Eduardo GALEANO
Hace pocos días, Eduardo Galeano fue considerado el más genuino depositario del Premio Alba de las Artes y las Letras 2012, por "haber consagrado su vida y el conjunto de su obra a engrandecer el patrimonio cultural de América Latina".
Formar conciencias con un filoso pero bello escalpelo no es changa, compatriotas; hace falta sentimiento, coraje, dignidad, y otra serie indefinida de atributos casi en extinción en la humana naturaleza actual, excelencias a ostentar en el evento más encumbrado como en el minúsculo segundo a segundo de cada día.
Desde esta modesta Casa donde también pretendemos tocar con los dedos de la escritura, nuestro saludo afectuoso y nuestro agradecimiento; también, el pequeño y sutil tributo de un recuerdo, el siguiente:
El alma de Galeano
No sabía mientras viajaba a la casa de mi amiga en Montevideo
que ese viaje me dejaría varias marcas significativas, relacionadas todas con
las palabras que son el alma del mundo, y fue esa palabra, esas palabras, esa
frase dicha al azar en el taller de Ana…
Hablaba yo de las lecturas que
han enriquecido mi alma, pero de esas que de tanto enriquecerla te la
dejan chiquitita, exangüe, agotada de tanta belleza y surgió su nombre, tan
hecho propio que me olvidé que andaba por sus tierras, que eran estas y no
aquellas las suyas y entonces en el mismo instante que se me ocurría que estar
en su cuidad inevitablemente me llevaría a mover cielos y tierras para
conocerlo, alguien dijo como al pasar “Es mi vecino, vive en mi barrio”… y fue
también en ese mismo instante que aquella compañera del taller se convirtió en
mi presa: no iba a irse de allí sin más palabras, no era una frase cualquiera
para mí, no eran palabras dichas como al pasar y Ana y Luz y aquellos escribientes lo entendieron y así fue que brotaron palabras
de aquella vecina que apenas podía ir guardando dentro de mis pieles, “barrio
Malvín”, “a la vuelta de mi casa”, “pintada de colores”, “a veces está de
viaje”…
Cuando me dí cuenta caminaba a la mañana temprano por el barrio
Malvín, arrastrando a mi amiga Luz
por las calles de ese enero caluroso. Buscábamos una casa pintada de
dibujos indígenas, y ella nos encontró a nosotros, asomándose desde los verdes,
como avisándonos que ese era el lugar buscado y
dice aquel otro escritor de mis tierras “no hay casualidad sino destino/
no se busca sino lo que se encuentra…” en una de sus frases Sabateanas…
Por el portero eléctrico me atiende una mujer.
-¿Helena? -dije.
-No, Haydé- me responden desde adentro.
-¿Se encuentra Helena?
-Helena no está, ¿ella la conoce?
-No personalmente… dije. Y era verdad! Helena debería de
conocerme a través de los libros, de tanto leerla!! Sí, de los libros de Eduardo la conocía mejor que
nadie, hasta sus sueños conocía!!
Pero ellos no estaban y tuve que contarle a Haydé que era una
admiradora de Eduardo y de sus palabras precisas para definir el mundo, la
vida, las muertes, las historias, para aspirarme angustias y para indignarme,
para incrementar mis utopías y mis soledades, para creer en la justicia y en las
injusticias, para…
Para esto Haydé me estaba diciendo que si era para que me
firmara un libro que se lo dejara y después lo pasara a buscar… ¿Qué después lo
pasara a buscar? ¿Sin poder escuchar qué sonido tienen las palabras que leo en
sus libros? De ninguna manera, ya estaba allí y allí me quedaría… Entonces le
conté que era argentina, que me volvía a mi pueblo, que era todo eso que le
había dicho antes de importante para mí y entonces me dijo: “están en el
mercado, seguro no tardan, pero yo no le dije nada…porque está muy ocupado
terminando su libro nuevo” Pero de nada, me dijo tanto!
La espera fue casi irrisoria, se bajaron de un taxi con la
simpleza que solo las bolsas del supermercado les dan a las personas, con el
gesto cordial que solo ellos podían tener en ese mediodía caluroso… y nos
acercamos y se entremezclaron palabras breves, expectantes, apuradas para que
el momento no se escapara y hablé de libros y hablé de fotos y hablé de nada y
de todo y Helena entró y Eduardo entró y volvió a salir para abrirnos el portón
de su patio, sin las bolsas que le daban esa simpleza pero la simpleza
persistía; nos hizo preguntas y sonrió y nos permitió robarle el alma en una
foto. Helena sacó una de las fotos y volvieron a sonreír y a preguntar y se
disculparon porque tenían que ir a ver un amigo, otro escritor de sus tierras y
así se marcharon aunque nunca se fueron, se quedaron bien cerquita nuestro,
dentro de mi cámara de fotos que a partir de allí fue el tesoro de ese viaje,
dentro de mi corazón que recuerda, dentro de mi espíritu inquieto que guarda un
poquito de su alma, de ese alma que se le anda escapando a cada rato con cada
palabra, con cada mirada herida de injusticias, con cada sueño de Helena, con
cada pedacito de esperanzas…
Fue en Montevideo, en el barrio Malvín, en una casa de colores,
con mi amiga Luz, en una calurosa mañana de enero del año 2008; él andaba
repartiendo almitas mientras estaba por dar a luz su último libro en ese
entonces, que se llamó “Espejos” pero un pajarito nos lo había contado antes en
secreto…
Lilia Rodas
05-02-2013
Lilia y Luz integran el Colectivo CREAR ES UN PLACER GENIAL, SENSUAL, NADA VENIAL,... del CFH PERRAS NEGRAS. Ingresando en este blog a Entradas anteriores,
encontrarán sus textos.
¡Gracias, chiquilinas, por este regalo inesperado!
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