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Samuel
Langhorne Clemens o Mark Twain 30 de noviembre de 1835 |
[Yo solía ser] un encendido imperialista. Quería que el águila
norteamericana fuera gritando sobre el Pacífico. ¿Por qué no desplegar sus alas
sobre las Filipinas, me preguntaba?... Me decía a mí mismo, aquí hay un pueblo
que ha sufrido durante tres siglos. Podemos hacer que sean tan libres como
nosotros, darles un gobierno y un país propios, poner una miniatura de la
Constitución de los Estados Unidos flotando en el Pacífico, comenzar una
flamante nueva república que ocupara su lugar entre las naciones libres del
mundo. Me parecía una gran tarea a la cual nos habíamos dedicado.
Pero he pensado un poco más, desde entonces, y he leído con cuidado el
Tratado de París [que puso fin a la guerra hispano-estadounidense], y he visto
que no tenemos la intención de liberar, sino de subyugar al pueblo de las
Filipinas. Hemos ido allí a conquistar, no a liberar.
Debería ser, creo yo, nuestro placer y deber el hacer a aquella gente
libre, y dejar que traten sus cuestiones domésticas a su manera. Y por eso soy
antiimperialista. Estoy en contra de que el águila ponga sus garras en
cualquier otra tierra.
En: New York Herald
De: Wikipedia

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