jueves, 12 de diciembre de 2013

"En mi flor me he escondido"- Emily Dickinson

¡SOY NADIE! Y TÚ ¿QUIÉN ERES?    


¡Soy Nadie! Y tú ¿quién eres?
¿Eres – Nadie – También tú?
¡Entonces, somos dos!
¡Calla! ¡Nos echarían – ya lo sabes!
¡Qué pesado – es Ser – Alguien!
¡Cual una Rana – expuesta -
Diciéndole tu nombre - durante todo Junio -
A una admirada Ciénaga!


Entre los exégetas y biógrafos literarios más reconocidos, no hay dudas acerca del carácter enigmático de las circunstancias de producción poética de Emily Dickinson.


De público conocimiento es que, en el reducido espacio del dormitorio de su casa natal, donde voluntariamente se había recluido, la poeta escribió más de 1775 poemas (no sólo inéditos -salvo cinco- durante su vida sino expresamente condenados a la destrucción, por ella misma, una vez que falleciera). 


10 de diciembre de 1830 - Massachusetts, Estados Unidos.
















Tan riguroso fue su auto-enclaustramiento que se dice que, si recibía visitas, se comunicaba con ellas a través de una puerta entrecerrada; el mismo distanciamiento constataban los niños de la localidad, quienes comentaban que les regalaba golosinas enviadas en una canasta que ella manipulaba desde la ventana a través de una cuerda.

También hay coincidencia entre los testimonios acerca de que, a los treinta años, y en pleno inxilio, sustituyó la vestimenta oscura y típicamente puritana por un blanco vestido. Como una sacerdotisa consagrada al templo, el templo de la poesía. Decía Blas de Otero: “Me queda la palabra”.

De estas anécdotas, muchos comentaristas deducen cierta patología que no es posible sostener deportivamente si se considera, en su real dimensión, el proceso por el cual atravesó Emily en su contexto familiar, registrado incluso en declaraciones como: A mi madre no le interesa el pensamiento – y mi padre está demasiado ocupado con sus Legajos”; o sea, la laceración provocada por esa indiferencia seguramente se transformó en llaga ardiente a medida que pasaba el tiempo y hasta pudo haberse plasmado en un acto suicida. Volvamos a leer el poema con que encabezamos esta entrada y aceptemos que las condiciones estaban dadas.

Pero Emily no se autoeliminó. A ella también le quedaba “la palabra”. La capacidad de resiliencia que todo ser humano posee operó por otra vía, de marginación también, sí (contemplada desde un ángulo contemporáneo) o de búsqueda: para comprender ese mundo que no podía tolerar, para comprenderse a sí misma, para ser amada de alguna manera.


ESTA ES MI CARTA AL MUNDO

Esta es mi carta al Mundo
Que nunca Me escribió -
Datos simples que la Naturaleza -
Con suave Majestad me transmitió
Su mensaje ha confiado
A Manos que no veo -
Si La amáis - Buena – gente -
Juzgadme – tiernamente


Los poemas aquí incluidos fueron extraídos de: Hablar de Poesía.com.ar



















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