“No
se sorprenda en encontrarme tan entendido en los misterios que usted oculta tan
bien: conozco esos misterios, a pesar de usted; un sentido, a veces, puede
suplir a otro; a pesar de su más celosa vigilancia, se escapan, incluso en el
corpiño mejor ajustado, algunos ligeros intersticios por los cuales la vista
suple al efecto del tacto. El ojo ávido y temerario se insinúa impunemente bajo
las flores de un ramo, merodea entre la felpilla y la gasa, y deja sentir como
si fuese el tacto la elástica resistencia que la tímida mano no osaría
comprobar”.
De
Saint-Preux a Eloísa
En
Julia o la nueva Eloísa
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