5 de junio de 1878 |
El maleficio de la
mariposa
(Primera obra escrita por el autor)
Comedia en dos
actos y un prólogo
PERSONAJES:
DOÑA CURIANA
CURIANA
NIGROMÁNTICA
CURIANITA SILVIA
DOÑA ORGULLOS,
madre de Curianita Silvia
MARIPOSA
CURIANITO EL NENE,
hijo de Doña Curiana
GUSANO PRIMERO
ALACRANCITO EL CORTAMIMBRES
GUSANO SEGUNDO
CURIANA CAMPESINA
PRIMERA
GUSANO TERCERO
CURIANA CAMPESINA
SEGUNDA
CURIANITA SANTA
OTRAS CURIANAS
CAMPESINAS
CURIANAS GUARDIANAS
PRÓLOGO
Señores: La comedia
que vais a escuchar es humilde e inquietante, comedia rota del que quiere
arañar a la luna y se araña su corazón, El amor, lo mismo que pasa con sus
burlas y sus fracasos por la vida del hombre, pasa en esta ocasión por una
escondida pradera poblada de insectos donde hacía mucho tiempo era la vida
apacible y serena. Los insectos estaban contentos, sólo se preocupaban de beber
tranquilos las gotas de rocío y de educar a sus hijuelos en el santo temor de
sus dioses. Se amaban por costumbre y sin preocupaciones. El amor pasaba de
padres a hijos como una joya vieja y exquisita que recibiera el primer insecto
de las manos de Dios. Con la misma tranquilidad y la certeza que el polen de
las flores se entrega al viento, ellos se gozaban del amor bajo la hierba
húmeda. Pero un día... hubo un insecto que quiso ir más allá del amor. Se prendó
de una visión de algo que estaba muy lejos de su vida... Quizá leyó con mucha
dificultad algún libro de versos que dejó abandonado sobre el musgo un poeta de
los pocos que van al campo, y se envenenó con aquello de «yo te amo, mujer
imposible». Por eso, yo os suplico a todos que no dejéis nunca libros de versos
en las praderas, porque podéis causar mucha desolación entre los insectos. La
poesía que pregunta por qué se corren las estrellas es muy dañina para las
almas sin abrir... Inútil es deciros que el enamorado bichito se murió. ¡Y es
que la Muerte se disfraza de Amor! ¡Cuántas veces el enorme esqueleto portador
de la guadaña, que vemos pintado en los devocionarios, toma la forma de una
mujer para engañarnos y abrirnos las puertas de su sombra! Parece que el niño
Cupido duerme muchas veces en las cuencas vacías de su calavera. ¡En cuántas
antiguas historietas, una flor, un beso o una mirada hacen el terrible oficio
de puñal!
Un viejo silfo del
bosque escapado de un libro del gran Shakespeare, que anda por los prados
sosteniendo con unas muletas sus alas marchitas, contó al Poeta esta historia
oculta en un anochecer de otoño, cuando se fueron los rebaños, y ahora el poeta
os la repite envuelta en su propia melancolía. Pero antes de empezar quiero haceros
el mismo ruego que a él le hizo el viejo silfo aquel anochecer de otoño, cuando
se fueron los rebaños. ¿Por qué os causan repugnancias algunos insectos limpios
y brillantes que se mueven graciosamente entre las hierbas? ¿Y por qué a
vosotros los hombres, llenos de pecados y de vicios incurables, os inspiran
asco los buenos gusanos que se pasean tranquilamente por la pradera y tomando
el sol en la mañana tibia? ¿Qué motivo tenéis para despreciar lo ínfimo de la
Naturaleza? Mientras que no améis profundamente a la piedra y al gusano no
entraréis en el reino de Dios. También el viejo silfo le dijo al poeta :
"Muy pronto llegará el reino de los animales y de las plantas; el hombre
se olvida de su Creador, y el animal y la planta están muy cerca de su luz; di,
poeta, a los hombres que el amor nace con la misma intensidad en todos los
planos de la vida; que el mismo ritmo que tiene la hoja mecida por el aire
tiene la estrella lejana, y que las mismas palabras que dice la fuente en la
umbría las repite con el mismo tono el mar; dile al hombre que sea humilde,
¡todo es igual en la Naturaleza!". Y nada más habló el viejo silfo. Ahora,
escuchar la comedia. Tal vez os riáis al oír hablar a estos insectos como
hombrecitos, como adolescentes. Y si alguna honda lección sacáis de ella, id al
bosque para darle las gracias al silfo de las muletas, un anochecer tranquilo,
cuando se hayan marchado los rebaños.
Acto primero
La escena
representa un prado verde y humilde bajo la sombra densa de un gran ciprés. Una
veredita casi invisible borda sobre la hierba un ingenuo arabesco. Más allá del
pradito, una pequeña charca rodeada de espléndidas azucenas y unas piedras
azules... Es la hora casta del amanecer. Y todo el prado está cubierto de
rocío. A la vera del camino se ven las madrigueras de los insectos como un
minúsculo y fantástico pueblo de cuevas. De su casa sale Doña Curiana con un
manojito de hierbas a guisa de escoba. Es una cucaracha viejísima, a la que
falta una de sus patas, que perdió a consecuencia de un escobazo que le dieron
en una casa donde se alojaba siendo todavía joven y reluciente. Los martillos
formidables de la aurora ponen al rojo la plancha fría del horizonte.
ESCENA PRIMERA
Doña Curiana y la
Curiana Nigromántica.
DOÑA
CURIANA.(Asomándose al prado)
¡Mañana clara y
serena!
Ya rompe el primer
albor.
CURIANA
NIGROMÁNTICA. (Con un cucurucho de estrellas y un manto de musgo seco.) Que
Dios te bendiga, ¡oh vecina buena!
DOÑA CURIANA.
¿Dónde vais,
señora, de rocío llena?
CURIANA
NIGROMÁNTICA
Vengo de soñar que
yo era una flor
Hundida en la
hierba.
DOÑA CURIANA.
¿Cómo soñáis eso?
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Sueño que las
dulces gotas de rocío
Son labios de
amores que me dejan besos
Y llenan de
estrellas
Mi traje sombrío.
DOÑA CURIANA.
(Regañona.)
Mas pensad, señora,
que por la poesía...
CURIANA
NIGROMÁNTICA. (Tristemente.)
¡Ay, doña Curiana,
qué vais a decir!
DONA CURIANA.
Pudierais coger una
pulmonía
Que hiciera pedazos
su sabiduría.
Tendríamos todas
Mucho que sentir.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Mi alma tiene gran
tristeza, ¡vecina!
Me dijo ayer tarde
una golondrina:
«Todas las
estrellas se van a apagar».
Dios está dormido,
y en el encinar
Vi una estrella
roja toda temblorosa
Que se deshojaba
como enorme rosa.
La vi perecer
Y sentí caer
En mi corazón
Un anochecer
. «Amigas cigarras,
grité, ¿veis las estrellas?
«Un hada se ha
muerto», respondieron ellas
Fui junto a los
troncos del vicio encinar
Y vi muerta el hada
del campo y del mar.
DOÑA CURIANA.
¿Quién la mataría?
CURIANA
NIGROMÁNTICA
La mató el amor
DOÑA CURIANA
Mirad cómo quiebra
el primer albor.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
¿Y vuestro buen
hijo, cómo sigue?
DOÑA CURIANA.
Bien.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Ayer le vi triste.
DOÑA CURIANA.
Lo noté también:
Anda enamorado.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
De Silvia quizá.
DOÑA CURIANA
Según él, es de
algo ¡que nunca tendrá!
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Va a ser un poeta,
y no es nada extraño:
Su padre lo fue.
DOÑA CURIANA.
Un gran desengaño
Me llevé con él.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
¡Era un corazón!
DOÑA CURIANA.
¡Ay!, apaleaba mi
caparazón.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Pero conservaba
siempre el troje lleno.
DOÑA CURIANA.
Mas eso no impide
que fuera muy bueno.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
En fin, callaremos,
yo mucho le amé.
¿Y esa pierna coja?
DOÑA CURIANA.
Anoche noté
El ruin dolorcillo
que tanto me irrita.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Poneos las hojas de
una margarita;
Lavaos con rocío y
no andéis; tomad
Estos polvos santos
de cráneo de hormiga,
Tomadlos de noche
con mastranzo.
DOÑA CURIANA.
Amiga,
Que el gran
Cucaracho os pague en amor
Y que en vuestros
sueños ¡os convierta en flor!
(Acariciadora)
Desechad tristeza y
melancolías;
La vida es amable,
tiene pocos días,
Y tan sólo ahora la
hemos de gozar.
CURIANA
NIGROMÁNTICA. (Como soñando.)
Todas las estrellas
se van a apagar.
DOÑA CURIANA.
No penséis en eso,
vecina doctora,
Mirad la alegría
que nos trae la aurora.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
¡Ay, lo que yo vi
junto al encinar!
DOÑA CURIANA.
No pensar en eso,
¡dos a acostar...
CURIANA
NIGROMÁNTICA. (Volviendo a la realidad en una brusca transición.)
El prado está
silencioso.
Ya parte el rocío a
su cielo ignorado,
El viento rumoroso
Hasta nosotros
llega perfumado.
DOÑA CURIANA.
¿También sois
poeta, doctora vecina?
Nosotras, las
pobres, con nuestra cocina
Tenemos bastante.
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
No seas vulgar.
DOÑA CURIANA. (Un
poco disgustada.)
En mi clase todas
sabemos cantar
Y chupar las
flores. ¡Qué os habéis creído
CURIANA
NIGROMÁNTICA.
Con razón te daba
palos tu marido;
Cocina y poesía se
pueden juntar,
Hasta luego, amiga,
voy a descansar.
(Se va)
DOÑA CURIANA.
Que la luz os guíe.
Yo voy a barrer
mi puerta con brisa
del amanecer.
(Se pone a barrer
cantando)
Un gusanito me dijo
Ayer tarde su
querer;
No lo quiero hasta
que tenga
Dos alas y cuatro
pies.
ESCENA II
Doña Curiana y
Curianita Silvia
Por el lado
izquierdo de la escena llega la Curianita Silvia, arrogante y madrugadora.
Silvia, en su clase de insecto repugnante es encantadora; brilla como el
azabache y sus patas son ágiles y delicadas. Es hija de Doña Orgullos, curiana
que cuenta más de un año de edad, y es el mejor partido del pueblo. Trae una
diminuta margarita a guisa de sombrilla, con la que juega graciosamente, y se
toca de un modo delicioso con el caparazón dorado de una «teresica»
DOÑA CURIANA.
Madrugadora venís,.
Niña encantadora y
bella.
CURIANITA SILVIA..
¿Niña me decís? Ha
tiempo.
Que ya salí de la
escuela.
DOÑA CURIANA..
¿Os molestáis
porque os llamo .
Niña? Pues diré
doncella .
o doncellita.
CURIANITA SILVIA. (Coquetonamente.).
No es eso.
DOÑA CURIANA..
¿Qué os pasa
entonces?
CURIANITA SILVIA..
Tristezas..
Que estoy pasando.
Sin que nadie se dé
cuenta.
DOÑA CURIANA.
Tan joven y ya tan
triste.
¡Bueno que lo esté
esa vieja
De la Nigromanta!
Vos
Aún sois demasiado
nueva
Y nada os falta en
el mundo.
CURIANITA SILVIA.
(Ingenuamente.)
No he visto más que
esta tierra.
DOÑA CURIANA.
(Pensativa.)
¿Os ha dicho la
doctora
Que se apagan las
estrellas
Porque se había
muerto un hada
O no sé qué... lo
que cuenta?
CURIANITA SILVIA.
Nada me dijo.
DOÑA CURIANA.
Entonces
¿Por qué tenéis la
tristeza
Que os consume y os marchita?
De qué sufrís?
CURIANITA SILVIA.
¡Ay, abuela!
¿No tuvisteis
corazón
Cuando joven? Si os
dijera
Que soy toda un
corazón...
DONA CURIANA. (En
un arranque de indignación.)
Aquí sois todos
poetas
Y mientras pensáis
en eso
Descuidáis vuestras
haciendas,
Tenéis vuestras
casas sucias
Y sois unas
deshonestas
Que dormís fuera de
casa,
Sabe Dios con
quién.
CURIANITA SILVIA.
Paciencia
Necesito para
oírla.
Me insultáis.
DOÑA CURIANA.
No es que yo quiera
Insultarte, niña
Silvia.
Es que me da mucha
pena
Verte triste y
desolada
Tan sin causa.
CURIANITA SILVIA.
Causa cierta
Tienen estos mis
pesares.
DOÑA CURIANA.
(Cariñosa.)
¿Puedo
aliviártelos, nena?
CURIANITA SILVIA.
Mis pesares son tan
hondos
Como la laguna aquella.
(Con angustia)
¿Dónde está el agua
Tranquila y fresca
Para que calme
Mi sed inquieta?
DOÑA CURIANA.
(Asustada.)
Silvia, calmaos,
por favor;
Sed juiciosa y sed
serena.
CURIANITA SILVIA.
(Soltando la margarita en el suelo.)
¿Por qué sendero
De la pradera
Me iré a otro mundo
Donde me quieran?
DOÑA CURIANA.
(Enérgica.)
Esto es imposible,
Silvia.
Os volvéis loca.
CURIANITA SILVIA.
Me queda
Mucho tiempo que
llorar.
Yo me enterraré en
la arena
A ver si un amante
bueno
Con su amor me
desentierra.
DOÑA CURIANA.
Estás muy
enamorada,
Ya lo sé. Mas en mi
época
Las jóvenes no
pedíamos
Los novios a boca
llena,
Ni hablábamos en
parábolas
Como hablas tú. La
vergüenza
Estaba más
extendida
Que en estos
tiempos. Se cuenta
De una curiana muy
santa
Que permaneció
soltera
Y vivió seis años.
Yo
Dos meses tengo y
soy vieja.
¡Todo por casarme!
¡Ay!
(Lagrimeando)
CURIANITA SILVIA.
(Muy romántica.)
¡Amor, quién te
conociera
Dicen que eres
dulce y negro,
Negras tus alas
pequeñas,
Negro tu caparazón
Como noche sin estrellas;
Tus ojos son de
esmeraldas,
Tus patas son de
violetas.
DOÑA CURIANA.
Estás más loca que
un grillo
Que conocí allá en
su cueva,
Que se las daba de
listo,
De gran mago y de
profeta.
Era un pobre
desdichado;
A mí me dio una
receta
Para curar el amor.
CURIANITA SILVIA.
(Intrigada.)
¿Qué decía la
receta?
DOÑA CURIANA.
Dese a los
enamorados
Dos palos en la
cabeza
Y no se los deje
nunca
Tumbarse sobre las
hierbas.
SILVIA.
Os chanceáis,
señora.
DOÑA CURIANA.
Silvia, ¿y quién no
se chancea
Viendo a una joven
bonita
Cometer tantas
simplezas?
CURIANITA SILVIA.
(Aparte.)
Ella ignora que a
su hijo
Es a quien amo.
DOÑA CURIANA.
Discreta
Sois sin embargo al
hablar
De la causa que os
apena.
¿Y dónde está
vuestro amor?
¿Muy lejos?
CURIANITA SILVIA.
Está tan cerca
Que el aire me trae
su aliento.
DOÑA CURIANA.
¡Es un mozo de la
aldea!
Lo teníais bien
oculto.
¿Y él os ama?
CURIANITA SILVIA.
Me detesta.
DOÑA CURIANA.
¡Cosa rara, vos sois rica!
En mi tiempo...
CURIANITA SILVIA.
La princesa
Que él aguarda no vendrá.
DOÑA CURIANA.
¿Qué tal es él?
CURIANITA SILVIA.
Me deleitan
Su cuerpo chico y
sus ojos
Soñadores de poeta.
Tiene un lunar
amarillo
Sobre su pata
derecha,
Y amarillas son las
puntas
Divinas de sus
antenas.
DOÑA CURIANA.
¡Aparta! Es mi
hijo.
CURIANITA SILVIA.
¡Yo le amo con
locura!
DOÑA CURIANA (Como
soñando.)
Ella es rica. ¡Qué
torpeza
La de esta criatura
rara!
¡Yo haré que la ame
por fuerza!
(Compungida y
fingiendo lo que no siente)
¡Ay cuánto debe
sufrir!
(Aparte)
¡Tiene magníficas
rentas!
¡Pobrecita de mis
carnes!
¡Sangrecita de mis
venas,
te casaré con mi
hijo!
CURIANITA SILVIA.
(Ruborizándose.)
Lo adivinasteis.
DOÑA CURIANA.
(Abrasándola con ternura.)
Piensa
Que tengo ya muchos
días
Y te adiviné la
pena.
CURIANITA SILVIA.
¡Ay, qué dicha!
¡Qué alegría!
DOÑA CURIANA.
(Mimosa en extremo.)
Límpiate esa cara
tierna
Y deja tus
lagrimitas
Al pie de esas
azucenas.
Voy a llamar a mi
hijo
para que te vea.
CURIANITA SILVIA.
Reina
Seré de este prado
verde,
Pues tengo amor y
riquezas.
Federico te invita a continuar la lectura de esta obra en cualquiera de las muchas y completas bibliotecas de la web |
La aurora
La aurora de Nueva
York tiene
cuatro columnas de
cieno
y un huracán de
negras palomas
que chapotean las
aguas podridas.
La aurora de Nueva
York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las
aristas
nardos de angustia
dibujada.
La aurora llega y
nadie la recibe en su boca
porque allí no hay
mañana ni esperanza posible:
A veces las monedas
en enjambres furiosos
taladran y devoran
abandonados niños.
Los primeros que
salen comprenden con sus huesos
que no habrá
paraíso ni amores deshojados:
saben que van al
cieno de números y leyes,
a los juegos sin
arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada
por cadenas y ruidos
en impúdico reto de
ciencia sin raíces.
Por los barrios hay
gentes que vacilan insomnes
como recién salidas
de un naufragio de sangre.
De: Poeta en Nueva
York
CASIDA
DE LA MANO IMPOSIBLE
Yo no quiero más
que una mano,
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano,
aunque pase mil noches sin lecho.
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano,
aunque pase mil noches sin lecho.
Sería un pálido
lirio de cal,
sería una paloma amarrada a mi corazón,
sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.
sería una paloma amarrada a mi corazón,
sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.
Yo no quiero más
que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.
Lo demás todo
pasa.
Rubor sin nombre ya, astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.
Rubor sin nombre ya, astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.
De: El Diván del
Tamarit
Juana de Ibarbourou y Federico |
No hay comentarios:
Publicar un comentario