Oración diaria del médico
Dios Todopoderoso, Tú has creado el cuerpo humano con infinita
sabiduría. Tú has combinado en él diez mil veces, diez mil órganos, que actúan
sin cesar y armoniosamente para preservar el todo en su belleza: el cuerpo que
es envoltura del alma inmortal. Trabajan continuamente en perfecto orden,
acuerdo y dependencia.
Sin embargo, cuando la fragilidad de la materia o las pasiones
desbocadas del alma trastornan ese orden o quiebran esa armonía, entonces unas
fuerzas chocan con otras y el cuerpo se desintegra en el polvo original del
cual proviene. Tú envías al hombre la enfermedad como benéfico mensajero que
anuncia el peligro que se acerca y le urges a que lo evite.
Tú has bendecido la tierra, las montañas y las aguas con
sustancias curativas, que permiten a tus criaturas aliviar sus sufrimientos y
curar sus enfermedades. Tú has dotado al hombre de sabiduría para aliviar el
dolor de su hermano, para diagnosticar sus enfermedades, para extraer las
sustancias curativas, para descubrir sus efectos y para prepararlas y
aplicarlas como mejor convenga en cada enfermedad.
En Tu eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la
vida y la salud de Tus criaturas. Estoy ahora preparado para dedicarme a los
deberes de mi profesión. Apóyame, Dios Todopoderoso, en este gran trabajo para
que haga bien a los hombres, pues sin Tu ayuda nada de lo que haga tendrá
éxito.
Inspírame un gran amor a mi arte y a Tus criaturas. No permitas
que la sed de ganancias o que la ambición de renombre y admiración echen a
perder mi trabajo, pues son enemigas de la verdad y del amor a la humanidad y
pueden desviarme del noble deber de atender al bienestar de Tus criaturas.
Da vigor a mi cuerpo y a mi espíritu, a fin de que estén siempre
dispuestos a ayudar con buen ánimo al pobre y al rico, al malo y al bueno, al
enemigo igual que al amigo. Haz que en el que sufre yo vea siempre a un ser
humano.
Ilumina mi mente para que reconozca lo que se presenta a mis ojos
y para que sepa discernir lo que está ausente y escondido. Que no deje de ver
lo que es visible, pero no permitas que me arrogue el poder de inventar lo que
no existe; pues los límites del arte de preservar la vida y la salud de Tus
criaturas son tenues e indefinidos.
No permitas que me distraiga: que ningún pensamiento extraño
desvíe mi atención cuando esté a la cabecera del enfermo o perturbe mi mente en
su silenciosa deliberación, pues son grandes y complicadas las reflexiones que
se necesitan para no dañar a Tus criaturas.
Concédeme que mis pacientes tengan confianza en mí y en mi arte y
sigan mis prescripciones y mi consejo. Aleja de su lado a los charlatanes y a
la multitud de los parientes oficiosos y sabelotodos, gente cruel que con
arrogancia echa a perder los mejores propósitos de nuestro arte y a menudo
lleva a la muerte a Tus criaturas.
Que los que son más sabios quieran ayudarme y me instruyan. Haz
que de corazón les agradezca su guía, porque es muy extenso nuestro arte.
Que sean los insensatos y locos quienes me censuren. Que el amor
de la profesión me fortalezca frente a ellos. Que yo permanezca firme y que no
me importe ni su edad, su reputación, o su honor, porque si me rindiera a sus
críticas podría dañar a tus criaturas.
Llena mi alma de delicadeza y serenidad si algún colega de más
años, orgulloso de su mayor experiencia, quiere desplazarme, me desprecia o se
niega a enseñarme. Que eso no me haga un resentido, porque saben cosas que yo
ignoro. Que no me apene su arrogancia. Porque aunque son ancianos, la edad
avanzada no es dueña de las pasiones. Yo espero alcanzar la vejez en esta
tierra y vivir en Tu presencia, Señor Todopoderoso.
Haz que sea modesto en todo excepto en el deseo de conocer el arte
de mi profesión. No permitas que me engañe el pensamiento de que ya sé
bastante. Por el contrario, concédeme la fuerza, la alegría y la ambición de
saber más cada día. Pues el arte es inacabable, y la mente del hombre siempre
puede crecer.
En Tu eterna Providencia, Tú me has elegido para velar sobre la
vida y la salud de Tus criaturas. Estoy ahora preparado para dedicarme a los
deberes de mi profesión. Ayúdame, Dios Todopoderoso, en este gran trabajo para
que haga bien a los hombres, pues sin Tu auxilio nada de lo que haga tendrá
éxito.
Maimónides
De:
https://www.unav.es
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Moshé Ben Maimón 30 de marzo de 1138- Córdoba, España Médico, filósofo, rabino, teólogo. |

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