Compartir. Una palabra “top” en esta era
cibernética pero en proceso casi de extinción en otros planos menos
evanescentes de la vida cotidiana.
Con seguridad, pocos tendrán en cuenta que su
antecedente más cercano es la palabra “compañero”,
proviniente del latín vulgar “companio” y conformada por “com” (compañía) y “panis” (persona
con la que se comparte el pan). Así que, paréntesis afuera, para que sea
bien visible esta idea desvanecida de persona con la que me une la misma necesidad
de pan, la misma hambre.
Los etimólogos complementan la explicación
planteando que los ámbitos de uso de la palabra se reducían, por aquellos
tiempos, a la familia y al ejército, debido al número natural de componentes y
a las condiciones alimentarias a las que estaban sujetos.
Luego, la palabra va adquiriendo otras
acepciones y, simultáneamente, se va tornando inmotivada; la usamos pero no nos
detenemos a pensar en su entraña.
En el caso particular de “compartir”, su interpretación está signada por una especie de “impersonal manipulación del contenido”
porque, junto a “comentar” y “me gusta”, conforman una tríada emblemática de la incomunicación,
aunque se aparente que la razón sea “un vertiginoso ahorro de tiempo”.
Claramente, se nos ha marcado un radio de
acción: “me gusta” puede ser manifestado una vez; “comentar” está asociado, en
general, a una estricta cantidad de signos; “compartir” implica ya un mudo cliqueo.
Ésa es la inocente gradación (una degradación).
¿Cómo saciar
nuestra hambre bajo estos términos? ¿Hay hambre de comunicación? ¿O nos hemos
adaptado a la soledad del cuadrilátero disfrazado, a la mínima expresión, al monosílabo,
al movimiento elemental?
Conocemos personas que invierten tres cuartas
partes de su jornada en la carnavalización del diálogo, en ese intercambio
muchas veces ambiguo de una sintonía irreal que, sin embargo, los conforta de
verdad. El postmodernismo expandió el desierto; no lo olvidemos. Difícil es
resistir la opresión de esas toneladas de arena.
Pero también conocemos personas todavía no
atravesadas por ese poderoso deseo virtual, seres que siguen sintiéndose
seducidos por vivenciar la presencia del Otro, por hartar su apetencia de “pan”: de vibraciones de voz, de
temperatura de piel, de gestos aunque sean reprobatorios, de opiniones sin
coto, en suma, de sensibilidad en trueque instantáneo.
No en vano la geométrica
proliferación de Talleres de Arte en sus más variadas expresiones: Plástica, Teatro,
Literatura,...
Porque eso es lo que ofrece cualquier Taller
de Arte: un pan que ninguna técnica
puede por sí misma amasar; un pan que se va cocinando en las brasas que todos
han cuidado; un pan que con alegría se come porque están juntos los compañeros,
corazón de miga devorando soledad.
Despedida del Taller de Pasiones Literarias
Mediodía en casa de Francisco- 8 de diciembre
A Mauro,Hugo,Susana,Marta,Anita, Raúl, Graciela, Carlitos, Gladys, Adriana, que por diversos motivos no pudieron concurrir, sepan que de manera entrañable también participaron (las palabras "convocan").
le decimos a nuestro querido compañero Francisco Castillo.
A él y a su esposa Merceditas, como también a esa simpatiquísima suegra cubana -cuyos comentarios fueron la delicia de muchos/as-, agradecemos la hospitalidad afectuosa, el trato familiar y sincero, el asadito y las especialidades "isleñas" exquisitas con que nos privilegiaron, la sobremesa al estilo "hermanos del alma", ... en fin, ese otro Pan...
GRUPO ALAS
Martes 26 de noviembre de 2013
Este precioso
colectivo humano se inició diecisiete años atrás, cuando sus integrantes
resolvieron individualmente cursar la carrera de Orientador Familiar, que por
entonces -al igual que ahora- se impartía en el CIEF (Centro de Investigaciones
y Estudios Familiares).
Cuatro años de
estudios generaron lazos que, en verdad, ni ellas mismas tuvieron conciencia
puntual de la solidez y energía con que estaban vinculándose.
Darse cuenta fue
el corolario que consolidó una unión indestructible y la semilla que gestó otro
itinerario sostenido por la misma curiosidad intelectual.
Desde entonces,
año a año, han seleccionado temas y disciplinas enriquecedoras del acervo
conquistado, a tal punto de que temo olvidar algunas en esta ilustrativa
enumeración: Historia del Arte, Historia de las Religiones, Guion, Taller de Teatro, Taller de literatura con la Prof. Graciela
Genta, Psicología aplicada, Neurolingüística, Resiliencia,Tercera Edad, Inteligencia
emocional, Manejo de los sentimientos, Segundo proyecto de vida, Taller de juegos
con animador de Los Maristas, Club de juegos de Mónica Saviotti, Mandalas,...
Tan nutrida serie
no debe habilitar ningún pensamiento estereotipado del tipo “son unas señoras
intentando hallar un pretexto para su soledad” ya que ninguna de sus quince
integrantes cabría en esa simplificación abusiva; todas son personas a cargo de
responsabilidades significativas con las que contribuyen, de diversa
manera, a la superación social. En
realidad, el hilo que aúna vidas tan heterogéneas es el concepto de “la
educación permanente”, una práctica que aquí, en nuestro país, sólo figura
entre las sugerencias que eminentes investigadores dejan anotadas en sus
apuntes de Seminarios y Conferencias internacionales.
La seriedad con
que encaran todas sus actividades nos fue demostrada ya en el 2012, cuando
hacia fines de setiembre recibí una consulta acerca de si podría acceder,
durante este año 2013, a la orientación de un Taller Literario “a domicilio”.
El hecho es que el Grupo se ha reunido religiosamente los martes a las 14.30
horas, desde hace más de una década, en un salón comunitario que alquilan
mensualmente para sus fines educativos.
No querría que los
comentarios sobre la iniciación indujeran al desinterés y por ello las fotos
que aportamos son una exposición que testimonia por sí misma.
En cambio, sí
consideramos muy importante referir pormenorizadamente el cierre del ciclo
anual, aunque también esté plasmado en instantáneas que deseemos compartir.
Más allá del
consabido intercambio de regalitos -hecho no menor porque es expresivo del
afecto tejido a través de acuerdos y desacuerdos, de miradas coincidentes y
disidentes- subrayemos cómo el grupo resolvió mostrar artísticamente la
asimilación del Programa establecido a través de la creación de una obra
teatral que, a su vez, y a la manera de Shakespeare, contenía la representación
de otra.
Con el propósito
de que puedan comprender las imágenes, a vuelo de pájaro diríamos del argumento
que se trata de cuatro personajes -dos “hombres” y dos mujeres- (Cristina Fuentes, Olga Devoto, Reina
Piazza, Graciela Cantón) que sostienen la emisión de un radioteatro. En los
cortísimos períodos de pausa (ya que también se encargan de la publicidad
comercial) conversan acerca de su concurrencia a un Taller Literario: mencionan
aspectos gratificantes y critican a autores que les resultaron difíciles de
aceptar (Chéjov, Hemingway, Kafka,...); el radioteatro, en sí, es la adaptación
libre del cuento Eleonora, de Edgar Allan Poe; uno de los “hombres” del equipo
es el responsable de los efectos acústicos, con un repertorio increíble de
artefactos, tal cual ocurría en la época de oro del subgénero.
En definitiva, una
delicia. No sólo por la capacidad histriónica de las actrices, que mantuvieron
firme el péndulo entre la risa y la reflexión ante su público sino por todo el
proceso que esa instancia implicó durante varias jornadas previas (selección
viable del material del curso, elaboración del argumento y la trama, producción
de texto, ensayos, escenificación, vestuario, maquillaje, sonido,...) revelador
del potente amor al Arte, colectivamente construido por personas que rechazaron
con decisión la peligrosa mitología de una inerme tercera edad y adoptaron el
credo de “la educación permanente”.
Todavía nadie me
ha contado la génesis de Alas -el nombre del grupo- pero es posible afirmar que
fue, realmente, una manifestación de videncia.
Muchas gracias,
queridas, por este original, perpetuo y bello obsequio. Podré llevarlo conmigo
siempre: no tiene fecha de vencimiento, no se rompe ni se arruga; conserva su
aroma, su textura, su matizado colorido, su sabor a Vida, ésa que no distingue
entre mía y tuya, ésa,...
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