miércoles, 30 de julio de 2014

Horizontalidad en la cuna, en la pasión, en el conocimiento y en el féretro, porque todos ignoramos de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Todos aprendemos de todos: un lema inapelable en nuestra Casa.


Por eso, hoy, Eduardo Varela -querido compañero de larga trayectoria en PERRAS NEGRAS, investigador enamorado de culturas originarias (si no son occidentales, mejor)- nos presenta a:

Joumana Haddad
6 de diciembre de 1970- Beirut
Poeta, periodista, traductora (domina siete lenguas),
artista y activista.

Geología del “yo”


Soy el 6 de diciembre de mil novecientos setenta;
soy la hora justo después del mediodía.
Los gritos de mi madre alumbrándome
y sus gritos alumbrándola.
Su útero soltándome para emerger por mí misma,
su sudor alcanzando mi potencialidad.
Soy los ojos de mi familia sobre mí,
las miradas del padre, del abuelo, de las tías.
Soy todas sus perspectivas posibles;
las cortinas corridas, y las paredes detrás de esas,
y soy la que no tiene nombre, ni mano, por lo que viene detrás.
Soy las expectativas sobre mí, los sueños malogrados,
los vacíos suspendidos como amuletos en torno a mi cuello.
Soy el abrigo rojo ceñido, que lloraba al llevarlo,
y todas las constricciones que aún me hacen llorar.
Soy las tablas de multiplicar que aún ahora no domino.
El dos que suma uno, siempre uno.
Y soy la teoría de las líneas curvas, nunca juntas.
Soy mi fe, de niña, en que la Tierra giraba en torno a mi corazón
y mi corazón, en torno a la Luna.
Soy la mentira de Papá Noel,
que aún hoy creo.
Soy la mentira de Dios,
que no creo más.
Soy la astronauta que soñaba ser algún día,
las arrugas de mi abuela que se suicidó;
mi frente apoyada en su regazo ausente.
Soy chantaje, mi vicio inaugural.
Soy guerra
y el cadáver del hombre que los combatientes arrastraron ante mí,
y su pierna intentando seguirlo.
Soy la adolescencia de mi pecho derecho,
la sabiduría del izquierdo,
el poder de ambos bajo una camiseta ajustada
y luego mi conciencia de su poder: el inicio de la caída.
Soy mi aburrimiento rápido, mi primer cigarrillo, mi atrasada obstinación,
las estaciones pasadas.
Y soy la nieta de la niña que fui;
su falta de mi rabia,
mis decepciones, mis triunfos,
mis laberintos, mis mentiras,
mis cicatrices y mis virajes erróneos.


De: http://akantilado.wordpress.com



El retorno de Lilith


Las bestias monteses se encontrarán con los gatos
cervales, y el peludo gritará a su compañero:
Lilith también tendrá allí asiento, y hallará para sí reposo.
Isaías 34:14


Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio.

Yo soy Lilith, la diosa de dos noches que vuelve de su exilio.

Soy Lilith, la mujer destino. Ningún macho escapa a mi suerte y ningún macho quisiera escapar.

Soy las dos lunas Lilith. La negra no está completa sino por la blanca, ya que mi pureza es la chispa del desenfreno y mi abstinencia, el inicio de lo posible. Soy la mujer-paraíso que cayó del paraíso, y soy la caída-paraíso.

Soy la virgen, rostro invisible de la desvergüenza, la madre-amante y la mujer-hombre. La noche, pues soy el día; la costa derecha, pues soy la izquierda; y el Sur, pues soy el Norte.

Soy la mujer festín y los convidados al festín. Me llaman la hechicera alada de la noche, la diosa de la tentación y del deseo. Me han nombrado patrona del placer gratuito y de la masturbación y liberada de la condición de madre para que sea el destino inmortal.

Soy Lilith, la de los blancos senos. Irresistible es mi encanto, pues mis cabellos son negros y largos y de miel son mis ojos. La leyenda cuenta que fui creada de la tierra para ser la primera mujer de Adán, pero no me sometí.

Soy Lilith que retorna del calabozo del olvido blanco, leona del señor y diosa de dos noches. Yo reúno aquello que no puede ser reunido en mi copa y lo bebo ya que soy la sacerdotisa y el templo. Agoto toda embriaguez para que no se piense que me puedo saciar. Me hago el amor y me reproduzco para crear un pueblo de mi linaje, ya que mato a mis amantes para dar paso a los que aún no me han conocido.

Soy Lilith, la mujer selva. No supe de espera deseable, pero sí de leones y de especies puras de monstruos. Fecundo todos mis flancos para fabricar el cuento. Reúno las voces en mis entrañas para que se complete el número de esclavos. Devoro mi cuerpo para que no se me diga famélica y bebo mi agua para nunca sufrir de sed. Mis trenzas son largas para el invierno y mis maletas no tienen cubierta. Nada me satisface ni me sacia y aquí estoy de regreso para ser la reina de los extraviados en el mundo.

Soy la guardiana del pozo y el reencuentro de los opuestos. Los besos sobre mi cuerpo son las heridas de aquellos que trataron. Desde la flauta de los muslos asciende mi canto, y desde mi canto la maldición se expande en agua sobre la tierra.

Soy Lilith, la leona seductora. La mano de cada sirviente, la ventana de cada virgen. El ángel de la caída y de la conciencia del sueño ligero. Hija de Dalila, de María Magdalena y de las siete hadas. No hay antídoto contra mi maldición. Por mi lujuria se elevan las montañas y se abren los ríos. Regreso para penetrar con mis flujos el velo del pudor y para limpiar las heridas de la falta con el aroma del desenfreno.

Desde la flauta de los muslos asciende mi canto
y por mi lujuria se abren los ríos.
¿Cómo podría no haber mareas
cada vez que entre mis labios verticales brilla una sonrisa?
Porque soy la primera y la última
La cortesana virgen
El codiciado temor
La adorada repudiada
Y la velada desnuda,
Porque soy la maldición de lo que antecede,
El pecado desapareció de los desiertos cuando abandoné a Adán.
Él se equivocó por completo, hizo añicos su perfección.
Lo hice descender a tierra, y para él alumbré la flor de la higuera.

Soy Lilith, el secreto de los dedos que insisten. Perforo el sendero, divulgo los sueños, destruyo ciudades de hombres con mi diluvio. No reúno dos de cada especie para mi arca. Más bien los transformo a todos para que el sexo se purifique de toda pureza.

Yo, versículo de la manzana, los libros me han escrito aunque ustedes no me hayan leído. El placer desenfrenado, la esposa rebelde, la realización de la lujuria que conduce a la ruina total. En la locura se entreabre mi vestimenta. Los que me escuchan merecen la muerte y los que no me escuchan morirán de despecho.

No soy remisa ni la yegua dócil,
soy el estremecimiento de la primera tentación.
No soy remisa ni la yegua dócil,
Soy el desvanecimiento del último pesar.

Yo, Lilith, el ángel desvergonzado. La primera yegua de Adán y la corruptora de Satán. El imaginario del sexo reprimido y su más alto grito. Tímida, pues soy la ninfa del volcán; celosa, pues la dulce obsesión del vicio. El primer paraíso no me pudo soportar. Y me arrojaron de él para que siembre la discordia sobre la tierra, para que dirija en los lechos los asuntos de los que a mí se someten.

Soy Lilith, el destino de los conocedores y la diosa de dos noches. La unión del sueño y de la vigilia. Yo, la poeta feto, perdiéndome gané mi vida. Regreso de mi exilio para ser la esposa de los siete días y las cenizas de mañana.

Yo la leona seductora regreso para cubrir de vergüenza a las sumisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y liberar a cada hombre de su Eva.

Yo soy Lilith
Y vuelvo de mi exilio
Para heredar la muerte de la madre que he criado.





Joumana Haddad: «En Líbano sólo sobrevivimos»

Profesión: poeta, traductora, periodista y escritora. Nació: en 1970, en Beirut (Líbano).
Por qué está aquí: acaba de publicar «Yo maté a Sherezade. Confesiones de una mujer árabe furiosa» (Debate).

30 de marzo de 2011. 04:00h Cecilia García.

–¿Por qué está furiosa?
–La furia es un sentimiento contrario a la resignación. Estoy furiosa y harta de los clichés sobre la mujer árabe, que algunos son ciertos, pero están incompletos. Es cierto que hay algunas que se sienten incapaces y son autoindulgentes. Se dicen: «Soy débil, no tengo poder, por lo que no puedo cambiar mi destino», pero hay otras como yo, furiosas, independientes y decididas a cambiar las cosas.

–¿Y no será que, ya sea en el mundo árabe, o en Occidente seguimos esperando a una dócil Sherezade?
–Sí, una mujer exótica, encantadora, que sabe contar historias, sensual, a las que se las trata con condescendencia... Pero, cuidado, también hay mujeres occidentales así.

–Incluso a algunas les gusta serlo. ..
–Sí, aunque saben que es pura sumisión, su vida está en manos de los hombres.

–Usted descubrió la literatura, y en especial la literatura erótica muy pronto...
–Sí, me sentía encadenada por mi país, que vivía una guerra absurda, y una familia que me dio una educación muy estricta. Leer «Lolita» y «Justine» fue como una explosión para mí. Encontré mi identidad más auténtica, me reencontré con mi cuerpo, mi sexualidad y mi independencia.

–¿Está eufórica por las revueltas en el mundo árabe?
–Sí que estoy contenta, y también observo los movimientos con mucha prudencia. Evidentemente, esas dictaduras eran horrorosas, pero no estoy segura de que lo que venga ahora sea mejor, sobre todo, para las mujeres.

–Pero ellas han estado presentes en las revueltas.
–Me temo que muchas han sido utilizadas por los hombres para estar ahí, pero no se han dado cuenta. Por ejemplo, en Egipto, donde las mujeres no están tomando ningún protagonismo en la Transición. No creo que los nuevos regímenes sean más sensibles a los derechos de las mujeres, porque consideran un lujo.

–¿Cómo valora la intervención en Libia?
–Creo que está movida por intereses económicos, no creo que empleen la misma fuerza en Siria o en Yemen, cuyos pueblos viven también en dictadura.

–Al menos, en el Líbano la situación no es tan crítica...
–Hemos vividos muchas pequeñas guerras, pero tengo la ilusión de vivir un día en un Líbano más libre donde no se discrimine a la mujer. En Líbano no vivimos, sobrevivimos.

De: http://www.larazon.es


A Eduardo, el agradecimiento de tod@s, y al/ la lector/a, la sugerencia de recorrer la Web para seguir leyendo a Joumana... Como ella sostiene: "La libertad empieza en la cabeza, y al madurar se expresa en tu discurso, en tu comportamiento"...