



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