martes, 17 de septiembre de 2013

Entre paciente y paciente, escribía...


Carlos Williams Carlos
17 de setiembre de 1883 -  New Jersey
Pediatra y escritor

Consagración de un pedazo de tierra


Este pedazo de tierra
frente a las aguas de esta ensenada
consagra la viviente presencia
de Emily Dickinson Wellcome
que nació en Inglaterra, se casó,
perdió a su marido y con su hijo
de cinco años se embarcó
en un barco de dos mástiles, rumbo
a Nueva York, fue aventada hasta las Azores,
encalló en los bancos de la Isla del Fuego,
en una casa de huéspedes de Brooklin
encontró a su segundo marido,
se fue con él a Puerto Rico,
parió otros tres hijos, perdió
a su segundo marido, vivió
trabajosamente ocho años
en Santo Tomás y en Santo Domingo, siguió
a su hijo mayor a Nueva York, perdió
a su hija, a su "nene",
recogió a los chicos del hijo mayor
de su segundo matrimonio, los crió
__ quedaron huérfanos__ peleó
por ellos con la otra abuela
y las tías, los trajo aquí
verano tras verano y aquí se defendió
contra pícaros, tormentas, sol, fuego,
contra las moscas, contra
las muchachas que venían a husmear,
contra la sequía, la cizaña, las marejadas,
los vecinos, las comadrejas ladronas
de gallinas, contra
la flaqueza de sus propias manos
y la fuerza creciente
de los muchachos, contra el viento,
las piedras, los intrusos, las grietas,
contra su propia alma.
Desenyerbó esta tierra con sus manos,
tiranizó desde esta parcela, puso
como trapo al hijo mayor
hasta que no la compró, aquí
vivió quince años, aquí
alcanzó la soledad final y
si no puedes traer nada sino
tu osamenta: quédate afuera.




El descenso



El descenso nos llama
                  como nos llamó el ascenso
                                  La memoria es como
un logro,
              una especie de renovación
                             casi
una iniciación, nuevos espacios abiertos
                      habitados por hordas
                      y por tanto, no implica
nuevas especies –
                pues su movimiento
                               se dirige hacia destinos nuevos
(aunque hayan sido abandonados)

Ninguna derrota se compone sólo de derrota – pues
el mundo que abre     siempre es un lugar
                     hasta entonces
                                             insospechado.     Un
mundo perdido,
                        un mundo insospechado,
                                             nos llama a nuevos lugares
y ninguna blancura (perdida) es tan blanca como
el recuerdo de la blancura

Con la tarde, el amor despierta
                      aunque sus sombras
                          vivas por el brillo
del sol –
              somnolientas ahora se abandonen
                                al deseo
El amor sin sombras surge ahora
              comienza a despertar
                  conforme la noche
avanza.

El descenso
                  hecho de desesperanza
                                     sin logros
cae en la cuenta
             del nuevo despertar:
                                              que es el revés
de la desesperanza.
                     Así, lo que no logramos,
lo negado al amor,
                      lo que hemos perdido antes –
                               se hace descenso
sin fin, indestructible.

(de Selected Poems)



El viento sube



La tierra
se ve arrasada
                        Los árboles
las puntas del tulipán
         brillantes
                   se ladean y
se vuelcan –

                   Suelto, flota
tu amor
¡Vuela!

Dios mío, qué es
un poeta – si
                   es que lo hay
     hombre
cuyas palabras
     mordisquean
           el camino
a casa – que es real
en forma
             de movimiento

En cada punta de una rama
nueva
sobre el torturado
cuerpo del pensamiento
             que aprieta
             la tierra
está el camino
        hacia la última
               punta de la hoja

(De Selected Poems)




















A una pobre vieja


masticando una ciruela en
la calle una bolsa de papel
está en su mano

le saben bien
saben bien
a ella     saben
bien a ella

puedes notarlo
en su modo de darse
a la mitad del todo
chupada en su mano

le queda el consuelo
de ciruelas maduras
que parecen llenar el aire
y saben bien.

(De Selected Poems)




RETRATO PROLETARIO


Una joven grande sin sombrero
con delantal

su pelo cogido atrás parada
en la calle

un pie en calcetín de puntilla
en la acera

su zapato en la mano. Mirándolo
atentamente adentro

Le saca la plantilla de papel
para dar con el clavo

que la ha estado lastimando.



NANTUCKET


Flores en la ventana
lila y amarillo

alteradas por la cortinas blancas—
olor a limpieza—

Luz de final de la tarde—
En la bandeja de vidrio

un jarro de vidrio, el vaso
volteado para abajo, junto al cual

hay una llave — y el
blanco lecho inmaculado.





















Una negra


lleva un ramo de caléndulas 
envuelto 
en un periódico viejo:

las lleva en alto, medio 
descubiertas, 
la mole 
de sus muslos 
la hace ir

bamboleándose 
mientras pasa
frente al aparador de una tienda 
que se cruza en su camino. 

Qué es 
sino una embajadora 
de otro mundo 
un mundo de bellas caléndulas 
de dos tonos 
que ella ofrece
sin pensar nada más 
sólo

yendo por ahí
con las flores en alto
como una antorcha
muy temprano en la mañana.




 PASTORAL


Los gorriones
brincan ingenuos
por la calzada
riñendo
con voces chillonas
por las cosas
que les interesan.
Pero nosotros somos más
listos –cada cual se
encierra en sí mismo
y ninguno sabe
qué intenciones, buenas
o malas, tiene
el otro.

Entretanto,
el anciano que va
recogiendo estiércol de perro
camina por el arroyo
sin alzar la vista
y con paso
más majestuoso que
el del pastor episcopal
al acercarse al púlpito
un domingo.
Cosas así
me dejan mudo de asombro.



SÓLO PARA DECIRTE

que me he comido
las ciruelas
que había en
la nevera

y que
probablemente
guardabas
para el desayuno

Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías




A MODO DE CANCIÓN


Espere la víbora bajo
la maleza
y sea de palabras
la escritura, lenta y rauda, pronta
al ataque, paciente en la espera,
siempre en vela.

– para por la metáfora reconciliar
las gentes y las piedras.
Crea. (Ideas, no,
salvo en cosas.) ¡Inveta!
Saxífraga es mi flor que parte
las rocas.




EL YO


El poema
es una disciplina
Lo que necesitas
para moderarte
es lo que tienes

Tus hijos

Deja
que los niños
te enseñen

la flor del albérchigo
la cabellera
de ensortijados rizos
que se arraciman enternecedores en
las sienes
sus ojos
sus sonrosadas mejillas

el poema
ahí en bruto
en delicada ofrenda
ante ti.




(...) Williams ve a sus semejantes y el entorno que comparte con ellos sin idealizarlos ni ensalzarlos, y nos habla de ellos y de sí mismo del modo en que ellos y él mismo hablan, consiguiendo trascender lo radicalmente concreto, el aquí y el ahora, mediante un largo y logrado trabajo estilístico basado en la concentración, en la brevedad, en una extremada y progresiva depuración retórica, en una esporádica complejidad sintáctica que –paradójicamente– trasmite frescura, en la más difícil sencillez estructural y, finalmente, en la carencia absoluta del menor intento de didactismo o tono moralizante. Sus poemas no explican sino presentan, capturando las cosas y a los hombres de a pie al modo de instantáneas imprevistas tomadas sin composición y
y sin posibles poses.

A diferencia de Pound y de Eliot, la mayoría de la obra poética de Williams es fácil de entender, huye de lo abstracto («no hay ideas sino en las cosas») y se compone de poemas por lo general breves y en muchas ocasiones brevísimos.

La originalidad y especificidad de Williams procede también de su particular modo de mirar las cosas, de su primera mirada, o –en palabras de Wallace Stevens– de su «nuevo conocimiento de la realidad». La influencia que sobre él ejerció la obra de pintores como Brueghel, Matisse o Duchamp es determinante a este respecto. Williams contaba con un modo de mirar pictórico que aplicó desde sus inicios a muchos de sus poemas y que culminó en su última colección, titulada significativamente Pictures from Brueghel (1962). Otro tanto de lo mismo cabe decir de su interés por la fotografía, patente en la visualidad estática –especie de moderna naturaleza muerta que captura un instante detenido– de algunos de sus mejores poemas más breves. El propio Williams llegó a calificar a su obra de «objetivista».

Además su sentido del ritmo y su buen oído son proverbiales. Williams se mantuvo fiel hasta el final al verso libre. Desechó la métrica tradicional inglesa de carácter yámbico - imperante nada menos que desde el Renacimiento– y «midió» sus líneas ateniéndose a la respiración y no al acento, a la entonación del habla y no al salmódico soniquete clásico. En cierto sentido, junto a Cummings, completó la revolución métrica iniciada por Whitman (que escribió casi únicamente en versículos) ampliando los hallazgos de su predecesor al aplicarlos también al verso corto. Su famoso concepto «pie variable» (cada «pie» o línea es un momento sostenido o una unidad de medida dentro de la percepción interior que va desplegándose), aunque algo confuso, parece conferir al vaivén tipográfico de muchos de sus poemas un algo de pintura en movimiento. En cualquier caso, la musicalidad y visibilidad de todas sus composiciones muestran claramente que escribió sus poemas impelido siempre por la convergencia de pautas visuales y auditivas. La vista y el oído: pintar con palabras y escuchar las cosas. Los sentidos, no el intelecto; sensaciones, no conceptos; cosas, no ideas; lo concreto, no abstracciones. No es, pues de extrañar, que en sus aproximaciones escritas a su propia obra poética o a la de otros autores, evitara teorizar sobre la poesía misma y prefiriera reflexionar sobre poemas.

Otro de sus logros consiste en no ceder nunca al tono meditativo, circundante, ensimismado. Bien al contrario, Williams mira directamente a sus semejantes en sus escenarios habituales, al otro (y no a través de o desde el otro, como ocurre con el tan laureado y practicado «correlato objetivo») y –esto es lo importante– no los interpreta sino que los presenta (aunque es sabido que toda representación tiene bastante de interpretación), es decir: no los interioriza, los exterioriza. Su poesía es anti-apologética, no necesita símbolos y se opone a toda intención moralizante, «conformándose» con hacer que sus lectores vean a través de sus composiciones la belleza de lo real. (...)


De: WILLIAM CARLOS WILLIAMS: «NO HAY IDEAS SINO EN LAS COSAS"
Juan Miguel López Merino
(Universidad de Minsk)


Fuente: www. UM.ES/TONOSDIGITAL.COM


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