viernes, 28 de febrero de 2014

“Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía” - José Mauro De Vasconcelos


26 de febrero de 1920 - Brasil
Entrenador de boxweo, cargador de bananas,
modelo de escultores, camarero,
escritor.

Fue mamá quien tuvo la idea.

Hoy todo el mundo va a ver la nueva casa.

Totoca me llamó aparte y me avisó en un susurro.

Si llegas a contar que ya conocemos la casa, te hago polvo.

Pero yo ni siquiera había pensado en eso.

Era un mundo de gente por la calle. Gloria me llevaba de la mano y tenía órdenes de no soltarme ni un minuto. Y yo llevaba de la mano a Luis.

¿Cuándo tenemos que mudarnos mamá?

Mamá le respondió a Gloria con una cierta tristeza.

Dos día después de Navidad hemos de comenzar a arreglar los trastos.

Hablaba con una voz cansada, cansada. Y yo sentía mucha pena por ella. Mamá había nacido trabajando. Desde los seis años de edad, cuando construyeron la Fábrica, la habían puesto a trabajar allí. La sentaban encima de una mesa y tenía que quedarse allí limpiando y enjuagando las herramientas. Era tan chiquita que se mojaba encima de la mesa porque no podía bajar sola... Por eso nunca fue a la escuela ni aprendió a leer. Cuando le escuché esa historia me quedé tan triste que prometí que cuando fuese poeta y sabio le iba a leer todas mis poesías.

Y la Navidad ya se anunciaba en tiendas y mercerías. E todos los vidrios de las puertas ya habían dibujado a Papá Noel. Algunas personas compraban postales para que cuando llegase la hora no se llenasen demasiado las casas de comercio. Yo tenía una lejana esperanza de que esta vez el Niño Dios naciera. Pero que naciera para mí. A lo mejor, cuando llegara a la edad de la razón, tal vez mejorase un poco.

Aquí es.

Todos quedaron encantados. La casa era un poco más chica. Mamá, ayudada por Totoca, desató el alambre que sostenía el portón y todo el mundo se alzó hacia delante. Gloria me soltó y olvidó que ya estaba haciéndose una señorita. Se precipitó en una carrera y abrazó la "mangueira".

Esta es mía. Yo la agarré primero.

Antonio hizo lo mismo con la planta de tamarindo.

No había quedado nada para mí. Casi llorando miré a Gloria.

¿Y yo, Gloria?

Corre al fondo. Debe de haber más árboles, tonto.

Corrí, pero sólo encontré el yuyo crecido. Un montón de naranjos viejos y pinchudos. Al lado de la zanja había una pequeña planta de naranja-lima.

Estaba desconcertado. Todos estaban mirando las habitaciones y determinando para quién sería cada una.

Tiré la falda de Gloria.

No hay nada más.

No sabes buscar bien. Espera aquí que voy a encontrarte un árbol.

Al rato vino conmigo. Examinó los naranjos.

¿No te gusta aquél? Es un lindo naranjo.

No me gustaba ninguno. Ni siquiera ése. Ni aquel otro, ni ninguno. Todos tenían muchas espinas.

Para quedarme con esos mamarrachos, antes prefiero la planta de naranja-lima.

¿Cuál?

Fuimos hacia donde estaba.

¡Pero que linda plantita de naranja-lima! Mira, no tiene ni siquiera una espina. Y tiene tanta personalidad que ya desde lejos se sabe que es naranja-lima. ¡Si yo tuviera tu estatura no querría otra cosa!

Pero yo quería un árbol grandote.

Piensa bien, Zezé. Es muy pequeño todavía. Con el tiempo será un naranjo grandote. Así crecerán juntos. Los dos se van a entender como si fuesen dos hermanos. ¿Viste la rama que tiene? Es verdad que es la única, ¡pero parece un caballito hecho para que montes en él!

Me sentía el ser más desgraciado del mundo. Recordaba lo ocurrido con la botella de bebida que tenía la figura de los ángeles escoceses. Lalá dijo: "Ese soy yo"; Gloria señaló otro para ella; Totoca eligió otro para él. ¿Y yo? Finalmente me tocó ser esa cabecita que había atrás, casi sin alas. El cuarto ángel escocés, que ni siquiera era un ángel entero... Siempre tenía que ser el último. Cuando creciera iban a ver. Compraría una selva amazónica y todos los árboles que tocaran el cielo serían míos. Compraría un depósito de botellas llenas de ángeles y nadie tendría ni siquiera un trozo e ala.

Me enojé. Sentado en el suelo, apoyé mi enojo en mi planta de naranja-lima. Gloria se alejó sonriendo.

Ese enojo no dura, Zezé. Acabarás descubriendo que yo tenía razón.

Agujereé el suelo con un palito y comencé a dejar de lloriquear. Habló una voz, venida quién sabe de dónde, cerca de mi corazón.

Creo que tu hermana tiene toda la razón.

Todo el mundo tiene siempre toda la razón; el único que no la tiene nunca soy yo.

No es cierto. Si me mirases bien, acabarías por darte cuenta.

Me levanté, asustado, y miré al arbolito. Era raro, porque siempre conversaba con todo, pero pensaba que era mi pajarito de adentro que se encargaba de arreglar las conversaciones.

¿Pero tú hablas de verdad?

¿No me estás escuchando?

Y se rió bajito. Casi salí gritando por la quinta. Pero me sujetaba la curiosidad.

¿Por dónde hablas?

Los árboles hablan por todas partes. Por las hojas, por las ramas, por las raíces. ¿Quieres ver? Apoya tu oído aquí en mi tronco y vas a escuchar palpitar mi corazón.

Me quedé medio indeciso, pero viendo su tamaño perdí el miedo. Apoyé la oreja y una cosa lejana hacia tic... tac... tic... tac...

Pero, dime, ¿todo el mundo sabe que hablas?

No. Solamente tú.

¿De verdad?

Puedo jurarlo. Un hada me dijo que cuando un niño igual que a ti se hiciera amigo mío, yo podría hablar y ser muy feliz.

¿Y vas a esperar?

¿Qué cosa?

Hasta que me mude. Falta más de una semana. Hasta ese momento ¿no te irás a olvidar de hablar?

Jamás. Es decir, para ti solamente. ¿Quieres ver cómo soy de blando?

¿Cómo eres de que?

Súbete a mi rama.

Obedecí.

Ahora, balancéate un poco y cierra los ojos.

Hice lo que me mandaba.

¿Qué tal? ¿Alguna vez tuviste en la vida un caballito mejor?

Nunca. Es maravilloso. Voy a darle a mi hermanito menor mi caballito "Rayo de Luna". Te va a gustar mucho mi hermano, ¿sabes?

Bajé adorando ya mi planta de naranja-lima.

Mira, haré una cosa. Siempre que pueda, antes de mudarnos, vendré a charlar un ratito contigo... Ahora necesito irme, ya están saliendo todos.

Pero los amigos no se despiden así.

¡Chist! Allá viene ella.

Gloria llegó en el momento en que lo abrazaba.

Adiós, amigo. ¡Eres la cosa más linda del mundo!

¿No te lo había dicho?

Si, lo dijiste. Ahora aunque ustedes me diesen la "mangueira" y la planta de tamarindo a cambio de mi árbol, no la querría.

Me pasó la mano por el pelo, tiernamente.

¡Cabecita, cabecita!...

Salimos tomados de las manos.

Godóia, ¿no te parece que tu "mangueira" es un poco sosa?

Todavía no se puede saber, pero parece un poco, sí.

¿Y el tamarindo de Totoca?

Es un poco sin gracia, ¿por qué?

No sé si lo puedo contar. Pero un día te contaré un milagro, Godóia.


Fragmento del Capítulo 2 de “Mi planta de naranja-lima

De: http://www.ruta000.com.ar


 



 










El 49% de los niños pobres de Latinoamérica
son brasileños.
Decir "pobre", actualmente, es decir
"vulnerado", "usado","cosificado",
"marginado", "ignorado", "desaparecido".
en fin,
"el paria de 
Zygmunt Bauman".

 










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