En el mundo
occidental, la figura de Jesús sigue siendo interpretada en concordancia con la
visión que postulan la diversidad de religiones gestadas al correr de los
tiempos.
La Pascua, que los
cristianos reconocen como la instancia temporal en que se produce la Pasión,
Muerte y Resurrección de Jesús, quizá sea el punto verdaderamente controversial:
no todas las ideologías religiosas admiten que se haya consumado el retorno íntegro
desde el límite final de la vida, aún parcialmente conocido por la ciencia.
Resulta interesante
saber que la etimología de la palabra “pascua” apunta a épocas muy anteriores
al nacimiento de Cristo (pues está vinculada a las fiestas fiestas paganas en
honor de la diosa teutónica de la primavera Easter, a la estancia del pueblo
judío en Egipto, y hasta está reseñada como vocablo acádico, según comentarios
recogidos en varios portales culturales de la web: Sitio al margen, por
ejemplo).
No obstante, nadie
puede rebatir que Jesús existió y que su accionar corresponde al de un ser
entregado a transformar la calidad de la vida humana, individual y social, en
un mundo perversamente injusto.
Recordar su compromiso
no le hace mal a nadie, cualquiera sea su ideología; vivenciarlo, en la medida
de las posibilidades de cada un@, es una de las formas más efectivas de superar
nuestra situación personal y colectiva.
Juan, el Evangelista
del Amor, recoge aquellas palabras de “La
paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe
vuestro corazón ni tenga miedo” (14-27).
Es el desafío que
este Hombre Superior nos ha legado: su paz no es la de los sepulcros; es la de
quien, desde el dolor, nos propone la
lucha siempre conflictiva de la fraternidad, la solidaridad, la comprensión.
Ponernos en el lugar del otr@ nos descentra y altera nuestro aparente
equilibrio. Nos expone a un peligro. Pero sin riesgo no hay crecimiento y eso
lo saben hasta los más acendrados neoliberales. Crisis es sinónimo de salto
cualitativo. ¡Qué sapiencia la de este Jesús! Que “su paz” nos acompañe a
tod@s.
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