Esperé que cayera la ceniza. No sé si era un
pretexto para dilatar el momento. De pronto, él me solucionó el problema. Dijo
sin vehemencia: “No podemos seguir.”
Yo no hice pregunta alguna. Sabía que eso estaba por
llegar. Con una mezcla de rabia y de curiosidad pregunté si era por ella.
“No, eso es un “ayudame a vivir. Lo nuestro fue
muriendo de a poco. No supimos mantener encendida la pasión. Nos convertimos,
primero, en buenos amigos; después, de a poco, dejamos de contarnos nuestras
cosas... no tuvimos hijos... no quedó nada”.
No seguimos hablando, se fue sin mirar atrás, siguió
su camino.
Varios años después vino a mi encuentro. Tenía el
mismo mirar, el andar cansino; estaba triste, como vencido.
Sólo me dijo “Te necesito”, y le contesté... “Yo
también”.
Lecita Morales
Grupo Alas
1 comentario:
ME ENCANTÓ EL CUENTO,SUENA MUY AUTÉNTICO Y SIN FALSOS RECOVECOS ROMANTICOIDES.
Publicar un comentario