domingo, 13 de octubre de 2013

“La necesidad de un poeta es la búsqueda de una verdad puntual, no de una verdad general... Que cante lo que une al hombre con los otros hombres, pero que no niegue lo que lo desune y lo vuelve único, irrepetible”. - Eugenio Montale


12 de octubre de 1896 - Génova
Poeta, ensayista, crítico de música.
Firmó el conocido Manifiesto contra el fascismo,
inspirado por Benedetto Crocce
y albergó a escritores perseguidos.

Encuentro


No me abandones tú, tristeza mía,
sobre el camino
que azota el viento extraño
con su cálido soplo, y cede; cara
tristeza al viento que se extingue: y empujada
por éste hacia la rada,
donde la última voz exhala el día,
viaja una niebla, alta se pliega un ala
de cormorán.

El tajo al lado del torrente, estéril
de aguas, vivo de piedras y argamasas;
tajo de humanos actos consumidos,
de mortecinas vidas declinando
más allá del confín
que en círculo se cierra: rostros secos,
manos, caballos en hilera, ruedas
chirriantes: vidas no: vegetaciones
del otro mar que la oleada vence.

Se avanza en el camino de cuajado
Iodo sin rastro
como una procesión de encapuchados
bajo la rota bóveda, caída
casi hasta reflejar escaparates,
en un aire que envuelve nuestros pasos
denso e iguala los sargazos
humanos fluctuando en las cortinas
de bambú murmurante.

Si me abandonas tú, tristeza, único
presagio vivo en este nimbo, siento
que alrededor de mí se extiende
un rumor como de esferas cuando
una hora está próxima a sonar;
y caigo inerte en la apagada espera
del que no teme ya
en esta orilla sorprendida por la ola
lenta, que no aparece.

Tal vez vuelva a tener una apariencia:
en la rasante luz
un movimiento me conduce junto
a una mísera rama que en un tiesto
crece sobre una puerta de hostería.
A ella tiendo la mano, hacerse mía
siento otra vida, huella de una forma
que me fue arrebatada; y como anillos
en los dedos no hojas se me enroscan
sino cabellos.

Y nada más después. ¡Oh sumergida!:
desapareces como habías venido
y nada sé de ti.
Tu vida es tuya aún: entre las raras
vibraciones del día ya esparcida.
Ruega por mí,
para que yo descienda otro camino
distinto de una calle de ciudad,
en el aire perdido, ante el tropel
de los vivos; que te sienta a mi lado, que
descienda sin ruindad.

Versión de José Ángel Valente



Felicidad lograda


Felicidad lograda, caminamos
por ti sobre un filo de espada.
Para los ojos eres resplandor que vacila;
para el pie, tenso hierro que se raja;
que no te toque, pues, quien más te ama.

Si llegas a las almas invadidas
de tristeza, iluminándolas, tu mañana
es dulce y turbadora como nidos en las molduras.
Mas nada paga el llanto de ese niño
cuyo globo se escapa entre las casas.


 Poema  5


Del brazo tuyo he bajado por lo menos
un millón de escaleras
y ahora que no estás, cada escalón es un vacío.
También así de breve fue nuestro largo viaje.

El mío aún continúa, mas ya no necesito
los trasbordos, los asientos reservados,
las trampas, los oprobios de quien cree
que lo que vemos es la realidad.

He bajado millones de escaleras dándote el brazo
y no porque cuatro ojos puedan ver más que dos.
Contigo las bajé porque sabía que de ambos
las únicas pupilas verdaderas,
aunque muy empañadas eran las tuyas.






Los limones


Escúchame, los poetas laureados

tan solo se mueven entre plantas

de nombre poco usados: bojes, alheñas o acantos.

Por mí, amo las calles que dan a los herbosos

fosos donde en charcos

medio secos agarran los muchachos

alguna anguila desmirriada;

las sendas que siguen los taludes

descienden entre los penachos

de las cañas y llegan a los huertos,

entre los limoneros.

Mejor si la algazara de los pájaros

englutida por el azul se apaga:

se escucha más claro el susurro

de las ramas amigas en el aire

que casi no se mueve,

y las sensaciones de este olor

que no sabe separarse de la tierra

y llueve en el pecho una dulzura inquieta.

De las desviadas pasiones

por milagro aquí calla la guerra,

aquí también nos toca

a nosotros los pobres

nuestra parte de riqueza

y es el olor de los limones.

Ve, en estos silencios en que las cosas

se abandonan y parecen próximas

a traicionar su último secreto,

a veces se espera descubrir

un error de la naturaleza,

el punto muerto del mundo, el anillo

que no resiste,

el hilo por desenredar

que nos ponga finalmente

en el medio de una verdad.

La mirada hurga en torno,

la mente indaga, acuerda, desune

en el perfume que inunda

al languidecer más el día.

Son los silencios donde se ve

en cada sombra humana que se aleja

alguna perturbada deidad.

Mas falta la ilusión y el tiempo nos devuelve

a las ciudades rumorosas donde el azul se muestra

solo a retazos, arriba, entre molduras.

La lluvia fatiga la tierra, después; sobre las casas

se adensa el tedio del invierno,

se hace avara la luz, avara el alma.

Cuando un día de un mortal mal cerrado

entre los árboles de un patio

el amarillo de los limones se nos muestra;

y el hielo del corazón se deshace,

entre el pecho nos borbotan sus canciones

las trompetas de oro de la solidaridad.




Para terminar


Recomiendo a mis herederos

[si los hubiese] en materia literaria,

lo que ya es imposible, que hagan

una hermosa fogata con todo lo que atañe

a mi vida, a mis actos, a lo no hecho.

Yo no soy un Leopardi; dejo poco a las llamas

y es demasiado ya vivir al porcentaje.

Viví al cinco por ciento; no aumentéis

la dosis. Demasiado a menudo, en cambio llueve

sobre mojado.


De: ginebramagnolia.wordpress.com
  


Hoy está de moda



Todos los días hay una revolución
de estaciones, de pueblos, de ideas.
Sine die es aplazada toda decisión.
Nada es ya estable, sino alguna canción
repetida bajo todas las banderas.
Cuánto se salvará de este temporal
no se sabe. Tal vez después de tanto derroche
incluso la palabra terminará en una zanja.
Nos queda la esperanza de que algún
anacoreta destile resinas doradas
de los troncos putrefactos del saber.



Las horas de la noche


Debemos esperar bastante antes que la crónica
se disfrace de historia.
Sólo entonces el vuelo de una hormiga
(el único que interesa) será de águila.
Sólo entonces el chistido del murciélago
parecerá la trompeta del Dies Irae.
El hecho es que están los sabicursantes del doctorado
y es preciso meterlos a todos en algún agujero
para echarlos después si viene lo bueno.
Desgraciadamente lo bueno (o malo) está en el congelador
y no se ve quien quiera o pueda sacarlo de ahí.
El murciélago chilla solo en el crepúsculo
de aquello que en un tiempo se llamaba el día,
pero ya no tenemos más jornadas,
somos una negra colada indivisible
que podría detenerse
o escurrirse no se sabe
con ventaja para quién.

De: campodemaniobras.blogspot.com




LA CAZA


Se dice que el poeta debe ir
a la caza de sus contenidos.
Y también se afirma que sus presas
deben corresponder a lo que sucede en el mundo,
más aún, a lo que sería un mundo mejor.

Pero en el mundo peor se puede herir
a algún otro cazador, o bien a un pollo
de granja huido de la jaula.
En cuanto al mejor, no habrá necesidad
de poetas. Todos comeremos trigo.




EL OTRO


No sé quién se dará cuenta
pero nuestros comercios con el Otro
fueron un largo chanchullo. Denunciarlos
sería, más que un acto de homenaje, una imploración de clemencia.
No somos responsables de no ser él
ni él tiene la culpa, o el mérito, de nuestra apariencia.
Tampoco hay temor. Astuto el flamenco esconde
la cabeza bajo el ala y cree que el cazador
no lo ve.



No hay comentarios: