Eureka
(FRAGMENTOS)
Prefacio
Con profundo respeto dedico esta obra a Alexander
Von Humboldt. A los pocos que me aman y a quienes yo amo, a los que sienten más
que a los que piensan, a los soñadores y a los que depositan su fe en los
sueños como únicas realidades, ofrezco este Libro de Verdades, no como
Anunciador de Verdad, sino por la Belleza que en su Verdad abunda, haciéndola
verdadera. A ellos presento esta composición sólo como un Producto de Arte,
como una Novela o, si no es una pretensión demasiado elevada, como un Poema. Lo
que aquí propongo es verdadero; por lo tanto, no puede morir; y si de alguna
manera fuese hollado y muriese, nacerá de nuevo a la Vida Eterna. Sin embargo,
sólo como poema deseo que sea juzgada esta obra después de mi muerte.
E.A.P.
Mi proposición general es la siguiente: En la
unidad general de la primera cosa se halla la causa secundaria de todas las
cosas, junto con el germen de su aniquilación inevitable.
No conozco ningún tratado en el cual se dé una
visión del universo, usando la palabra en su acepción más amplia, la única
legítima; y quizá sea oportuno aclarar aquí que con el termino
"universo", siempre que sea empleado sin calificación en este ensayo,
pretendo designar la mayor extensión de espacio concebible, con todas las cosas
espirituales y materiales que pueden imaginarse existentes dentro del ámbito de
esta extensión.
¡Ah! 'La capacidad o incapacidad de concebir algo
--dice Mr. Mill con gran justeza-- en ningún caso debe ser considerada como
criterio de verdad axiomática.
'Los contradictorios no pueden ser ambos
verdaderos, es decir, no pueden coexistir en la naturaleza!
'Porque nos resulta imposible concebir que un árbol
pueda ser algo distinto de un árbol o no ser un árbol'
'Nada sé de caminos; pero conozco la maquinaria del
universo. Esto es todo. La aprehendí con mi alma, la alcancé por la simple
fuerza de la intuición'
No me importa que mi obra sea leída hoy o por la
posterioridad. Puedo esperar un siglo a mis lectores si el mismo Dios esperó
seis mil años un observador. ¡Triunfo! He robado el secreto de oro de los
egipcios. Me entrego a mi furia sagrada.
Comencemos en seguida con la más simple de las
palabras: "Infinito". Esta, como Dios, espíritu y algunas otras
expresiones que tienen equivalentes en todas las lenguas, en modo alguno es
expresión de una idea, sino un esfuerzo hacia ella. Representa un intento
posible hacia una concepción imposible. El hombre necesitaba un término para
indicar la dirección de este esfuerzo, la nube tras la cual se halla, por
siempre invisible, el objeto de esta tentativa. En fin, se requería una palabra
por medio de la cual un hombre pudiera ponerse en relación de inmediato, con
otro hombre y con cierta tendencia del intelecto humano. De esta exigencia
surgió la palabra infinito, la cual no representa, sino el pensamiento de un
pensamiento. Con respecto a este infinito, el infinito espacial,
oímos decir con frecuencia que su idea es admitida por la inteligencia, es
aceptada, es sostenida a causa de la dificultad mayor que presenta la
concepción de un límite.
Creemos en un Dios. Podemos creer o no en el
espacio finito o infinito; pero nuestra creencia, en tales casos, merece en
realidad el nombre de fe, y es una cosa completamente distinta de esa creencia
particular, y de esa creencia intelectual que presupone la concepción mental.
Hay gentes, lo sé, que en sus esfuerzos por llegar
a lo inalcanzable adquieren muy fácilmente gracias a su jerga, entre quienes
creen que piensan, para quienes la oscuridad y la hondura son sinónimos, una
especie de calamaresca reputación de profundidad; pero la más hermosa cualidad
del pensamiento es el auto-conocimiento; y de un modo algo paradójico puede
decirse que no hay niebla de la mente mayor que la que, extendiéndose hasta los
mismos límites del dominio intelectual, los sustrae a la comprensión.
En
realidad, mientras encontramos imposible imaginar un fin al espacio, no nos
cuesta representarnos cualquiera de sus infinitos comienzos.
¡Se necesita ser Dios mismo! Con una frase tan
alarmante que aún vibra en mis oídos, me atrevo sin embargo a preguntar si
nuestra presente ignorancia de la Divinidad es una ignorancia a la cual el alma
está eternamente condenada.
La unidad es, pues todo lo que predico de la
materia originalmente creada; pero me propongo mostrar que esta unidad es un
principio suficiente para explicar la constitución, los fenómenos existentes y
la aniquilación absolutamente inevitable por lo menos del universo material. La
voluntad de ser la partícula primordial ha completado el acto, más propiamente,
la concepción de la creación.
Para la eficaz y cabal realización del designio
general vemos pues la necesidad de una repulsión de fuerza limitada, algo
separador que al desaparecer la voluntad de difusión permita el acercamiento y
al mismo tiempo prohíba la unión de los átomos, concediéndoles una aproximación
infinita mientras les niega contacto positivo; en una palabra que tenga el
poder...
Que ese algo repulsivo existe realmente, lo vemos.
El hombre no emplea ni conoce una fuerza suficiente para poner en contacto dos
átomos...- el designio de la repulsión, la necesidad de su existencia; pero me
he abstenido religiosamente de toda tentativa de investigar su naturaleza, a
causa de una convicción intuitiva de que el principio en cuestión es
estrictamente espiritual, yace en una profundidad impenetrable para nuestro
entendimiento presente, esta implicado en una consideración del Espíritu en sí
mismo. Siento, en una palabra, que aquí sólo aquí Dios se interpuso, porque
sólo aquí la dificultad exigía la interposición de Dios.
¿Qué declara la ley newtoniana? Que todos los
cuerpos se atraen entre sí con fuerzas proporcionales a sus cantidades de
materia, e inversamente proporcionales al cuadrado de sus distancias. He dado a
propósito en primer lugar la versión vulgar de la ley; y confieso que en ésta,
como en la mayoría de las versiones vulgares de las grandes verdades,
encontramos pocos elementos sugestivos. Adoptemos ahora una fraseología más
filosófica: Todo átomo de todo cuerpo atrae a todo otro átomo, tanto de su
cuerpo como de cualquier otro, con una fuerza que varía en razón inversa a los
cuadrados de las distancias entre el átomo atrayente y el átomo atraído.
Estas ideas, concepciones como éstas, pensamientos
que no parecen pensados, ensoñaciones del alma más que conclusiones o aun
consideraciones del intelecto; ideas, repito, como éstas, son las únicas que
podemos elaborar provechosamente en cualquier esfuerzo por aferrar el gran
principio de atracción.
La inversión de nuestro proceso nos ha llevado,
pues, a un resultado idéntico, pero mientras en un proceso la intución era el
punto de partida, en el otro era la meta. Al comenzar el primer camino sólo
puedo decir que, con una irresistible intuición, sentí que la simplicidad había
sido la característica de la acción original de Dios; al terminar el último
sólo puedo declara que, con una irresistible intuición, percibo que la unidad
ha sido la fuente de los fenómenos observados de la gravitación newtoniana.
Así, de acuerdo con las escuelas, no pruebo nada. Sea; mi único propósito es
sugerir y convencer por medio de la sugestión. Sé con orgullo que muchos
intelectos humanos, dotados del más profundo y prudente discernimiento, no
pueden menos de sentirse sumamente satisfechos de mis sugestiones. Para estos
intelectos, como para el mío, no hay demostración matemática que pueda brindar
la más mínima prueba adicional verdadera de la gran verdad que ha anticipado,
la verdad de la unidad original como fuente, como principio de los fenómenos universales.
Por mi parte no estoy tan seguro de que hablo y veo, no estoy tan seguro de que
mi corazón palpita y mi alma vive, de que mañana saldrá el sol - probabilidad
que aún se encuentra en el futuro-, no pretendo tener de todo esto la milésima
parte de la seguida que me inspira el hecho irremediablemente consumado de que
todas las cosas y todos los pensamientos de las cosas, con toda su inefable
multiplicidad de relaciones, surgieron al mismo tiempo a la existencia de
partir de la unidad primordial e independiente.
...la razón encuentra su camino, si es que lo
encuentra, en su búsqueda de la verdad. Gracias a la dificultad, a la
peculiaridad que se presenta ahora, salto en seguida al secreto, un secreto que
no pude haber alcanzado nunca de no ser por la peculiaridad y por las
inferencias que, en su simple carácter de peculiaridad me brinda. El proceso
del pensamiento, en este punto, puede ser esbozado a grandes trazos así: Me
digo a mí mismo: la unidad, como lo he explicado, es una verdad; lo siento. La
difusión es una verdad; lo veo. La irradiación por medio de la cual se
reconcilian estas dos verdades es por consiguiente una verdad; lo percibo.
Para concluir esta parte del tema: Estoy plenamente
justificado para afirmar que la ley que solíamos llamar de gravedad existe a
causa de que la materia ha siso irradiada, en su origen, atómicamente, dentro
de una limitada esfera de espacio, a partir de una partícula propiamente dicha,
una, individual, incondicionada, independiente y absoluta, por el único proceso
capaz de satisfacer, al mismo tiempo, las dos condiciones: la irradiación y la
distribución, generalmente uniforme en toda la esfera, es decir, por una fuerza
que varía en proporción directa a los cuadrados de la distancias entre los
átomos irradiados y el centro particular de irradiación.
Por mi lado no tengo paciencia para fantasías tan
tímidas, tan ociosas y tan torpes a un tiempo. Son propias de una absoluta
cobardía de pensamiento. Que la naturaleza y el Dios de la naturaleza son tan
distintos, es algo acerca de lo cual ningún pensamiento puede dudar. Por la
primera entendemos simplemente que las leyes del segundo. Pero con la misma
idea de Dios, omnipotente omnisciente, sostenemos también la idea de la infalibilidad
de sus leyes. Para él no hay pasado ni futuro, para El todo es ahora...
El cerebro humano tiene una evidente inclinación
hacia el infinito y acaricia el fantasma de esa idea. Parece anhelar con
apasionado fervor esta imposible concepción con la esperanza de creer
intelectualmente en ella una vez concebida. Lo que es general en toda la raza
humana no puede ser considerado anormal, justificadamente, por ningún
individuo; sin embargo, puede haber una clase de inteligencia superior en la
cual la propensión humana aludida adquiera todo el carácter de una monomanía.
Cada uno existe, aparte e independientemente, en el
seno de su Dios propio y particular.
¿Pero
vamos a detenernos aquí? De ninguna manera. Cabe concebir fácilmente que e la
aglomeración y disolución universal puede resultar una serie nueva y quizá
totalmente distinta de condiciones, otra creación e irradiación que vuelva
sobre sí misma, otra acción y reacción de la Voluntad Divina. Guiando nuestra
imaginación por la omnipredominante ley de leyes, la ley de periodicidad, ¿no
estamos más que justificados cuando alimentamos la creencia, digamos más bien
cuando nos complacemos en la esperanza de que los procesos que nos hemos
atrevido a contemplar se renovarán una y otra vez eternamente; que un nuevo
universo irrumpe a la existencia y luego se hunde en la nada, a cada latido del
Corazón Divino? Pero este corazón divino, ¿qué es? Es nuestro propio corazón.
No permitamos que la aparente irreverencia de esta idea aterre nuestra alma y
la parte del frío ejercicio de la conciencia, de esa profunda tranquilidad de
autoanálisis, la única mediante la cual podemos tener la esperanza de alcanzar
la presencia de la más sublime de las verdades y contemplarla cara a cara. Los
fenómenos de los cuales dependen en este punto nuestras conclusiones son simples
sombras espirituales, pero no por ello menos sustanciales. Caminamos entre los
destinos de nuestra existencia mundanal, rodeados por recuerdos oscuros pero
siempre presentes de un destino más vasto, muy distante en el tiempo e
infinitamente pavoroso. Vivimos una juventud especialmente obsesionada por
estos sueños; sin embargo, nunca los confundimos con sueños. Los conocemos como
recuerdos. Durante nuestra juventud la distinción es demasiado clara para
inducirnos a un error ni un solo instante. Mientras dura esta juventud, la
sensación de que existimos es la más natural de todas las sensaciones. Lo
entendemos de un modo absoluto. Que hubo un período en el cual no existimos, o
que pudo haber sucedido que nunca hubiésemos existido, son consideraciones que
durante la juventud hallamos, en verdad, difíciles de entender. ¿Por qué no
habíamos de existir? Esta es, hasta llegar a la edad adulta, la pregunta más
imposible de responder. La existencia, la existencia propia, la existencia
desde todos los tiempos y para toda la eternidad nos parece hasta la edad
adulta una condición normal indiscutible; nos lo parece porque lo es. Pero
luego viene el período en que una razón convencional y mundana nos despierta de
la verdad de nuestro sueño. La duda, la sorpresa, lo incomprensible llegan al
mismo tiempo. Dicen: Vives y hubo un tiempo en que no vivías. Has sido creado.
Existe una inteligencia más grande que la tuya; y sólo gracias a esa
inteligencia vives. Luchamos por comprender estas cosas, y no podemos; no
podemos porque estas cosas, por ser falsas, son necesariamente incomprensibles.
No existe ser viviente que en algún punto luminoso
de su vida intelectual no se haya sentido perdido entre olas de fútiles
esfuerzos por comprender o creer que existe algo más grande que su propia alma.
La absoluta imposibilidad de que un alma se sienta inferior a otra; la intensa,
la absoluta insatisfacción y rebelión que produce pensarlo; esto, junto con las
aspiraciones universales a la perfección, no son sino las luchas espirituales coincidentes
con las materiales, por llegar a la unidad original; son, a mi entender por lo
menos, una especie de prueba muy superior a lo que el hombre llama
demostración, de que ningún alma es inferior a otra, de que cada alma es en
parte su propio Dios, su propio Creador; en una palabra, que Dios, el Dios
material y espiritual, existe ahora tan sólo en la materia difusa y en el
espíritu difuso del universo; y que la reunión de esa materia y ese espíritu
difuso no será sino la reconstrucción del Dios puramente Espiritual e
Individual.
Hubo
una época en la noche de los tiempos en que existía un ser eternamente
existente, uno entre el número absolutamente infinito de seres similares que
poblaban los dominios absolutamente infinitos del espacio absolutamente
infinito. No estaba ni está en manos de ese ser, como no lo está en el tuyo,
extender, mediante un aumento real, la alegría de su existencia; pero así como
está en tus manos expandir y concentrar tus placeres (siendo siempre igual la
suma absoluta de felicidad), así una capacidad similar pertenece y ha
pertenecido al Ser Divino, quien pasa su eternidad en una perpetua variación de
autoconcentración y casi infinita autodifusión. Lo que llamas universo no es
sino su presente existencia expansiva. El siente ahora su vida a través de una
infinidad de placeres imperfectos, los placeres parciales, mezclados de dolor,
de esas inconcebiblemente numerosas que llamas sus criaturas pero que, en
realidad, no son sino infinitas individualizaciones de El mismo. Todas esas
criaturas -todas: las que llamas animadas, así como aquellas a las que niegas
vida por la sola razón de que no las contemplas en acción-, todas esas
criaturas tienen, mayor o menor grado, una capacidad para el placer y para el
dolor; pero la suma general de sus sensaciones es precisamente ese total de
Felicidad, que pertenece por derecho propio al Ser Divino cuando se concentra
en sí mismo. Todas esas criaturas son también inteligencias más o menos
conscientes, conscientes primero de su propia identidad; conscientes, en
segundo lugar, en débiles e indeterminadas vislumbres, de una identidad con el
Ser Divino del cual hablamos, una identidad con Dios. De las dos clases de
conciencia, imagina que la primera se debilitará, que la última se fortalecerá
durante la larga sucesión de edades que deben transcurrir antes de que esas
miradas de inteligencias individuales se fundan, como las brillantes estrellas,
en una. Piensa que el sentido de la identidad individual se fusionará
gradualmente en la conciencia general, que el hombre, por ejemplo, cesando
imperceptiblemente de sentirse hombre, alcanzará al fin esa época majestuosa y
triunfante en que reconocerá su existencia como la de Jehová. Entretanto, ten
presente que todo es Vida, Vida, Vida dentro de la Vida, la menor dentro
de la mayor, y todo dentro del Espíritu Divino.
De: Medellín.com
EL UNIVERSO SEGÚN EDGAR ALLAN POE
Célebre escritor de historias
sobrenaturales, patriarca del género policíaco moderno, y con una vida de
fracaso y autodestrucción, existe en Edgar Allan Poe una faceta muy poco
divulgada a la que él sin embargo se entregó en cuerpo y alma durante los dos
últimos años de su vida, convencido de que su trabajo revolucionaría la ciencia
del futuro. Llevado de un anhelo irresistible, escribió un libro donde
explicaba el origen del Universo, su naturaleza, su funcionamiento, y su
futuro, abarcando desde la física de los astros a la física de los átomos, el
tiempo y el espacio, la materia y la energía, y adentrándose hasta la mismísima
estructura de Dios, al que consideraba el principio matemático en que se basa
el Universo. Aunque su libro fue un completo salto a ciegas, movido sólo por su
intuición, sin fundamento científico alguno en que asirse dada la época, y por
tanto sembrado de errores, contiene desconcertantes aciertos, los cuales sólo
han podido revelarse como tales muchas décadas después, y entre los que destaca
el Big Bang como origen del Universo. No pretendo en este artículo equiparar a
Poe con Albert Einstein, sino tan solo divulgar esta faceta científica suya tan
poco conocida, y que le sitúa en un puesto comparable al que hoy ocupa Julio
Verne.
LA TRAYECTORIA DE POE HACIA
"EUREKA"
La idea que mayormente se tiene
hoy en día de Edgar Allan Poe (1809-1949) no encaja con la del Poe cósmico que
protagoniza este artículo. Sin embargo, siempre se sintió atraído por el
cosmos. Desde las noches que pasaba contemplando el firmamento con un
telescopio, hasta el toque extraterrenal que algunos de sus relatos tienen, esa
pasión siempre estuvo presente en él. Aunque los pasajes de su vida más
conocidos son todos aquellos que se refieran al alcohol o a trastornos
mentales, Poe tuvo también largas temporadas de vida sana y laboriosa, en que
además de escribir estudió tratados de Física y Astronomía y se mantuvo al día
de los avances científicos. Es previsible, por tanto, que lo que plasmó en su
libro "Eureka" fuese la reacción final de años de meditación.
En su época, muchas de las
actuales disciplinas científicas ni siquiera existían. La electricidad era un
fenómeno de laboratorio, que sólo se usaría en una bombilla treinta años
después de su muerte. El planeta Neptuno se descubrió en 1846. Las dimensiones
que se le atribuían al cosmos visible eran mucho menores. La Física estaba
limitada a la Teoría de Dalton, con unos átomos indivisibles que se creían las
partículas más pequeñas de las que se componía la materia. Se desconocían las
reacciones nucleares y por tanto el motivo por el cual el Sol y las estrellas
emiten luz y calor.
Y en semejante panorama
científico, él afirmó nada menos que: "Me propongo hablar del Universo
físico, metafísico y matemático; material y espiritual; de su esencia, origen,
creación; de su condición presente y de su destino". Una tarea tan colosal
como imposible para las facultades humanas, que le llevaría a
"quemarse" definitivamente en el intento de abarcar el Universo
entero, de ver, analizar, cartografiar su esencia íntima. "No tengo deseos
de vivir desde que escribí Eureka. No podría escribir nada más" confesó.
Algunos estudiosos de Poe afirman
que su desequilibrio mental se incrementó con la composición de este libro, y
que ello puede advertirse, de manera progresiva, según avanza el texto.
Para comprender la importancia
que para él tenía descubrir la clave que le revelase los secretos del Universo,
hay que tener presente el gran vacío que fue la vida de Poe, una vida de
fracasado en un hombre que era un genio.
Huérfano de padre y madre, fue
adoptado por un matrimonio sin hijos. Desheredado, se marchó de casa a los 18
años. Sin recursos económicos, se enroló en la Marina. Ingresó en la academia
militar de West Point, y fue expulsado por insubordinarse. De temperamento
violento y egocéntrico, su gran inteligencia contribuyó a granjearle muchos
enemigos entre la gente que trataba. Durante años, tuvo que vivir a expensas de
su tía cuyos ingresos eran muy escasos. El idilio que sostuvo con su primera
novia se rompió porque los padres de ella interceptaban su correo, haciéndola
creer que ya no la amaba, con lo que lograron que se casara con otro. Su
trabajo escribiendo artículos, relatos y reseñas para revistas y periódicos
jamás le permitió ascender por encima de un nivel económico precario.
El alcohol destrozó su vida,
alejó una tras otra a las mujeres con las que tenía posibilidad de una relación
sentimental, y le hizo perder oportunidades de prosperar profesionalmente.
Cuando se hallaba en buen estado, era capaz de proezas tales como multiplicar
por 8 el número de suscriptores de una revista en tan sólo 14 meses, gracias a
sus escritos publicados en ella y a su habilidad periodística como director de
la misma. Cuando su estado era malo, los fracasos se sucedían (fue despedido de
su cargo en la citada revista por no ocuparse de ella y estar embriagado las
pocas veces que se le veía en su despacho). También tuvo la oportunidad de
recibir un nombramiento oficial bien remunerado y de poseer su propia revista
con la financiación de importantes inversores, pero lo perdió todo porque
cuando iba a ser recibido por el presidente de los Estados Unidos, estaba
borracho, insistía en llevar su capa puesta del revés, y vociferaba a los
transeúntes por la calle.
La única mujer que llegó a ser su
esposa, contrajo la tuberculosis y murió tras una larga agonía. A todo ello hay
que añadirle la consecuente idea del suicidio, con al menos un intento
conocido.
EL RETO FINAL DE EDGAR ALLAN POE
A los treinta y ocho años de
edad, Poe había llegado a una situación límite. Estaba solo en el mundo,
desaparecida su esposa en cuyo amor se había refugiado enfermizamente. Su
economía era patética. Se hallaba rodeado de enemigos. Este era el Poe
crepuscular reflejado en las historias más sórdidas que de él se cuentan. Un
Poe consumido física y mentalmente por el alcohol, las drogas y el fracaso, que
propició todo tipo de leyendas terribles como por ejemplo la de que recorría
bares donde le servían en un vaso los restos de las copas dejadas por los
clientes a cambio de que explicase una historia de terror para entretener a la
concurrencia. Acabado, hundido, desesperado, experimentó un shock creativo que
le llevó a quemar toda su creatividad, como una estrella en fase de supernova,
en la composición de su obra maldita por excelencia, "Eureka".
Después de una vida dedicada a las letras, Poe se sumergió de lleno en la
Física. Embriagado por lo que creía iba a ser no sólo su obra cumbre, sino la
piedra angular de la ciencia futura, plasmó sus ideas con febril actividad
durante el invierno de 1847.
El impulso que le llevó a
escribirla tiene el carácter de "Revelación". Es decir que la idea de
escribir el libro le "iluminó" súbitamente, y se entregó a ello con
un ímpetu casi místico, creyendo de verdad que estaba haciendo una de las más
importantes aportaciones a la ciencia y que sería recordado por la historia debido
a esto más que por su faceta de escritor.
La pretensión de Poe abarcaba
mucho más allá de lo que cualquier mente del siglo XIX pudiera entender: el
origen, estructura, y destino del Universo, nada menos; más allá de las
perspectivas de la ciencia de su época, así como del vocabulario disponible. Y
más allá de las posibilidades del científico mejor
formado del momento. Simplemente,
los conceptos que él manejaba no eran asimilables por la mentalidad de
entonces. Sus abstracciones lógico-matemáticas le llevaban a difuminarse en la
Inmensidad.
Como tantos otros poseedores de
"La Verdad Absoluta", Poe no se percataba del mundo exterior. Sumido
en su espejismo sideral, creía haber encontrado la llave del cosmos y abierto
la puerta al Todo Universal.
Es imposible comprender la mayor
parte de las ideas que vertió en "Eureka". Son complejidades tan
abstractas, que muestran que sus procesos mentales funcionaban en otras
coordenadas, y que lo que producían estaba peligrosamente cerca de la línea que
separa la Genialidad de la Demencia.
Y como tal fue tratada su obra.
"Eureka" se publicó sólo en una edición de 500 ejemplares, en Marzo
de 1848, a pesar de que Poe propuso una tirada inicial de 50.000 ya que según
anunció a su editor en la primera entrevista, eldescubrimiento de la ley de
gravedad de Newton era una insignificancia comparado con los descubrimientos
que él exponía en su libro. Con la seguridad propia de los dementes, Poe
aseveró a su editor que ningún acontecimiento científico de la historia mundial
se acercaba en importancia a las consecuencias que tendría su obra, y que haría
bien en dejar todas sus demás publicaciones y concentrarse en ésta porque sería
el negocio de su vida, ya que el libro revolucionaría el conocimiento humano.
"Eureka" no levantó el
menor interés, ni de público ni de crítica, a pesar de las conferencias que
pronunció Poe para promocionar el libro. Los pocos críticos que se ocuparon de
él, lo tacharon de patraña. Poe, indignado por las críticas, escribía cartas
furiosas a los periódicos que sólo le hacían aparecer como un loco megalómano,
al declararse superior a insignes personalidades científicas. Todos los
enemigos que se había creado, aprovechaban ahora para hacer leña del árbol
caído. Poe, desesperado, recitaba largos pasajes de su libro en bares y lugares
públicos, ante una concurrencia poco apropiada que le tomaba por loco.
La Física no experimentó ningún
salto con "Eureka". Poe no ocupó un lugar igual o superior al que
ocuparía Albert Einstein. Sus "descubrimientos" sobre el Universo no
revolucionaron la civilización humana. Y a los 40 años de edad, se perdió
definitivamente en su ensoñación cósmica. Su estado precario de salud, una
ingestión masiva de alcohol en contra de su voluntad y una severa paliza
administrada por unos delincuentes, pusieron punto final a su vida.
Y a continuación, los largos años
de silencio editorial, hasta que sus trabajos
volvieron a ser reeditados
confiriendole la fama mundial. De ellos, "Eureka", se convirtió en
una obra maldita, al no ser ni literatura ni ciencia.
ASOMBROSOS ACIERTOS CIENTÍFICOS
Evidentemente, el valor
científico de "Eureka" es nulo. Sin embargo, bien entrado el siglo
XX, los estudiosos de Poe han asistido asombrados a la confirmación científica
de algunas de las conjeturas del escritor. Sin fundamento científico alguno en
que basarse en tan lejana época, Poe había imaginado conceptos de la Física que
resultarían ser ciertos. Su prodigiosa imaginación le sitúa como una especie de
Julio Verne, pero anterior, y abarcando un terreno mucho más ambicioso. En
efecto, al igual que Verne, Poe se equivocó en bastantes cosas pero acertó en
algunas muy difíciles de prever. Verificar sus aciertos sólo ha sido posible
con el desarrollo científico en la era espacial.
El Big Bang como origen del
Universo es el concepto en el que Poe más insiste a lo largo de su libro, y de
hecho es el hilo conductor de todas las demás ideas que expone. Sorprendente
pensamiento para un hombre de 1847. La primera teoría científica que presentaba
un modelo del Universo en expansión apareció 70 años más tarde, en 1917. Y no
fue hasta 1965, con la detección de una radiación de fondo generalizada en
todas las direcciones del espacio, que valió el Premio Nobel a sus
descubridores, cuando la ciencia reconoció que el Universo se formó a partir de
la explosión de un superátomo primigenio donde estaba concentrada4 toda la masa
y la energía hoy existentes. Tuvieron que pasar 118 años, y la tecnología
evolucionar hasta las gigantescas antenas parabólicas de los radiotelescopios,
para que la idea básica que Poe presentaba en su libro dejase de ser una
patraña.
Otros de sus aciertos fueron:
-Que muchos de los cuerpos
catalogados como nebulosas de nuestra galaxia por
los astrónomos de entonces, no
eran tal cosa sino otras galaxias situadas fuera
de ella.
-Relacionar Tiempo y Espacio en
un único concepto, algo que solamente Einstein en el siglo XX lograría imponer.
-Reconocer la gravedad como una
fuerza capaz de propiciar el colapso de gigantescas cantidades de masa hacia un
centro común, y describir la existencia de los agujeros negros y su acción
absorbiendo a otros astros.
-Aseverar que la estructura de la
materia se basa en fuerzas de atracción y repulsión, algo sin sentido hasta que
se supo que los átomos no son indivisibles, como sí se creía entonces, y que la
naturaleza y el funcionamiento interno del átomo se debe a las cargas positivas
y negativas de las partículas que los forman, la llave de la física subatómica.
Entre los conceptos, sin sentido
en la época, expuestos por Poe, también hay algunos que hoy en día, aún no
estando verificados, coinciden con teorías científicas. Las predicciones de
Edgar Allan Poe respecto al futuro del Universo prevén una disminución
progresiva de la velocidad de escape de las galaxias, frenadas por la gravedad,
hasta que la expansión cese y se inicie el proceso inverso, con un paulatino
colapso de los astros. Estas predicciones concuerdan con las de un sector
científico actual, pero Poe iba más lejos. El afirmó que el proceso final del colapso
será una superpartícula, la "Unidad", y que una vez constituida se
producirá otro nuevo Big Bang, y habrá otro universo, quizá con propiedades
diferentes al actual, que volverá a colapsarse en la Unidad, y a estallar,
cíclicamente, como los latidos de un corazón; sugestiva teoría la del universo
cíclico, que también coincide con teorías actuales. Y para terminar su libro,
Poe analiza a Dios, identifica su cuerpo con el Universo, y define su psique
como la suma de las psiques de todos los seres vivos del Universo, desde los
más elementales a los más complejos.
Un siglo y medio después de su
muerte, Edgar Allan Poe ha cosechado un éxito póstumo con su obra maldita.
"Eureka" jamás tendrá valor dentro de la Física,pero sí en cambio
dentro de la Psicología, revalorizando las posibilidades intuitivas de la Mente
Humana.
(Por: Jorge Munnshe)
Aparecido en el boletín informativo Noticias de la Ciencia y la
Tecnología
Índice principal de Cosmología
Copyright 1996-2004 Pedro J. Hernández
19 de enero - Estados Unidos |
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