viernes, 9 de mayo de 2014

“Cada hombre tiene una misión de verdad. Donde está mi pupila no está otra; lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituibles. Somos necesarios.” - José Ortega y Gasset


9 de mayo de 1883- España

“Yo soy yo y mi circunstancia”

El yo se encuentra en la vida con el mundo, con su mundo. No es cierto que primero nos encontremos a nosotros y después al mundo; nos encontramos a nosotros sólo en la medida en que nos vemos instalados en el mundo, en cuanto que nos ocupamos con las cosas, con las personas, con nuestra circunstancia. Mi yo se va formando en su encuentro con el mundo y a partir de sus reclamaciones. Mundo es lo que hallo frente a mí y en mi derredor, lo que para mí existe y actúa.



La vida es siempre estar en una circunstancia, no se vive en un mundo abstracto e indeterminado; el mundo vital nuestro es siempre nuestro mundo, el de nuestro aquí y ahora, y es a partir de él como debemos actuar y modelar nuestro futuro; este hecho permite precisamente la libertad, la pura indeterminación la haría imposible. La fatalidad en la que se desenvuelve nuestra vida no es tan extrema como para determinar absolutamente la conducta que vamos a seguir: no sentimos que nuestra vida esté prefijada totalmente pues la circunstancia nos permite un cierto margen de posibilidades y, en la misma medida, nos exige decidir, y además sin que nadie lo pueda hacer por nosotros. La vida no nos viene ya hecha, es un constante decidir lo que vamos a ser, las cosas que hacemos, nuestras ocupaciones. No podemos escoger el mundo, la circunstancia básica en la que nos ha tocado vivir; pero, a la vez, esta circunstancia nos ofrece un margen de posibilidades: “vida es la libertad en la fatalidad y la fatalidad en la libertad”. Tenemos que decidir lo que vamos a ser, la vida es “sostenerse en el propio ser”. La vida es un problema que nadie, excepto nosotros, puede resolver. Y este tener que elegir y ser responsables de lo que nos va a pasar no se da sólo en casos extremos, en las situaciones conflictivas o apuradas, se da siempre. Como consecuencia del encontrarse en la vida sin remedio y sin remedio tener que elegir, la vida se presenta siempre como un problema, problema que nadie excepto nosotros puede resolver.

De: Torre de Babel- Portal de Filosofía, Psicología y Humanidades




“Nota a los historiadores del futuro: No lean el New York Times. Lean a los poetas.” - Charles Simic

9 de mayo de 1938 - Belgrado
Poeta. Profesor de Inglés.

Guante perdido


He aquí un guante negro de mujer.
Debe haber significado algo.
Un considerado extraño lo dejó
sobre el buzón rojo de la esquina.

Por tres días el cielo estuvo agitado,
luego, hoy día, cayeron algunos copos de nieve
sobre el guante que alguien,
en el intertanto, había dado vuelta,
de modo que sus dedos podían cerrarse

un poco... sin formar un puño todavía.
Yo, en tanto, esperé, con la noche que venía.
Algo me dijo que no me moviera.
Aquí donde las llamas se alzan de los tarros de basura,
y los sin casa duermen de pie.

(De "Hotel Insomnia", 1992)



Escena callejera


Un muchachito ciego
con un letrero de papel
prendido en su pecho.
Demasiado pequeño para estar fuera
mendigando solo,
pero allí estaba.

Este extraño siglo
con sus matanzas de inocentes,
su vuelo a la luna,
y ahora él aguardándome
en una ciudad extraña,
en una calle donde me perdí.

Al oírme aproximar,
se sacó un juguete de goma
de la boca
como para decir algo,
pero no lo hizo.

Era una cabeza, la cabeza de un muñeco,
muy mordisqueado,
la levantó para que la viera.
Los dos sonrieron con una mueca.

(De "Hotel Insomnia", 1992)



En la Biblioteca


Para Octavio

Hay un libro llamado
"Diccionario de Ángeles".
Nadie lo ha abierto en cincuenta años,
lo sé, porque cuando lo abrí
sus tapas crujieron, las páginas
se derrumbaron. Allí descubrí

que los ángeles habían sido una vez tan numerosos
como especies de moscas.
El cielo al ocaso
Solía estar espeso de ellos.
Había que agitar las manos
para mantenerlos apartados.

Ahora el sol brilla
a través de las altas ventanaaas.
La biblioteca es un lugar apacible.
Ángeles y dioses se apilaban
en libros oscuros no abiertos.
El gran secreto está
en algún estante junto al cual la Srta. Jones
pasa todos los días en sus rondas.

Ella es muy alta, de modo que mantiene
su cabeza inclinada como si escuchara.
Los libros están susurrando.
Yo no oigo nada, pero ella sí.

(De "Gods and Devils", 1990)




La Gran Guerra


Jugábamos a la guerra durante la guerra,
Margaret. Había mucha demanda de soldados de juguete,
aquellos hechos de arcilla.
Los de plomo los habían convertido en balas, supongo.

¡Nunca se vio algo tan bello
como aquellos regimientos de arcilla! Solía tirarme al suelo
por horas mirándolos a los ojos.
Recuerdo que me miraban a su vez maravillados.

Cuán extraño deben haberme sentido
parados tiesos en atención
ante una enorme e incomprensible criatura
con un bigote de leche.

Con el tiempo se quebraron o yo los quebré a propósito.
Había alambre en el interior de sus piernas,
dentro de sus pechos, ¡pero nada en las cabezas!
Margaret, me aseguré.

Nada, ninguna cosa en las cabezas...
Sólo un brazo, de vez en cuando, el brazo de un oficial,
enarbolando un sable en una grieta
del suelo de la cocina de mi abuela sorda.

(De "Gods and Devils", 1990)





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