“Si me posees, lo poseerás todo.
Pero tu vida me pertenecerá.
Dios lo ha querido así.
Desea, y se realizarán tus
deseos.
Pero acomoda tus aspiraciones a
tu vida.
Aquí está encerrada.
A cada anhelo, menguaré como tus
días.
¿Me quieres? ¡Tómame!
Dios te oirá.
¡Así sea!
Aquí -agregó en voz vibrante,
mostrando la piel de zapa-, en este pedazo de piel, se encuentran reunidos el
«poder» y el «querer». En él están resumidas vuestras ideas sociales, vuestras
desmedidas ambiciones, vuestras intemperancias, vuestras alegrías que matan, vuestros dolores
que alargan la vida, porque quizá el mal
no sea más que un violento placer. ¿Quién será capaz de determinar el punto en
que la voluptuosidad se convierte en mal, y el en que el mal continúa siendo voluptuosidad?
¿No acarician la vista los más vivos fulgores de! mundo ideal, al paso que
siempre la hieren las más suaves tinieblas del mundo físico? ¿No se deriva de saber la palabra sabiduría? ¿Y en
qué consiste la locura, sino en el exceso de un querer o de un poder?”
De: Piel de zapa
Me arriesgaría
incluso a decir que ya podemos vislumbrar en la novela de Balzac <L’Envers
de l’histoire contemporaine> los primeros signos del sujeto en el “discurso
del capitalismo”: un sujeto exhausto que busca con su “curiosidad” su pequeño
trozo de saber, sólo para producir un excedente de “consuelo” que en última
instancia sirve al amo “escondido”.
De: NODVS-Balzac,
Lacan y el discurso del capitalismo- Howard Rouse
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