Desde mi juventud, atravesada por
el hilván rústico, sangrante, miserable, de la Dictadura Cívico-Militar, muchas
veces vienen a buscarme las líneas de una canción que no sólo se escuchaba en
mi casa; en “la ciudad de todos los vientos” era casi un rito imprevisto oír en
cualquier parte “El orejano”, interpretado por los Olimareños. En sintonía con
el romanticismo de la edad, a mí me encantaba aquel verso arrogante, motivador,
que decía: “Porque no me han visto
lamber la coyunda”...
Pero los uruguayos somos tan
mansos, tan mansos, que a veces nos parecemos a los bueyes. No en vano el refrán “El que por su gusto es buey hasta la coyunda lame”.
Por eso hoy el adjetivo “manso”
me parece una piecita de museo. Hoy es posible afirmar que somos indiferentes.
Lo fuimos ya cuando
autotitulándonos aún “orientales” no adoptamos ninguna medida colectiva para
que NUESTRO PADRE ARTIGAS retornara de Paraguay. Nos quedamos quietitos,
esperando que las Autoridades gestionaran...
Vista aérea de la congregación del Pueblo Uruguayo el 27 de noviembre de 1983 en torno al Obelisco reclamando la salida de la Dictadura. |
Lo somos. A pesar del “RÍO DE LIBERTAD” que conmemoramos hoy con una altísima
dosis de nostalgia, discursos, placas recordatorias, seminarios, en fin, con
todo un bagaje de recursos absolutamente inoperantes ya.
A 30 años de aquella demostración
singular y semejante a la del Éxodo, nos importan más los plasmas, los autitos
chinos, las promociones de los shoppings, las vacaciones en Punta del Diablo, algún
carguito de secretario de un secretario, etc., etc., que el imprescindible
saneamiento de las estructuras sustentadoras de una real democracia (y no esa
parodia a la que, paradójicamente, se nos obliga en el cuartito secreto.)
Sí, el Río de Libertad se
convirtió en un mito, igualito que Maracaná. Porque sólo a un puñado de
indoblegables les sigue royendo los sesos la impunidad de la que continúan
gozando torturadores y cómplices; sólo “los radicales” se atreven a impugnar
decisiones arbitrarias de Supremos Jueces; a nadie le importa que el núcleo
duro de la pobreza no haya podido ser ni siquiera ablandado, ni que se haya
extendido el turismo sexual con niñas/os como víctimas, ni que los ancianos
perciban jubilaciones de seis mil pesos... Y a qué continuar la enumeración si
todos/as sabemos que el río se angostó y se convirtió en desalineados charquitos.
El sistema excluye cada día más; ésta
es la Democracia postmodernista que experimentamos: puro envase. Una vez más
traicionamos los sagrados postulados; una vez más mostramos y demostramos que nos
encanta bajar por el tobogán de la mediocridad; en definitiva, nos gusta ser
bueyes, indolentes bueyes. Y los bueyes, señoras y señores, son animales
castrados, y desde tiempos inmemoriales, destinados al sacrificio.
Aquel 27 fuimos pájaros, "pájaros pintados". Vos elegís. |
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