9 de julio de 1877- Méjico Escritor y diplomático. |
El vampiro
Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos
Por tus candidas formas como un río,
Y esparzo en su raudal crespo y sombrío
Las rosas encendidas de mis besos.
En tanto que descojo los espesos
Anillos, siento el roce leve y frío
De tu mano, y un largo calosfrío
Me recorre y penetra hasta los huesos.
Tus pupilas caóticas y hurañas
Destellan cuando escuchan el suspiro
Que sale desgarrando mis entrañas,
Y mientras yo agonizo, tú, sedienta,
Finges un negro y pertinaz vampiro
Que de mi ardiente sangre se sustenta.
Claro de luna
Como un cisne espectral, la luna blanca
En el espacio transparente riela,
Y en el follaje espeso, filomela
Melifluas notas de su buche arranca.
Brilla en el fondo obscuro de la banca
Tu peinador de vaporosa tela,
Y por las frondas de satín se cuela
O en los claros la nivea luz se estanca.
Después de recorrer el mármol frío
De tu pulida tez, toco una rosa
Que se abre mojada de rocío;
Todo enmudece, y al sentir el grato
Calor de tus caricias, mi ardorosa
Virilidad se enarca como un gato.
La tentación de san
Antonio
Es en vano que more en el desierto
El demacrado y hosco cenobita,
Porque no se ha calmado la infinita
Ansia de amar ni el apetito ha muerto.
Del obscuro capuz surge un incierto
Perfil que tiene albor de margarita,
Una boca encarnada y exquisita,
Una crencha olorosa como un huerto.
Ante la aparición blanca y risueña,
Se estremece su carne con ardores
Febriles bajo el sayo de estameña,
Y piensa con el alma dolorida,
Que en lugar de un edén de aves y flores,
Es un inmenso páramo la vida.
De: http://www.materialdelectura.unam.mx
El Beso de Safo
Más pulidos que el mármol transparente,
más blancos que los blancos vellocinos,
se anudan los dos cuerpos femeninos
en un grupo escultórico y ardiente.
Ancas de cebra, escorzos de serpiente,
combas rotundas, senos colombinos,
una lumbre los labios purpurinos,
y las dos cabelleras un torrente.
en el vivo combate, los pezones
que se embisten, parecen dos pitones
trabados en eróticas pendencias,
y en medio de los muslos enlazados,
dos rosas de capullos inviolados
destilan y confunden sus esencias.
De: LaMaquinadelTiempo.com
Dice Xavier
Villaurrutia de Efrén Rebolledo:
“No creo que sea un gran poeta.” Sin embargo, la pasión
amorosa de sus versos, quizá el rasgo que mejor identifica, con el paso del
tiempo, la poesía del autor de Cuarzos, es la que lo diferencia de otros
autores “que no lograron vencer el gusto de un parnaso superficial”. Así que
Villaurrutia se siente obligado a matizar su juicio: “Tratar de presentar
aislada en lo posible la nota erótica de Efrén Rebolledo, aislar esta cualidad
personal y valiosa, equivale a ejercer un acto de justicia con un poeta digno
de atención y memoria.” Luego de un siglo, la poesía de Rebolledo va
desapareciendo lenta pero inequívocamente en la preferencia de los lectores del
género; prevalece, pues, el dictamen de Xavier Villaurrutia, si bien es
reconocible, como anota José Emilio Pacheco, que se trata de un poeta más
discreto y osado que Díaz Mirón, pues “se aparta del pudor literario mexicano y
lleva el erotismo a un punto cercano a la libertad con que se tratan hoy estos
temas”.
No es el suyo, en todo caso, un erotismo convencional. En su
Celebración del modernismo, Saúl Yurkievich entiende que, entre las numerosas
deudas que la poesía del siglo XX debe a tal movimiento, una no menor es que
con los modernistas “la sexualidad aflora al desnudo y se la dice sin
eufemismos”. En Rebolledo es muy claro que se trata de un impulso genuino y en
cierto modo supletorio de las altas cuotas de afrancesamiento y evasión que hay
en la obra de sus contemporáneos –y aun en la suya.
De: http://ellaberintodelverdugo.blogspot.com
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