José Antonio Rial 21 de abril de 1911- España |
LA VOZ DE UN ESCRITOR
AUTÉNTICO
“No
se olvida el castigo que implica prohibición absoluta, el castigo que condena a
no ser, que somete a ser noche, no de estrellas, sino abismo negro sin fondo, sin
mar y sin riberas” - José Antonio Rial
La
novela de José Antonio Rial La prisión de Fyffes (1969) es realmente un
reportaje biográfico de las experiencias en aquella sórdida prisión, antiguo
almacén de plátanos de Santa Cruz de Tenerife convertido en cárcel improvisada
a raíz de la rebelión militar del general Franco. En esta prisión también
estuvo recluido el más joven de los poetas canarios vanguardistas Domingo López
Torres, que antes de ser arrojado al mar con otros compañeros enfundados en
sacos, escribió un estremecedor poema “Los retretes (3 de la mañana)”, al que
pertenecen estos versos: “Mientras la oscura cloaca de desdenes /
insuficiente para tanta ofrenda / salta sobre la geometría de los bordes /
inventando rizados carruseles”.
En
su libro La prisión de Fyffes, Rial ha descrito sobrecogedoramente aquel
repelente e insalubre lugar: “resultaba difícil superar la prueba de lo
escatológico humano”, un “vivir en cloacas” en un recinto de republicanos
hacinados, “hombres inmovilizados, a los que acecha la muerte cada día” y que
tuvieron que enfrentarse a muy difíciles condiciones físicas y morales. La
habilidad narrativa demostrada por Rial para combinar el elemento testimonial
con las abundantes interiorizaciones de los personajes, pone en evidencia a un
auténtico novelista.
El
novelista, dramaturgo y periodista José Antonio Rial nace en San Fernando,
Cádiz, el 21 de abril de 1911 y fallece en Caracas el 17 de noviembre de 2009,
a la edad de 98 años. Hijo de un marinero antimilitarista, siendo muy niño se
traslada con su familia a la Isla de Lobos de Canarias, donde su padre había
sido destinado como farero. “Lo más característico, acaso, de mi vida ha sido
criarme en faros -nos confesaría Rial- hijo de un raro torrero que escribía novelas,
teatro y artículos para lejanos periódicos”. Estudia bachillerato en Las Palmas
de Gran Canaria y culmina los estudios de oficial de marina en Tenerife. A los
catorce años trabaja de reportero en el diario de La Provincia (Las Palmas). Se
vincula al núcleo vanguardista de la revista Gaceta de Arte, dirigida por
Eduardo Westerdahl, y en cuya redacción figuraban Agustín Espinosa, Pedro
García Cabrera, Domingo Pérez Minit, Óscar Petana Ramos, Emeterio Gutiérrez
Albelo y Domingo López Torres.
Militante
de Izquierda Republicana es detenido en 1936, tras la sublevación militar del
general Franco, y encarcelado en la prisión de Fyffes, donde por participar en
una conspiración sufre un segundo consejo de guerra. Aunque el fiscal pide la
pena de muerte, sólo permanece en la cárcel hasta el 5 de noviembre de 1943,
día en que queda en libertad vigilada. Retoma su carrera literaria y publica la
novela Gente de mar (1947, primer premio de la Asociación de la Prensa de
Tenerife). En 1950, ante el temor de ser encarcelado nuevamente, emprende el
camino del exilio a Venezuela. Trabaja para las editoriales Las Novedades y La
Continental. Escribe en el periódico El Universal de Caracas, del que llega a
ser jefe de redacción. Asiste a la Universidad Central, donde tiene como
profesor al novelista y ensayista exiliado Segundo Serrano Poncela, que le
anima a proseguir la carrera literaria. Durante casi dos décadas mantiene en la
Televisión Nacional de Venezuela un programa semanal sobre teatro, “El rostro y
sus máscaras”. En 2007 se le otorga la Medalla de Oro de Canarias.
José
Antonio Rial publica en Venezuela los siguientes libros de prosa narrativa
Venezuela Imán (1954), Reverón (1954), Jezabel (1965) y La prisión de Fyffes
(1969), su obra más relevante. Más tarde, en 1991, se publica Segundo naufragio
y Tiempo de espera y, en 2004, Las nereidas del faro. Participa en la obra
colectiva rescatada recientemente Antología de musas cautivas (2008), edición
facsímil de un valiosísimo manuscrito elaborado por presos políticos canarios
en las cárceles de Lazareto-Gando y Fyffes. Sus obras de teatro, representadas
a partir de mediados de los setenta por el grupo venezolano Rajatabla, le
otorgan una gran popularidad y le convierten en el autor dramático más
demandado del público venezolano. Entre sus numerosas obras, citaremos:
Entelequias, su primera obra teatral, escrita a la edad de 18 años, Viaje
interior, publicada en 1935, Ángel, obra escrita en sus años de cárcel, Los
armadores de la goleta Ilusión (1950), La torre (1951), obra galardonada en el
Ateneo de Caracas, Nurami (1954), Cementerio de automóviles (1957). La escuela
nocturna (1963), La muerte de García Lorca (1969), El padre (1977), Bolívar
(1982), La fragata del sol (1983), Cipango (1986), visión polémica del
descubrimiento colombino, Panamá (1990), La Cenicienta en Palacio (1993) y
Sucre, el sueño del hombre (2004), epopeya sobre el Gran Mariscal de Ayacucho
y, sobre todo, un canto a la libertad.
Y
como dijo el escritor isleño: “La libertad es para mí un regalo mayor que un
convite para un muerto de hambre”.
Francisco
Arias
De: ISLABAHIA.COM
El
genocidio en Europa y medio mundo que impulsó el fascismo es harto conocido.
Pero por desgracia, es más desconocido su brutal zarpazo en países como
Canarias. Campos de concentración como Fyffes, Gando, La Isleta,
Tefía...regaron la tierra canaria de sangre de antifascistas, revolucionarios o
simples isleños comprometidos con las libertades. Detenciones, torturas,
persecución, asesinatos...casi 7.000 canarios fueron asesinados, cerca de
40.000 detenidos y miles de familias humilladas y hundidas en la miseria. Todo
ello en un país que, si bien resistió en algunos focos (Arucas, Vallehermoso,
La Palma...), no plantó una oposición militar comparable al de otras naciones
del estado. Con todo, el pueblo canario padeció una represión tal comparable a
las regiones españolas que más encarnizadamente resistieron a las tropas
franquistas. ¿Por qué? Aún los historiadores no nos dan respuestas
convincentes. Nosotros no descartamos, en absoluto, el desprecio de los mandos
militares españoles en Canarias con las masas campesinas y trabajadoras de
isleñas. Todo esto sin olvidar, por supuesto, el nefasto y criminal papel que
jugó las oligarquías insulares colaboracionistas. Aunque ya no puede sorprender
el cinismo hispánico -ya estamos acostumbrados al mismo- resulta bochornoso que aún pongan sobre la
mesa los conventos e iglesias que fueron quemados cuando ni uno sólo de ellos
fue en Canarias ni por los canarios. Exterminando toda una generación de canarios y canarias
formados, politizados y comprometidos, debemos reconocer el retroceso que
supuso para la concientización de la sociedad canaria. Hoy las consecuencias
continúan vigentes.
Nosotros
no olvidamos el genocidio. No queremos venganza sino MEMORIA Y DIGNIDAD.
Publicado por BLOG Nación Canaria
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