En
memoria de los ocho obreros -hijos, hermanos, padres, amigos, vecinos, militantes,...
en fin, uruguayos-... uruguayos asesinados en 1972, en nombre de la bestialidad humana, que no
tiene color ni pelo, y menos, ideología:
Busco
la palabra
Quiero
definirlos en una sola palabra:
¿Cómo
son?
Tomo
las palabras corrientes, robo de
los
diccionarios,
mido,
peso e investigo.
Ninguna
responde
La
más valiente – cobarde,
La
más desdeñosa – aún santa
La
más cruel – demasiado
misericordiosa,
La
más odiosa - poco porfiada.
Esta
palabra debe ser como un volcán,
que
pegue, arrastre y derribe,
como
la temerosa ira de Dios,
como
el hervor del odio.
Quiero
que ésta una sola palabra
esté
impregnada de sangre,
que
como los muros del calabozo
encierre
en sí cada tumba colectiva.
Que
describa precisa y claramente
quiénes
eran - todo lo que pasó.
Porque
lo que oigo,
lo
que se escribe,
resulta
poco,
siempre
poco.
Nuestra
habla es endeble,
sus
sonidos de pronto - pobres.
Con
empeño busco ideas,
busco
esta palabra -
y
no la encuentro.
No
la encuentro.
Wislawa
Szymborska
Para recordar horrores que nos avergüenzan aún, basta con compartir aquellas
palabras de Publio
Terencio Africano: "Hombre
soy; nada humano me es ajeno".
Alguien, y en nombre de much@s para quienes las letras recogen todas las flores y muy especialmente las del dolor, acerca
La ofrenda
20 años
recién estrenados y un montón de cosas en la cabeza, cosas sin mucho orden,
anárquicas; apenas unidas por el hilo
conductor de la rabia, el dolor, la rebeldía ante las injusticias cotidianas
(porque aún no había descubierto las históricas). Reniego de las
organizaciones, me contradigo, acepto que son el único camino para hacer algo
que vaya más allá de aventuras aisladas. Alguien me explica:“Todo esto es muy delicado pibe”, si no
“entrás” y te ganas la confianza, no te van a dar ninguna tarea o
responsabilidad. Sí, ya sé, yo ya te
conozco y doy fe que nos diste una mano grande con lo de la compañera, que hubo
que “congelar”, eso fue importante, pero en una organización las
cosas tienen sus reglas inflexibles y de no ser así no habríamos sobrevivido en
la “clande” como hasta ahora”.
Insisto,
pregunto, discuto; por fin me dan algo, de acuerdo, acepto de inmediato, hay
que conseguir a 3 o 4 más, esa es la primera tarea, quedan solo un par de días,
salgo urgente a convencer gente, primero hago una lista mental, saco cuentas,
mido a los posible candidatos, tiene que tener temple, estar dispuestos, saber
que los pueden “fichar”, solo me pueden conocer a mí, de manera que en caso de
salir algo mal la cadena se corte en el eslabón que yo represento; descarto a
unos, comienzo los contactos y visitas, todo es fervor, siento la sangre
caliente, creo que la contagio. Les cuento de Mendiola, de Fernández, de
Gancio, González, Sena, López, Abreu, Cervelli; que eran metalúrgicos,
panaderos, diarieros, obreros…
Llega el
día, la tarea es simple, las consecuencias pueden ser complejas. Uno a uno, con
intervalos de varios minutos vamos pasando y depositamos sobre el muro bajito
que hay frente al tapiado local de la 20º, en la calle Agraciada; una rosa,
simplemente una rosa, ya hay otras y otras muchas serán
depositadas, en un homenaje que repetiremos año a año, cada 17 de abril,
desafiando al miedo y sus dueños, así, hasta el regreso de la democracia, como
símbolo de la sociedad que algún día soñamos construir y por la que los 8
dieron su vida.
Dice Alfredo:
...“lleva en las
manos heridas, una flor con espina, agua y harina...”
...“fruto maduro del árbol del pueblo, la canción mía, siempre
porfía...”