viernes, 31 de enero de 2014

Kenzaburo Oé

31 de enero de 1935- Japón
Licenciado en Filosofía y Letras


















¡A buscarla en la Web!

Esta obra narra la odisea de Bird, joven profesor de inglés, que se consume en una monótona existencia, mientras sueña con evadirse en un fantástico viaje por África. Su vida sufre un brusco cambio con la llegada a este mundo de su primer hijo, un deforme bebé que sufre una hernia cerebral. Este problema lo condenará probablemente a un estado vegetativo y los médicos aconsejan una discreta eutanasia. Durante tres días y tres noches, el protagonista se enfrenta al terrible dilema de asumir verdaderamente sus responsabilidades como padre o deshacerse del pequeño. Una cuestión personal describe la respuesta de Bird a este duro acontecimiento.


Esta novela, de tintes autobiográficos, fue escrita en 1964 por el escritor y ensayista japonés Kenzaburo Oé tras el fuerte impacto psicológico que le produjo el nacimiento de su primogénito con hidrocefalia y su posterior padecimiento como autista. El autor muestra en esta obra una realidad despiadada, marcada por sus propias obsesiones que han seguido acompañándole en obras posteriores como Las aguas han invadido mi alma y Juegos contemporáneos. En Una cuestión personal nos ofrece una visión cruel, muchas veces violenta, en el doloroso viaje de un padre a sus infiernos personales. El escritor nos describe un abismo de angustias y temores en un recorrido introspectivo por los recovecos de la condición humana.

El protagonista mira a su pequeño y piensa: “(...) como Apollinaire, mi hijo fue herido en un campo de batalla oscuro y silencioso que no conozco, y ha llegado con la cabeza vendada. Tendré que enterrarlo como a un soldado muerto en combate.” Además, el padre siente una inmensa vergüenza que le impide expresar sus verdaderos sentimientos y compartirlos con nadie: “(...) Pero sólo de pensar en la anormalidad de su hijo, sentía en la garganta el calor de una extrema vergüenza personal (...)”. Este sentimiento de culpabilidad se expresa en la conciencia de que es incapaz de tener un hijo como los demás: “Crecí muy rápido, es cierto. Y ahora tengo edad suficiente como para ser padre. Pero no la preparación; y no puedo procrear un hijo normal. ¿Crees que alguna vez seré padre de un hijo normal? No estoy seguro - dijo Bird con tono sentimental”.

Igualmente, el autor nos muestra, a través de una prosa áspera, repleta de descripciones duras y desgarradoras, una visión monstruosa de la realidad que surge de las mentes del protagonista y de los que le rodean. Oé retrata en esta novela unos seres horribles y grotescos no sólo en su apariencia externa, sino también en su verdadera naturaleza interior. Así, nos impresiona la fantasmagórica imagen de los tres doctores del hospital, sentados en la penumbra, cuya presencia congela el ambiente, y la frialdad de uno de los médicos que muestra una brutal indiferencia ante el sufrimiento humano en estas líneas: “(...) Espero poder presenciar la autopsia. Dará su consentimiento para la autopsia, ¿no? Probablemente en este momento le apene hablar de autopsia, pero, en fin, mírelo desde este punto de vista: el progreso de la medicina es acumulativo. La autopsia de su hijo puede permitirnos saber lo necesario para salvar al próximo bebé con hernia cerebral. Además, si me permite ser sincero, creo que el bebé estará mejor muerto, y lo mismo le ocurrirá a usted y a su mujer. Algunas personas son extremadamente optimistas en este tipo de casos, pero créame, cuanto antes muera el niño mejor para todos (...)”.

Finalmente, el protagonista retoma su verdadero nombre, desterrando su antiguo apodo de la adolescencia, se convierte definitivamente en un adulto y asume su verdadera identidad. También, esta novela refleja el espíritu de sacrificio de todo ser humano que debe escoger entre sus íntimos deseos y los imperativos marcados por la existencia. Una cuestión personal es la propia decisión del protagonista basada en su responsabilidad y en la libertad de elección.

El hijo de Kenzaburo Oe, Hikari, que significa luz, se ha convertido en el elemento central de la producción literaria de este escritor. Nació, como ya se ha dicho, con hidrocefalia y los médicos aconsejaron a sus padres una intervención quirúrgica para intentar salvar al pequeño: "Hikari sufrió una operación a vida o muerte -nos cuenta ahora, ante una taza de té humeante, en el sofá de su casa de Tokio-, pues había que extirparle un bulto de color rojo brillante, tan grande como una segunda cabeza, adherido a la parte posterior de su cráneo". [1] Tras la intervención padece una discapacidad mental irreversible, ataques epilépticos, severas limitaciones visuales y problemas con la coordinación de movimientos. Oé superó el dolor y aceptó plenamente a su primogénito. Él y su mujer, Yukari Itami, han consagrado sus vidas al cuidado del mismo. El matrimonio tiene dos hijos más.

Hikari demostró, desde muy temprana edad, una gran sensibilidad por la música clásica y los sonidos de la naturaleza. Ésta se ha convertido en un medio para transmitir sus emociones y su principal vehículo de comunicación. Así, mostró una fascinación especial por el canto de los pájaros, mucho antes de articular ninguna palabra. Ya adulto ha conseguido un gran éxito como compositor y concertista de piano. Su mundo interior, de no haber sido por la música, habría permanecido oculto para los demás miembros de su familia. A la edad de trece años empezó a componer música, expresándose profundamente con ella. Ha publicado dos discos con colaboraciones de grandes músicos, el primero de los cuales fue editado en 1992. Este drama personal se convirtió en factor determinante de la propia existencia como individuo de Kenzaburo Oé. Asimismo, su narrativa refleja el proceso de aceptación del daño cerebral de su primogénito y la forma en que llegó a resolverlo para integrarlo en su vida. Esta experiencia traumática es el elemento básico de Una cuestión personal y que continuará desarrollando en otras obras como Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, El grito silencioso o ¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!, inspiradas, de una u otra forma, en la figura del hijo discapacitado. También destaca Un amor especial, vivir en familia con un hijo disminuido, publicado por Martínez Roca, en 1998.

Tras el nacimiento de su hijo Hikari, en 1963, viaja a Hiroshima para conocer los efectos de la bomba atómica, que cayó en la ciudad el 6 de agosto de 1945, y entrevista a sobrevivientes heridos por la explosión, explorando el sufrimiento humano y mostrando la entereza de las víctimas, que dio como resultado un largo ensayo titulado Notas sobre Hiroshima (1964). El propio autor definió esta experiencia en los siguientes términos durante una entrevista: "Fue el viaje más extenuante y depresivo de mi vida. Pero, al cabo de una semana de estar allí, encontré la llave para salir del profundo pozo neurótico y decadente en el que había caído: la profunda humanidad de sus gentes. Quedé impresionado por su coraje, su manera de vivir y de pensar. Aunque parezca raro, fui yo el que salí de allí animado por ellos, y no al revés. Vinculé mi dolor personal al de aquellos hombres y mujeres, decidí resistir y luchar como ellos. Me sentí impelido a examinar mi completa condición humana, reexaminé mis ideas y asumí un sentido moral de la existencia". [2] Ese año publica su obra maestra Una cuestión personal, su novela más conocida y la primera que se tradujo al inglés. Durante los últimos años de la década de los 60 viaja a los Estados Unidos, Australia y al sudeste de Asia.

En 1994 recibió el Premio Nobel de Literatura. Fue el segundo escritor japonés en obtenerlo después de Yasunari Kawabata. Rechazaría posteriormente la Condecoración de la Cultura, “Bunka Kunsho”, una de las distinciones más importantes de Japón, de manos del emperador, por ser contraria a sus planteamientos ideológicos, lo que levantó fuertes críticas. En los últimos tiempos, el novelista ha impartido conferencias en diferentes universidades de Estados Unidos, Alemania y Japón.

Oé se ha convertido en la voz crítica de su país y de su política. Su obra no ha sido siempre bien recibida en Japón por su lenguaje excesivamente directo y su dura visión de la sociedad japonesa. El autor, que se considera a sí mismo como "un profesional de la expresión del dolor humano", ha declarado que ha dejado de escribir obras de ficción, porque su principal razón para escribirlas era dar voz a su hijo y éste ya tiene su propio uso de la palabra.

© Orlando Betancor 2008
La libertad de elección en Una cuestión personal de Kenzaburo Oé
Universidad de La Laguna

Fragmentos
De: Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid



“Escribir es poner negro sobre blanco” - Stéphane Mallarmé



La cita de Mallarmé, a pesar de estar referida al lenguaje poético, ofrece un amplio espectro de interpretación, porque también ...
























Son cada vez más numerosos los casos en que la redacción de los contenidos repercute negativamente en la evaluación de los conocimientos expuestos. Ninguna Licenciatura ni Doctorado escapa a esta realidad.




















Pero, paradójicamente, en el transcurso de sus carreras, los estudiantes rinden pruebas basadas en otras estrategias, como “multiple choice”, por ejemplo, y  van siendo alejados, en consecuencia, de los instrumentos y la práctica escrita del lenguaje académico, imposible de asimilar sólo a través de las lecturas propias de sus áreas de estudio ni aun siendo hablantes de reconocida solvencia oral.
La oralidad y la escritura son códigos diferentes; la escritura no-literaria, un subcódigo específico.

Al borde de la culminación de ese extenso trayecto, el sistema aplica con legitimada ferocidad otra táctica; que se designe “monografía, tesina o tesis” la prueba impuesta, no amortigua la incongruencia de este salto cualitativo.





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Una mujer especial: Concepción Arenal






                                               


“¡Qué pobre memoria es aquélla que sólo funciona hacia atrás!” - Lewis Carroll


27 de enero de 1832- Reino Unido
Matemático, lógico, fotógrafo y escritor.



--¿Te gustaría vivir en la casa del espejo, gatito? Me pregunto si te darían leche allí; pero a lo mejor la leche del espejo no es buena para beber... pero ¡ay, gatito, ahí está ya el corredor! Apenas si puede verse un poquitito del corredor de la casa del espejo, si se deja la puerta de nuestro salón abierta de par en par: y por lo que se alcanza a ver desde aquí se parece mucho al nuestro sólo que, ya se sabe, puede que sea muy diferente más allá. ¡Ay, gatito, qué bonito sería si pudiéramos penetrar en la casa del espejo! ¡Estoy segura que ha de tener la mar de cosas bellas! Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espeio; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través. ¡¿Pero, cómo?! ¡¡Si parece que se está empañando ahora mismo y convirtiéndose en una especie de niebla!! ¡Apuesto a que ahora me sería muy fácil pasar a través! --Mientras decía esto, Alicia se encontró con que estaba encaramada sobre la repisa de la chimenea, aunque no podía acordarse de cómo había llegado hasta ahí. Y en efecto, el cristal del espejo se estaba disolviendo, deshaciéndose entre las manos de Alicia, como si fuera una bruma plateada y brillante.


Un instante más y Alicia había pasado a través del cristal y saltaba con ligereza dentro del cuarto del espejo. Lo primero que hizo fue ver si había un fuego encendido en su chimenea y con gran satisfacción comprobó que, efectivamente, había allí uno, ardiendo tan brillantemente como el que había dejado tras de sí --De forma que estaré aquí tan calentita como en el otro cuarto --pensó Alicia-- más caliente aún, en realidad, porque aquí no habrá quien me regañe por acercarme demasiado al fuego. ¡Ay, qué gracioso va a ser cuando me vean a través del espejo y no puedan alcanzarme!