Donatien Alphonse François- Marqués de Sade 2 de junio de 1740 Militar, filósofo, el más perseguido de los escritores "malditos", por atreverse a desnudar la naturaleza humana en una época de altas hipocresías.
"Algunos me tratan
de loco, y hasta hay médicos que empiezan a relacionar mi nombre con algunas
perversiones -así las llaman- sexuales. Nunca he entendido que haya límites en
el sexo, que el cuerpo humano tenga otras fronteras que su piel y sus huesos.
Limitar el sexo es un pensamiento carcelario, ponerle fronteras al placer es
como intentar poner puertas al campo. El deseo es el motor del universo, el
origen del hombre y su final, y nada podemos contra ello.
Yo también me
dispongo a morir, aunque todavía no quiero, y me arrastro, empujo mi enorme
cuerpo inflado vestido de harapos, y digo y proclamo que yo soy mi destino, que
yo me lo he construido paso a paso, que he amado, leído y escrito sin cesar
hasta hoy mismo, que he investigado porque el hombre es desgraciado, y que en
la búsqueda del placer no me he detenido ante nada ni ante nadie. Y al final
sigo creyendo que el culpable es Dios, mejor dicho, ya que no existe, es esa
idea de un Dios que la desgracia de los hombres les empuja a fabricar. Y repito:
Dios es el único error que no le puedo perdonar al hombre".
Varias veces recluido en prisiones y manicomios por la autoría de sus obras, acaba su vida pública en el hospital siquiátrico de Charenton. En este horrible
lugar permanecerá hasta su muerte, en 1814. Pero antes de que llegase ese
momento, aún tuvo tiempo de realizar una actividad curiosa: organizar
representaciones de teatro con los enfermos del manicomio. M. Coulmier, director
del centro, era un hombre activo que se esforzaba por mejorar las condiciones
de los reclusos tanto como podía. La idea de organizar representaciones le
pareció buena y así, el marqués se encontró llevando a la práctica una de sus
mayores aficiones en uno de los lugares que menos hubiese imaginado. Sin
embargo, la idea tiene éxito y mucha gente viene desde París para contemplar la
nueva "terapia contra la locura". Una de estas personas, un joven
llamado Armand de Rochefort, nos ha dejado un testimonio que nos permite tener
una visión de Sade en sus últimos años y de la que sus contemporáneos tenían de
él. Mientras asistía al espectáculo, tuvo la siguiente visión:
"A mi
izquierda se sentó un anciano de cabeza baja y mirada de fuego. La cabellera
blanca que le coronaba prestaba a su rostro un aire venerable que imponía respeto.
Me habló varias veces con una elocuencia tan calurosa y una inteligencia tan
variada que me inspiró mucha simpatía. Cuando nos levantamos de la mesa,
pregunté a mi vecino de la derecha el nombre de este cordial caballero y me
respondió que era el marqués de S***. Al oírlo me alejé de él con tanto terror
como si me hubiera mordido la serpiente más venenosa. Sabía que este detestable
anciano era el autor de una novela monstruosa en que estaban publicados todos
los delirios del crimen en nombre del amor. Había leído este libro infame, que
me había dejado la misma impresión de repugnancia producida por una ejecución
en la place de Grève, pero ignoraba que un día vería a su creador admitido a la
mesa del director de una institución pública."
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Castillo de los Sade |
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