Clarividencias
“El
recuerdo, a veces, se puede tocar”.
CARLOS FUENTES
-¡Mami! ¡No me digas que papá...!-rasgó
el aire con pausada voz la niña, mientras incorporaba su cuerpito entre las
tibias mantas con que su abuela había intentado protegerla del mundo.
La
certeza se clavó como un punzón en el cerebro alelado de la madre y un
torbellino de sonidos batalló por palabras. Pero tendió sus redes ese silencio seco
que cae de la vida cuando la arrancan de pronto y de cuajo -un silencio
boquiabierto, de ojos desorbitados y manos acalambradas-, y las mujeres no
pudieron escapar de él. Como fieras lastimadas se arrebujaron en la cama
grande, esa guarida donde la familia nace, crece, gasta su carne y libera su
luz. El abrazo fue interminable, casi como si alguien lo hubiese preparado para
que durara por siempre.
Y
hoy, todavía es siempre.
Carbonilla
Taller de Pasiones Literarias
Toda persona «vive» en algún momento de su vida tres acontecimientos
fundamentales: el nacimiento, el amor y la muerte.
El acontecimiento abre una brecha en el tiempo, una fisura, una grieta.
Por eso, frente a los acontecimientos, sólo cabe el consuelo. Esta es la función
de la narración.
Esta es, pues, una de las funciones fundamentales del relato: hacer de
lo inhóspito e inquietante algo que nos sea familiar y accesible. Las narraciones
hacen posible que podamos soportar la temible amenaza de los acontecimientos.
Los acontecimientos no tienen que ver con la acción sino con la pasión.
No «hacemos» acontecimientos, son los acontecimientos los que «nos hacen», nos
pasan, e inevitablemente nos forman, nos deforman y sobre todo nos transforman.
Yo no puedo decidir vivir al margen de los acontecimientos, puesto que esta
decisión no está en mi poder.
De: ÉTICA Y NARRACIÓN
JOAN-CARLES MÈLICH
Universitat Autónoma de Barcelona
De: http://www.raco.cat
No hay comentarios:
Publicar un comentario