Violeta Parra:
biografía de una folclorista
Violeta del Carmen
Parra Sandoval, folclorista, artista textil, pintora y bordadora chilena.
Nació al interior de San Carlos en la provincia de Ñuble,
Chile, el 4 de octubre de 1917 y falleció en Santiago el 5 de febrero de 1967.
Su padre era profesor de música y su madre una campesina que
trabajaba como modista y a quien le gustaba cantar y tocar la guitarra.
Formaron una numerosa familia con nueve hijos cuya infancia transcurrió en el
campo.
A los nueve años Violeta Parra comenzó a tocar la guitarra y
a cantar; y a los doce años compuso sus primeras canciones. Sus primeros
estudios los realizó en las ciudades de Lautaro y Chillán. En 1932, se trasladó
a Santiago e ingresó a estudiar a la Escuela Normal, donde formaban a los
profesores. En esa época ya componía boleros, corridos y tonadas, y trabajaba
cantando en algunos lugares.
A partir de 1952, impulsada por su hermano, Nicanor Parra,
recorrió diferentes zonas rurales, investigando, recopilando poesía y cantos
populares chilenos. Se internó en distintos rincones del país con una guitarra
y un magnetófono, para grabar, en los diferentes pueblos las canciones, las que
luego ella interpretaba. Con este trabajo reunió y recuperó alrededor de tres
mil canciones, las que presentó en el libro Cantos folclóricos chilenos y, más
tarde, en el disco Cantos campesinos.
A casi medio siglo de su muerte, Violeta Parra es una
importante recopiladora y su trabajo tanto de folclorista como de cantante,
pintora y bordadora, lo dejó como legado cultural.
Programa de Educación Rural de la División de Administración
General.
Ministerio de Educación de Chile.
Violeta y su guitarra
Prólogo de "Décimas:
Autobiografía en verso"
La gran placenta de la tierra la está pariendo cotidianamente,
como a un niño de material sangriento e irreparable, y el hambre milenaria y
polvorosa de todos los pueblos calibra su vocabulario y su idioma folklórico,
es decir, su estilo, como su destino estético y no a la manera de las
categorías.
Por eso es pueblo y dolor popular, complejo y ecuménico en
su sencillez de subterráneo, porque el pueblo e complejo, sencillo, tremendo e
inmortal, como sus héroes, criado con leche de sangre.
Tiene su arte aquella virtud de salud, que es vital y mortal
simultáneamente, de las honestas, recias, tremendas yerbas medicinales de
Chile, que aroman las colinas o las montañas y las arañan con su olor a sudor
dl mundo del futuro, o de lo remoto antiquísimo, y son como látigos de miel
dialéctica, con hierro adentro, en rebelión contra el yugo.
Yo no defino así ni el volumen ni el tamaño social de su
estilo; no, me refiero a la cualidad que la orienta a ella y su guitarra y aun
la pintura en proverbio o la tonada revolucionaria, a su guitarra y a ella,
porque ella no es una guitarra con mujer, sino una mujer con guitarra.
Por debajo, en el total denominador común humano, su
folklore, no snob, se entronca a la Picaresca española, construida con la
entraña popular, interfiriéndolo; un catolicismo, más pagano que cristiano,
llora, sonríe, brama en el subsuelo; aquel humor feliz de sentirse
desaventurado de coraje dramatiza la guitarra y de tan ingenuo es macabro, como
la gárgola de la Catedral Gótica, como Rabelais o como el Aduanero Henri Julien
Rousseau, o Bosch, el fraile terrible.
Saludo a Violeta, como a una "cantora" americana
de todo lo chileno, chilenísimo y popular, entrañablemente popular, sudado y
ensangrentado y su gran enigma, y como a una heroica mujer chilena.
PABLO DE ROKHA
París, 1 de junio de
1964.
Autobiografía en
verso (fragmento)
Y pa’ cantar a porfía
habrá que ser toca’ora,
arrogante la cantora
para seguir melodía,
galantizar alegría
mientras dure’l contrapunto,
formar un bello conjunto
responder con gran destreza.
Yo veo que mi cabeza
no es capaz par’ este asunto.
Por fin, señores amables,
que me prestáis atención,
me habéis hallado razón
de hacerle quite a este sable;
mas no quiero que s’entable
contra mí algún comentario,
pa’ cominillo en los diarios
sobran muchos condimentos.
No ha de faltarm’ el momento
que aprenda la del canario.
*
Muda, triste y pensativa
ayer me dejó mi hermano
cuando me habló de un fulano
muy famoso en poesía.
Fue grande sorpresa mía
cuando me dijo: Violeta,
ya que conocís la treta
de la vers’á popular,
princípiame a relatar
tus penurias “a lo pueta”.
Válgame Dios, Nicanor,
si tengo tanto trabajo,
que ando de arriba p’abajo
desentierrando folklor.
No sabís cuánto dolor,
miseria y padecimiento
me dan los versos qu’encuentro;
muy pobre está mi bolsillo
y tengo cuatro chiquillos
a quienes darl’ el sustento.
En ratitos que me quedan
entre campo y grabación,
agarro mi guitarrón,
o bien, mi cogot’e yegua;
con ellos me siento en tregua
pa’ reposarme los nervios,
ya que este mundo soberbio
me ha destinado este oficio;
y malhaya el beneficio,
como lo dice el proverbio.
Igual que jardín de flores
se ven los campos sembra’os,
de versos tan delica’os
que son perfeutos primores;
ellos cantan los dolores,
llenos de fe y esperanzas;
algotros piden mudanzas
de nuestros amargos males;
fatal entre los fatales
voy siguiendo estas andanzas.
Por fin, hermano sencillo,
que no comprendís mi caso;
no sabis que un solo lazo
lacea un solo novillo.
Pica’o tengo el colmillo
de andar como el avestruz,
sin conseguir una luz,
ni una sed de agua siquiera.
Mientras tanto, la bandera
no dice ni chuz ni muz.
*
Pero, pensándolo bien,
y haciendo juicio a mi hermano,
tomé la pluma en la mano
y fui llenando el papel.
Luego vine a comprender
que la escritura da calma
a los tormentos del alma,
y en la mía que hay sobrantes;
hoy cantaré lo bastante
pa’ dar el grito de alarma.
Empezaré del comienzo
sin perder ningún detalle,
espero que no me falle
lo que contarles yo pienso;
a lo mejor no convenzo
con mi pobr’ inspiración
escas’ ando de razón,
mi seso está ‘polilla’o,
mi pensamiento nubla’o
con tanta preocupación.
Recularé algunos años
y de lugar mudaré,
así les resaltaré
sin “coilas” y sin engaños;
que se descarguen los daños
en la pobre relatora,
por no valerle hast’ahora
haberse amarra’o a Chile.
Si el canto no le da miles,
válgame Dios, la cantora.
Primero, pido licencia
pa’ “transportar” la guitarra;
después, digo que fue Parra
quien me donó l’existencia.
Si me falta l’elocuencia
para tejer el relato,
me pongo a pensar un rato
afirmando el “tuntuneo”,
a ver si así deletreo
con claridez mi relato.
Tenga calma la compaña
ya viene la despedí’a;
la poca sabiduría
mis ocurrencias empaña.
Siempre la suerte m’engaña
por mucha ilusión que tenga;
que la fuerza me sostenga
si el sacrificio es en vano,
y no me condene, hermano:
no hay mal que por bien no venga.
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Con su hija Isabel |
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De: Cecilia Gandolfo- ilustradora |
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