domingo, 31 de mayo de 2015

“No puedo escribir sin un lector. Es precisamente como un beso: no puede hacerlo solo”. - John Cheever

27 de mayo de 1912- Estados Unidos

Besándonos con John Cheever (I)
en los Talleres de Narrativa de PERRAS NEGRAS


Cheever tuvo la hábil sensibilidad de desnudar las miserias ocultas de una franja social caracterizada por aparentar opulencia, sofisticación y superación personal.
Paulatinamente despoja de toda falsa apariencia a los personajes, y nos permite ver las miserias que albergan y el desmedido esfuerzo por dar una imagen que aunque falsa, es la que precisan proyectar para ganarse la admiración, aprobación y el respeto de quienes componen su comunidad.


Cheever me gustó mucho. Después de ver a dos autores complicados fue un descanso. Sus cuentos son muy visuales. Muestra verdades muy interesantes. Creo que más que una crítica a la sociedad de su momento, me parece que habla de temas que son inherentes a la naturaleza humana.  Como puede ser la hipocresía de criticar a los demás y no ver los errores u horrores propios, como es el caso de la Radio Monstruosa. Frente a la desgracia, hay personas que no pueden soportarla y en sus mentes la niegan hasta el punto de creerse una realidad diferente como sucede en El Nadador. Sin duda muy recomendable su lectura.


Los personajes de Cheever lo tienen todo y no tienen nada. Esconde sus miserias tras un sueño irreal, y mientras, deja al desnudo la realidad de una sociedad, efímera, fugaz, falsa, frágil y con los valores trastocados. “Tanto tienes, tanto vales, o hacé la tuya” le trasmitieron al autor. Él intenta el despegue, aunque la sociedad imbuida de esos falsos valores, hace lo imposible por no dejarlo y aun parece lograrlo.


Con este autor aprendí que no solo los pobres tienen algo que denunciar acerca de la sociedad en que vivimos. Los de clase acomodada, aunque vivan en una esfera de cristal también tienen sus “trapos sucios”. Por favor, que se repitan autores como éste.


Sus historias, plantean conflictos existencialistas de una clase y su decadencia, sus morosidades y sus miserias al descubierto.
Más allá del hilo de la historia, usa pequeños elementos distractores, que a la vez van dando tono peculiar al relato.
Narra recurriendo a muchos elementos y situaciones  a modo de representaciones simbólicas.
En el Nadador la travesía es mucho más que eso, es una historia fantástica en capítulos, es en síntesis una recopilación de su propia vida, ocultada inconscientemente.
Es un excelente autor, maneja los tiempos y las interacciones de personajes magistralmente.



Me parece un escritor instigador por el manejo de los procesos psíquicos de los personajes.  Y lo hace envolviendo al lector en hechos aparentemente banales que desembocarán en una epifanía con profundo insight psicológico, junto a una ácida crítica social de determinados sectores de la sociedad norteamericana.  Por los cuentos que leí estos serían, clase media y clase media alta.
Me llama la atención en su estilo, el ritmo especial que imprime a la prosa.  Con un desarrollo inicial lento donde cosas aparentemente sin importancia suceden, que lleva a preguntarnos qué será lo que quiere decirnos con ello.  En el correr  de la historia las escenas van ganado velocidad.  Empezamos a sentir que algo importante podrá suceder, y al final,  aparece la epifanía.
En fin, me agrada porque además de poseer un estilo bien definido que mantiene a lo largo de su obra, es un autor con gran sensibilidad y compromiso social que consigue plasmar en sus historias de forma magistral.


En las narraciones de Cheever, el “lugar” se torna “espacio”, o sea, ámbito promotor de la situación dramática, porque es lugar poblado por personajes que provocan y sufren conflictos intrínsecamente vinculados con las connotaciones de ese contexto.
Por otra parte, el autor se muestra también como un lector sagaz de sus antecesores -remotos o cercanos- pues aplica con tino estrategias reveladoras de esas lecturas. Ocurre así en La Radio Monstruosa, con “los diálogos telescópicos” que Flaubert había afanosamente urdido en Madame Bovary. Ni qué decir de El Nadador, esa recreación contemporánea de la tragedia griega, una de sus pasiones  inocultables.
Entonces, ¿quién puede evitar la tentación de leer toda su obra?

Daniela Rostkier - Jorge Borlido - Rosa Cestaro - Francisco Castillo - Sonia Presa -  Andrea  Alves - Ana Milán


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