2 de noviembre de 1911 - Heraklion, Grecia |
Clima de la ausencia
I
Todas las nubes a la
tierra se confesaron
Tomó su puesto una pena mía
Y entre mis cabellos cuando se puso melancólica
La mano impenitente
Quedé atado en un nudo de tristeza.
II
La hora se olvidó atardeciendo
Sin recuerdos
Con su silente árbol
Hacia el mar
Se olvidó atardeciendo
Sin un aleteo
Con su vista inmóvil
Hacia el mar
Atardeciendo
Sin amor
Con su boca inflexible
Hacia el mar
Y yo - en la Serenidad que he hechizado.
III
La tarde
Y su imperial aislamiento
Y el cariño de sus vientos
Y su temerario destello
Nada que no venga
Nada
Que no se marche
Todas las frentes desnudas
Y por sentimiento un cristal.
De
"Orientaciones"
Ediciones del oriente
y del mediterráneo 1996
Versión de Ramón
Irigoyen
Dormida
La voz se corta en el trémulo viento y en sus árboles
ocultos tú respiras
¡Es rubia cada página de tu sueño y según mueves tus dedos
un incendio se esparce
Dentro de mí con vestigios tomados del sol! Y propicio sopla
el mundo de las imágenes
Y el mañana exhibe totalmente desnudo su pecho marcado por
la inmutable estrella
Que anochece la mirada como cuando va a agotar un firmamento
Oh no florezcas más en los párpados
Oh no remuevas más en las matas del sueño
Sabes qué suplica en los dedos el aceite enciende que guarda
los portales del alba
Qué fresca revelación susurra en la espera el recuerdo
convertido en hierba
Allí donde tiene esperanza el mundo ¡Allí donde el hombre no
quiere sino ser hombre
En soledad y sin ningún Destino!
De
"Orientaciones"
Ediciones del oriente
y del mediterráneo 1996
Versión de Ramón
Irigoyen
El concierto de los
jacintos
I
Ponte un poquito más cerca del silencio y recoge los
cabellos de esta noche que sueña, desnudo su cuerpo. Tiene
muchos horizontes, muchas brújulas, y un destino que arde
incansable cada vez y sus cincuenta y dos papeles. Después
vuelve a empezar con otra cosa - con tu mano, que le da
perlas para hallar un deseo, una islita de sueño.
Ponte un poquito más cerca del silencio y abraza la enorme
ancla que gobierna en los abismos. Dentro de poco estará en
las nubes Y tú no entenderás, mas llorarás, llorarás para
que yo te bese y cuando vaya a abrir una brecha en la mentira,
un pequeño tragaluz azul cielo en la ebriedad, me morderás.
Sombra celosa de mi alma, engendradora de una música en el
claro de luna.
Ponte un poquito más cerca de mí.
De
"Orientaciones"
Ediciones del oriente
y del mediterráneo 1996
Versión de Ramón
Irigoyen
Sinuosidad
En las franjas moradas del dolor
En las estatuas de la agonía
En los húmedos silencios
Hay un rostro
Tan a fondo extraído de las lágrimas
Tan incomprensible
Tan caliente en la mano que le hace señas
Otro rostro
Una visión con antorchas que rasga la desolación
A horcajadas la noche en sus cordilleras
Con estrellas como señales que se lanzaron con honda
Antaño desde la edad de su infancia
Y dan el buen viaje de la vida
Sobre las pendientes de la compasión.
Hay
Una tierna curva que al dolor adeuda
La aventura de su torrente de luz
Una lupa que une los errores
Como entrañas supinas que arrojó la suerte
Allí
Un buen -por la sombra que lo hechiza- muro
Forma un ángulo antes del llanto
Después llegan las tallas del desastre
Árboles con los únicos muebles de sus dedos
Con la única fe de su hablar desarraigado
Es bueno que no hablen aquellos que vivieron
Los demás sostienen lamentos en las manos
Corriendo más allá como alas imbautizables
Vivieron
Un pozo abre miedos tras cada una de sus esperanzas
Por qué ha de temblar este alambre
Este pájaro qué mirada ha de alimentar
Qué queremos
Hay
Un rostro apagado en cada telón de olvido.
De
"Orientaciones"
Ediciones del oriente
y del mediterráneo 1996
Versión de Ramón
Irigoyen
De: Amediavoz.com
El trébol de los
mares
Por una vez en mil años
los duendecillos del mar
entre las oscuras algas
y las verdes piedrecillas
lo plantan y luego brota
antes que el sol se levante
lo encantan y luego brota
el trébole de los mares
Y quien lo encuentre no muere
y quien lo encuentre no muere
Por una vez en mil años
distinto trinan las aves
no ríen ni se lamentan
sólo dicen sólo dicen
--Por una vez en mil años
se vuelve el amor eterno
que tengas suerte que tengas
que suerte te entregue el año
desde los lados del cielo
para ti traiga el amor
El trébole de los mares
quién será quien me lo envíe
quién será quien me lo envíe
el trébole de los mares
Nota del traductor: Para conservar cierto ritmo en estas
canciones ( y no poemas, según afirmación de Elytis), utilizamos la forma
arcaica "trébole", que, por otra parte, se conserva en canciones
castellanas.
De: Blogdelamasijo
Ventanas hacia la
quinta era
I
¿Conoces la cabellera que compuso al viento? ¿Las miradas que dispusieron en paralelo al tiempo? ¿El silencio que se sintió a sí mismo?
Pero tú eres una invención nocturna que se complace en las lluviosas confidencias. Que se complace en el despliegue de tres velas del ponto. Eres un caso incorregible que cuando naufraga reina. Una deslumbrante catástrofe eres...
¡Ah! Quiero que vengan los elementos que saben arrebatar. La cintura de mis pensamientos deleitará a su curvada disposición. Cuando asciendan creciendo los anillos el repentino cielo tomará el color de mi último pecado.
¡Mientras que el último estará aún seducido por estas solitarias palabras!
II
Un ruido de pasos termina en el borde del oído. Una filtrada tempestad se lanza contra el juvenil pecho que derrocha su inexplicable resplandor.
El deseo tiene una muy elevada prestancia y en sus palmas arde la ausencia.
El deseo engendra el camino por el que quiere andar. Se va...
¡Y un pueblo de manos hacia él se enciende presa de entusiasmo!
III
¡Qué bella! Ha tomado la figura del pensamiento que la siente cuando ella siente que le está dedicada...
IV
En viñas que no tienen edad se escondieron mis estivales abandonos. Una oleada de sueño fue arrastrada los dejó alli no preguntó. En sus sordas redes el zumbido rodeó un enjambre de abejas. Las bocas se parecieron a los colores se fueron dentro de las flores. Las aguas muy tempraneras han detenido su habla nocturna e intocable.
Es como si no supieras ya nada.
Y sin embargo tras este ignorado montículo hay un sentimiento. No tiene lágrimas ni conciencia.
No se va no vuelve.
V
Una red invisible sujeta el sonido que ha adormecido muchas verdades. Entre las naranjas de su atardecer se desliza la duda. Sopla la boca sin cuitas. Su fiesta hace que brillen las deseables superficies. Puede creer uno hasta en sí mismo. Sentir la presencia del placer hasta en las niñas de sus ojos.
De sus ojos que corren por la espalda del amor. Y encuentran su virginal lascivia en el transparente rocío de mi más nocturno césped.
VI
Una corza corre por la cresta de la cima. Y tú no sabes nada por eso está tan clara la distancia. Y si alguna vez te enteras la lluvia que te anegará ha de ser lúgubre.
¡Huye corza! ¿Por dónde? junto a tu redención huye vida como cresta de cima.
VII
Cuentos amamantaron la germinación de esta edad que eleva los naranjos y los limoneros hasta la sorpresa de mis ojos. ¿Qué sería la felicidad con su impracticable cuerpo si se hubiera enredado en las galanterías de estas verdes confidencias? Dos brazos esperan. En sus codos se apoya la tierra entera. En su espera toda la poesía. Tras la colina existe la senda que trazó el fresco paso de aquella transparente muchacha. Se había ido a través de la mañana de mis ojos (mientras los párpados habían hecho el favor de su sol) -y cuando una voluntad fue a hacerla suya, ella se perdió al soplo de cariñosos vientos cuya protección era luminosa. La senda amó la colina y ella conoce bien el misterio.
¡Ven pues lejana desaparición! Ninguna otra cosa desean más los abrazos de los jardines. Al contacto con tu palma se regocijarán los frutos que ahora planean sin objetivo. En el transparente apoyo de tu talle los árboles encontrarán la duradera consumación de sus susurrados retiros. En tu primera despreocupación crecerán las hierbas como esperanzas. Tu presencia refrescará el rocío.
Entonces abrirás dentro de mí los abanicos de los sentimientos. Lágrimas de conciencias, piedras preciosas, regresos y ausencias. Y mientras corra el cielo bajo los puentes de nuestras manos entrelazadas, mientras los más preciosos cálices combinen bien con nuestras mejillas daremos la figura del amor que falta en estas visiones.
Entonces daremos
Al funcionamiento de los más difíciles sueños una segura restauración.
De 'Primeros poemas', En Orientaciones, Ediciones del oriente y el mediterráneo. Guardarrama, 1996. Traducción de Ramón Irigoyen.
¿Conoces la cabellera que compuso al viento? ¿Las miradas que dispusieron en paralelo al tiempo? ¿El silencio que se sintió a sí mismo?
Pero tú eres una invención nocturna que se complace en las lluviosas confidencias. Que se complace en el despliegue de tres velas del ponto. Eres un caso incorregible que cuando naufraga reina. Una deslumbrante catástrofe eres...
¡Ah! Quiero que vengan los elementos que saben arrebatar. La cintura de mis pensamientos deleitará a su curvada disposición. Cuando asciendan creciendo los anillos el repentino cielo tomará el color de mi último pecado.
¡Mientras que el último estará aún seducido por estas solitarias palabras!
II
Un ruido de pasos termina en el borde del oído. Una filtrada tempestad se lanza contra el juvenil pecho que derrocha su inexplicable resplandor.
El deseo tiene una muy elevada prestancia y en sus palmas arde la ausencia.
El deseo engendra el camino por el que quiere andar. Se va...
¡Y un pueblo de manos hacia él se enciende presa de entusiasmo!
III
¡Qué bella! Ha tomado la figura del pensamiento que la siente cuando ella siente que le está dedicada...
IV
En viñas que no tienen edad se escondieron mis estivales abandonos. Una oleada de sueño fue arrastrada los dejó alli no preguntó. En sus sordas redes el zumbido rodeó un enjambre de abejas. Las bocas se parecieron a los colores se fueron dentro de las flores. Las aguas muy tempraneras han detenido su habla nocturna e intocable.
Es como si no supieras ya nada.
Y sin embargo tras este ignorado montículo hay un sentimiento. No tiene lágrimas ni conciencia.
No se va no vuelve.
V
Una red invisible sujeta el sonido que ha adormecido muchas verdades. Entre las naranjas de su atardecer se desliza la duda. Sopla la boca sin cuitas. Su fiesta hace que brillen las deseables superficies. Puede creer uno hasta en sí mismo. Sentir la presencia del placer hasta en las niñas de sus ojos.
De sus ojos que corren por la espalda del amor. Y encuentran su virginal lascivia en el transparente rocío de mi más nocturno césped.
VI
Una corza corre por la cresta de la cima. Y tú no sabes nada por eso está tan clara la distancia. Y si alguna vez te enteras la lluvia que te anegará ha de ser lúgubre.
¡Huye corza! ¿Por dónde? junto a tu redención huye vida como cresta de cima.
VII
Cuentos amamantaron la germinación de esta edad que eleva los naranjos y los limoneros hasta la sorpresa de mis ojos. ¿Qué sería la felicidad con su impracticable cuerpo si se hubiera enredado en las galanterías de estas verdes confidencias? Dos brazos esperan. En sus codos se apoya la tierra entera. En su espera toda la poesía. Tras la colina existe la senda que trazó el fresco paso de aquella transparente muchacha. Se había ido a través de la mañana de mis ojos (mientras los párpados habían hecho el favor de su sol) -y cuando una voluntad fue a hacerla suya, ella se perdió al soplo de cariñosos vientos cuya protección era luminosa. La senda amó la colina y ella conoce bien el misterio.
¡Ven pues lejana desaparición! Ninguna otra cosa desean más los abrazos de los jardines. Al contacto con tu palma se regocijarán los frutos que ahora planean sin objetivo. En el transparente apoyo de tu talle los árboles encontrarán la duradera consumación de sus susurrados retiros. En tu primera despreocupación crecerán las hierbas como esperanzas. Tu presencia refrescará el rocío.
Entonces abrirás dentro de mí los abanicos de los sentimientos. Lágrimas de conciencias, piedras preciosas, regresos y ausencias. Y mientras corra el cielo bajo los puentes de nuestras manos entrelazadas, mientras los más preciosos cálices combinen bien con nuestras mejillas daremos la figura del amor que falta en estas visiones.
Entonces daremos
Al funcionamiento de los más difíciles sueños una segura restauración.
De 'Primeros poemas', En Orientaciones, Ediciones del oriente y el mediterráneo. Guardarrama, 1996. Traducción de Ramón Irigoyen.
Grigoris Bithikotsis canta “Tis
Dikaiosinis Ilie Noite”, canción griega que se traduce como “Sol de la
Justicia”. Fue compuesta por Mikis
Theodorakis y su letra es parte de un
poema escrito por el Premio Nobel de Literatura Odiseo Elytis en su “Axion
Esti”.
El poema fue escrito en 1949 y se
volvió canción con la música de Theodorakis; la canción se convirtió en el
símbolo de una Grecia que trataba de recobrarse y sanar sus heridas, una
canción dramática y a la vez optimista. Después del establecimiento de la
democracia en Grecia el año 1974, la canción Tis Dikaiosinis Ilie Noite se
volvió un himno para los griegos, una canción que representaba sus agonías y
luchas contra la “Dictadura de los Coroneles” (1967-1974), su deseo de
libertad, estabilidad y progreso que comenzó poco después.
Grigoris Bithikotsis es el hombre
quien marcó esta canción con su voz – como muchas otras canciones compuestas
por Theodorakis, y también se volvió símbolo de una era.
De: Apocacastasis.com
Heraklion |
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