24 de junio de 1911- Argentina Físico, pintor, escritor |
Estamos
indudablemente frente a la más grave encrucijada de la historia, ya no se puede
avanzar más por el mismo camino. Hace
tiempo que el sentimiento humanista de la vida perdió su frescura; en su
interior han estallado contradicciones destructivas: el escepticismo le ha
minado su ánimo. La fe en el hombre y en las fuerzas autónomas que lo sostenían
se ha conmovido hasta el fondo. Las altas torres se han derrumbado. Demasiadas
esperanzas se han quebrado en el corazón de los hombres. ¿Era el destino del
ser humano intentar su supremacía y su independencia?, ¿estaba esta hora
inscripta ya en los papiros de la eternidad?
Debo
confesar que durante mucho tiempo creí y afirmé que éste era un tiempo final.
Por hechos que suceden o por estados de ánimo, a veces vuelvo a pensamientos
catastróficos que no dan más lugar a la existencia humana sobre la tierra. En
otros, la capacidad de la vida para encontrar resquicios donde volver a crear
me dejan anonadado, como quien bien comprende que la vida nos rebalsa, y
sobrepasa todo lo que sobre ella podamos pensar.
Sé
que a mucha gente le irritará esta carta, yo mismo la hubiera rechazado hace
años cuando confundía resignarse con aceptar. Resignarse es una cobardía, es el
sentimiento que justifica el abandono de aquello por lo cual vale la pena
luchar, es, de alguna manera, una indignidad. La aceptación es el respeto por
la voluntad de otro, sea éste un ser humano o el destino mismo. No nace del
miedo como la resignación, sino que es más bien un fruto.
De: La Resistencia
En: https://docs.google.com
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