miércoles, 7 de agosto de 2013

“La pondré bajo la almohada para dormirme tranquila”




En Macul, Santiago de Chile, un grupo de Adultos Mayores se reúne, a la tardecita de todos los jueves desde hace cinco años, en la Comuna de ese distrito.

¿Motivo del respetado encuentro? “Leer  y criticar nuestras creaciones”, responde con compartible orgullo Héctor Moraga Lara, Presidente del Centro Literario “Llamarada”, que es el elocuente emblema bajo el cual refugian su sensibilidad todavía dispuesta al encuentro humano, norte inherente a todas las culturas tejidas sobre la faz de la Tierra.


“Este año tenemos un profesor que es Poeta joven y muy dinámico. Realizamos eventos literarios donde invitamos a la comunidad y otros talleres...”, sigue contándonos Héctor, entusiasmándonos a saber más de su precioso grupo.

Y supimos. Supimos que han editado “dos libros. El primero fue LONTANANZAS.  Cada integrante escribió relatos, cuentos, anécdotas o poemas relacionados a costumbres y oficios en extinción. En el lanzamiento se regalaron a los Clubes de adultos mayores que existen en la Comuna. Ha sido muy bien criticado. Fue un buen ejercicio para recordar nuestro pasado. El otro libro se presentó el 31 de Mayo y se llama SORRENTO 3037. Ese es el domicilio de un famoso pintor, Gregorio de la Fuente,  que vivió en esta comuna. Esa calle hoy lleva su nombre. En el libro se hizo un homenaje a personajes de la cultura que tienen nombre en las calles de Macul. Se hicieron cuentos y poemas relacionados a algunos de esos personajes. También ha tenido mucha aceptación.”









Sin embargo, aún no hemos transmitido el ribete más relevante del mensaje de Héctor.


Cuando se despide, acota: “Les escribo con la esperanza que podamos intercambiar experiencias literarias a esta altura de nuestras vidas. Nuestro objetivo literario es mantener activa la única neurona que nos quede y alejar lo más posible a nuestro enemigo alemán "el Alzheimer".

Hasta ahora no habíamos expresado que este promisorio contacto asentó su raíz en un mail que un buen día nos dirigió Moraga, sin conocernos, así, al azar de la intuición. La comunicación produce esta clase de situaciones "chejovianas": lo aparentemente insignificante, cotidiano, inadvertido por la naturalización de la costumbre, es la clave de lo humano. Y en estos momentos, cuando casi todo parece sometido a las reglas carniceras del mercado, cuando tanto necesitamos de la emoción, el viento trae una voz que refiere y prueba el valor de la esperanza.

¡Bienvenida esa Llamarada, hermanos, a esta Casa! Ojalá despunte una flor a través de esta ocurrencia; ojalá esa flor se reproduzca con la energía natural del fuego. Abrigarnos unos/as a otros/as mantendrá viva la Vida. Como decía Violetita: “Gracias a la Vida, que me ha dado tanto...”, gracias por el regalo de su presencia.


Profª. Ana Milán
Orientadora del Centro de Formación Humanística 
PERRAS NEGRAS

e integrantes de Taller de Pasiones Literarias 
y del Grupo Alas  

literaturaenprimavera@gmail.com
laquesiempemociona@gmail.com










Laberinto en la oscuridad


La jaula se detuvo en seco. Llegamos al final del recorrido vertical. Ahí estaba nuestro lugar de trabajo. Los huevos revueltos con cebolla, el yogur y el café del desayuno, me hicieron efecto, debía ir al baño. A la salida de la jaula estaba mi salvación, le avisé al capataz que los alcanzaría después. 
-Te sabís bien el camino ¿verdá?
-Sí poh, como no me voy acordar- le respondí muy apurado.

Bueno, eso era lo que creía, porque después de mi urgencia y más livianito tomé el sendero. Al recorrer algunos metros, varios túneles iguales a la izquierda y derecha salían a mi encuentro. Me detuve para oír las voces de los viejos y me orientaran por dónde caminar, solo mi respiración escuché. Me devolví para encontrar la jaula y empezar de nuevo.  Recordé las instrucciones del jefe: “En todos los niveles de la mina, frente a la jaula están los primeros auxilios y una pizarra con indicaciones de los frentes de trabajo. A la derecha hay un baño químico”  donde yo estuve, “por la izquierda debís salir  a la galería” o sea del baño debí volver a la jaula para tomar la de la izquierda, pero ¿Pa onde cresta está la jaula ahora?
Continué  caminando y no vi señales conocidas, me sentí  en un inmenso y oscuro laberinto.
Un escalofrío inundó mi cuerpo. Recordé lo que los viejos contaban del “Minero Chico” que a veces los perdía aquí adentro. Decían. “Es juguetón y le gusta hacer bromas. Si lo tratas mal o lo retas, te acordarás para siempre de él. ¡Si es que salís vivo! ¡No lo vay a provocar que te pois caer en un pique!”

Nunca les creí.  Mi respiración se hizo más rápida, los lentes se empañaron, sentí un sudor helado. 

-¡Como vayastar  perdío por culpa de un ser que no creís que existe gil!
-Busca la galería mas ancha, esa es la principal y de ahí podís orientarte.

Todas las que estaban en mi camino las veía iguales ¡Parece que me perdí por la cresta!

-Mi – mi - minero chico.    
-Si existes, trata de orientarme para encontrar la jaula o la galería donde están mis cumpas, mañana te prendo una vela a la entrá e la mina.
 
En el siguiente túnel vi una pequeña luz que se movía, uno de mis compañeros venía a mi encuentro, ¡Que alegría!, respondí con mi lámpara y grité ¡Aquí estoy!  No tuve respuesta, corrí para alcanzarla. La luz se alejó, igual caminé como veinte minutos. Llegué a una amplia galería que reconocí de inmediato, giré a la derecha y pocos metros más allá estaban mis compañeros que al verme comenzaron con las bromas.

-¿Te demoraste más de dos horas en cagar hueón?  ¡Te pasaste!  Me recriminó indignado el capataz
-Sabe jefe, es que andaba perdío, si no juera por el viejo que mandó a buscarme todavía estaría dándome vueltas por ahí. 
-Oye hueón mentiroso, de aquí nadie se movió pa buscarte. En este nivel estamos solos, así que agarra la barretilla y ponte a trabajar no más questamos atrasados.

Cuando bajamos al campamento compré una vela para encenderla al día siguiente junto a las otras,  en la bocamina.
 
Héctor Moraga L.    2010
Obra de Gregorio De La Fuente

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