18 de febrero de 1883- Heraclión Escritor y filósofo |
Nietzsche
(Fragmentos)
En las fronteras de la vida y de la muerte,
donde la presa halló refugio, en el recodo
secreto de la entraña, velas, cazador,
y sobre la salvaje presa te abalanzas.
Las tres sirenas pasas —Dios, amor y patria—
y recorres la tierra vagabundo
¡más allá de la dicha y la esperanza!
Asesino-de-dios, herido Akrita,
gemiste tú y yo te escucho y llego
cual un lebrel hambriento desde Creta:
Ha llegado el tiempo, álzate, capitán;
ya anochece, los astros se encendieron:
hambre tiene el corazón, morir no quiero.
Señora-Llama apareció, la-ama-de-leche,
y erguida, muda, en la oscuridad nos hace señas:
¡las torres de la deshonra se hagan ceniza!
¡Rico botín, hermano, no queremos;
glorias, dichas no aprecia nuestro espíritu,
no nos tañe el pandero hetera alguna
en la del mundo caravana vergonzante;
aire puro queremos – de la tierra
el bajo cielo raso nos sofoca!
(...)
¡Ah si Caronte muriera por un instante
y tú te alzaras, alma valerosa,
y que de ti se cogiera voraz,
entre esbeltos cipreses florecidos,
en cuelgas todo tu harapiento ejército,
cual se arraciman las abejas con su reina!
Mira: comienza ahora la batalla:
álzate, alma, y repártenos troneras;
a nuestros corazones tu dolor embriaga
y tus barquitos de papel en el asalto
de nuestro deseo volviéronse galeras,
y hojas crió la mente y alas nuevas.
Ya silban las primeras balas y la Moira
amarra sus sandalias coloradas.
Las amenazas, negras mensajeras,
tocan la puerta del hombre desdichado.
Las narices del tiempo azufre huelen;
circunda tu palabra cual un león
a la tierra madura y las sienes crujen.
¡Oh Nietzsche novio, parte el gran cortejo;
crían las tumbas crespos azahares;
y la Victoria llega ya a tu soledad!
De: blogslarioja.com
"Carta al Greco"
Fragmento
Todo hombre cabal tiene en sí, en el corazón de su corazón,
un centro secreto alrededor del cual gira el universo; esta revolución secreta
da una unidad a nuestro pensamiento y a nuestras acciones y nos ayuda a
descubrir o a inventar las armas del mundo. Unos tienen el amor, otros la sed
de conocimiento, otros la bondad o la belleza; o también la pasión del oro o
del poder: todo esto lo refieren y los someten a esta pasión central.
Desdichado el hombre que no siente en el fondo de sí mismo a un monarca
absoluto que lo gobierna: su vida, anárquica e incoherente, se dispersa a todos
los vientos. Abuelo, nuestro centro, que en su torbellino se ha apoderado de
todo el mundo visible, esforzándose, por levantarlo al estadio superior del
calor y de la responsabilidad, es este: la lucha con Dios. ¿Cuál Dios? La
cumbre salvaje del alma humana que siempre estamos a punto de alcanzar y
siempre se nos escapa un salto y sube más arriba.
Nikos, con su madre y sus dos hermanas, en Heraklión. |
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