domingo, 23 de febrero de 2014

“Leer es pensar con el cerebro ajeno en lugar de hacerlo con el propio” - Arthur Schopenhauer


22 de febrero de 1788 - Danzig
Filósofo y profesor.


El mundo es mi representación.
Todo lo que existe para el conocimiento, es decir el mundo entero, es objeto en relación al sujeto, es percepción de quién percibe; es decir: representación

El mundo como representación tiene dos mitades esenciales:
OBJETO: sus formas son el espacio y el tiempo.
SUJETO: no se encuentra colocado en el tiempo ni en el espacio, pues existe indivisiblemente en todo ser que percibe. Como desaparezca este ser, el mundo, como representación, deja de existir.

Aquello que lo conoce todo y que de nadie es conocido, es el sujeto.
Todo cuanto existe sólo existe para el sujeto. Cada hombre es sujeto en cuanto conoce y no en cuanto objeto de conocimiento.
Todos los objetos de la percepción están incluidos en las formas de todo conocimiento, es decir, en el tiempo y el espacio, pero el sujeto no está comprendido en tales formas. No le conocemos nunca, y es él quien conoce donde quiera que hay conocimiento.
Ambas mitades son inseparables, existen y desaparecen conjuntamente

La diferencia principal entre nuestras representaciones es la de lo intuitivo y lo abstracto. Lo abstracto se constituye por conceptos (propiedad exclusiva del hombre). La representación intuitiva incluye al conjunto de la experiencia con las condiciones que la hacen posible.

El mundo como representación está sometido al principio de razón, bajo la forma del tiempo.

El sujeto que conoce, conoce a su cuerpo de dos maneras distintas: primero como representación intuitiva, como objeto sometido a leyes; y luego, como algo conocido directamente de cada uno y designado con el nombre de voluntad
Todo acto real de voluntad es un movimiento de su cuerpo. Así, el acto de volición y la acción del cuerpo son la misma cosa.

La voluntad es el conocimiento a priori del cuerpo, y el cuerpo el conocimiento a posteriori de la voluntad. Querer y obrar están separados en la reflexión, en la realidad son lo mismo.

El arte es la contemplación de las cosas independientemente del principio de razón, en oposición a aquella otra contemplación que se haya sometida a este principio y que es la de la experiencia y las ciencias.
Esta contemplación es racional, única que tiene autoridad y que es útil en la vida práctica y en las ciencias. La que hace abstracción de la razón es la del genio, única que tiene autoridad y es útil en el arte.

El genio consiste en la facultad de mantenerse en la región de la intuición pura y de separar el conocimiento de la voluntad.
Para que el genio se revele en el individuo debe poseer éste una fuerza intelectual superior a la que exige el servicio de la voluntad individual. Este excedente que permanece libre es lo que viene a constituir el sujeto emancipado de la voluntad.


De: http://prezi.com


Para Schopenhauer nuestro mundo está hecho del mismo material que el de los sueños, el "Velo de maya" de los hindúes. Sólo existe una fuerza cósmica: la voluntad; que tanto hace nacer estrellas como crecer las plantas o generar y liquidar nuevos seres humanos sin cesar. Éstos se ven atrapados en una dolorosa paradoja: no pueden resistirse al impulso de la voluntad ciega e irracional de su propia naturaleza que muchas veces les acarrea el sufrimiento, y a la vez aspiran a estar libres de él. Sólo hay dos formas al parecer de liberarnos o de al menos reducir este sufrimiento. La primera es con la muerte, pero esto es algo de carácter completamente ilusorio y engañoso. Un trance en el que la naturaleza, una vez acabada su función en nosotros, pondrá otro nuevo individuo en nuestro lugar para continuar su tarea sin fin, y el sufrimiento no terminará, haciendo que actos como el del suicidio sean totalmente inútiles. La segunda es la tarea que llevan a cabo místicos y ascetas, que mediante la aniquilación de su voluntad y su victoria sobre la naturaleza consiguen rasgar el velo de maya, ver "más allá". Ésta es la única salida y victoria posible.

A pesar de que muchos autores afirman que la ética es la base del sistema de Schopenhauer, lo cierto es que es su metafísica la piedra angular del mismo. Schopenhauer afirma descubrir la cosa en sí, que no es otra que la voluntad. A partir de ahí toda su ética impele al conocimiento y renunciación de la misma. Ni la época ni quizás la personalidad del propio autor habrían hecho posible que Schopenhauer llevara él mismo a la práctica lo que decía. Por eso se distancia diferenciando la labor del filósofo de la del asceta o místico. Al primero sólo le es posible a lo sumo aspirar a cierta tranquilidad ante el mundo gracias a su conocimiento, pero sólo al asceta o al místico le está reservada la victoria sobre él, la visión de la cosa en sí. Sólo ellos rasgan el Velo de Maya. Schopenhauer encontró pues especial inpiración allí donde esta lucha contra el sueño de la realidad aún pervive con plena vigencia; en Oriente, y concretamente en la India. Pronto se convirtió en ávido lector de todo lo referente a la cultura de esas latitudes.

La admiración de Schopenhauer por todas las formas de ascetismo y misticismo es enormemente fuerte. En cierta forma, su filosofía es la antesala de la mística, como él mismo a veces se da cuenta. Sin embargo, con la misma fuerza con la que admira a místicos y ascetas rechaza las religiones sistematizadas socialmente, a las que llama "metafísica para el pueblo". Es esta misma consideración por las religiones en estado puro la que le lleva a citar varias veces textos hindúes, budistas y cristianos así como a rechazar al mismo tiempo catolicismo, protestantismo, judaísmo, Islam, y cualquier otro tipo de religión "social". Para Schopenhauer la conquista del mundo incluso nunca fue el objetivo de la religión cristiana, sino que el cristianismo no acabó de triunfar ante los antiguos dogmas judíos "este objetivo determinante no es, ni tan siquiera una vez, el auténtico cristianismo del Nuevo Testamento, ni tampoco su espíritu, puesto que es para ellos demasiado elevado, demasiado etéreo, demasiado excéntrico, excesivamente no de este mundo y, por tanto, demasiado pesimista, completamente inapropiado para la apoteosis del Estado, sino que se trata simplemente del judaísmo, la doctrina de que el mundo ha recibido su existencia de un ser personal y muy superior, algo que, por tanto, es también el más encantador y en donde todas los cosas son hermosísimas."

Alrededor de Schopenhauer se organizó en el mundo académico un complot de silencio contra el cual reaccionó con furia, acusando al ambiente académico de estar bajo el control e influencia del clero. Este silencio perdura en buena medida hasta nuestros días. En su tiempo, las críticas mordaces con las que se empleó el autor en sus obras son todo un estímulo para la lectura. Tremendamente individualista, fue muy difícil para sus contemporáneos encasillarlo en escuela alguna. Con posterioridad los ataques sobre él han ido centrados en sus diversos comentarios sobre los más diversos colectivos. Pero esto en realidad es anecdótico cuando se profundiza en la personalidad del autor. Tanto arranca encendidamente a favor de la abolición de la esclavitud, como cuestiona la inteligencia de las mujeres. Arrasa con todos los tópicos sobre las bondades de los pueblos europeos y afirma que prefiere la compañía de su perro a la de los humanos, o también cita antes de morir que le da vergüenza ser alemán. (...)


Su obra en la posteridad
Pensador difícil de meter en cualquier corriente, se le ha usado tanto para decir que inspiró a marxistas y a nacionalsocialistas, a ateos y a espiritistas. En realidad muchos autores decisivos leyeron a Schopenhauer, pero éste no puede ser acusado de ser germen de ninguna de estas cosas, y su oposición al sometimiento del individuo al estado es bien patente en muchos párrafos de su obra. Su frontal rechazo a las ideas de Hegel, que según él estaban estropeando Alemania y que a la postre alimentarían tanto a nazismo como a marxismo de manera fundamental, es la mejor demostración de ello. "Con ello no sólo se convierte la filosofía académica en una escuela del filisteísmo más vulgar, sino que al final se llega como Hegel, a la indignante doctrina de que el destino del ser humano se agota en el Estado -algo así como el de las abejas en la colmena-. Y así se desvía por completo la atención del fin más sublime de nuestra existencia."

Su genialidad y brillantez, su sentido del humor, y el desarrollo de la metafísica más potente que nunca se halla gestado en occidente han proporcionado a Schopenhauer adhesiones de las mentes contemporáneas más brillantes. Desde Freud, del que se ha demostrado se inspiró en sus ideas, a Nietzsche, más sincero y quien le dedicó un libro entero ("Schopenhauer educador") . También Einstein afirmó que después de haber leído a Schopenhauer su concepción de la muerte había cambiado radicalmente, Wittgenstein, Kierkeegard, y una larga lista de autores no escapan a la influencia de "El mundo como voluntad y representación", la principal obra de Schopenhauer y eje de todo su sistema.

Gran amante de todo lo hispano, utiliza nuestro refranero a menudo, y era gran lector de Calderón y Baltasar Gracián, del cual se inspiró en su "Oráculo" para realizar parte de sus "Parerga" y a los que cita muy frecuentemente. La obra de Schopenhauer encuentra correspondencia también en una de las generaciones literarias españolas más brillantes de la historia, la de principios de siglo, y en especial en Baroja y Unamuno. Actualmente, el impulso de su pensamiento se viene manifestando desde hace décadas en todo tipo de manifestaciones artísticas y de pensamiento. Con Schopenhauer encontramos tempranamente, todos los intereses especulativos que habrán de ser luego generales en el siglo XX, desde el psicoanálisis hasta el interés por lo esotérico y por las culturas orientales, la ciencia, la sicología, e incluso la sensibilidad de la música más actual. Es por muchos considerado el padre de este siglo, y sin embargo sigue pesando sobre él un silencio cada vez más evidente.


De: Arthur Schopenhauer WEB












“¡Esa gota de luna sobre la hierba!”- Jules Renard










Jules Renard es reconocido por algunos escritores y críticos -Jorge Luis Borges entre ellos- como el creador de las greguerías: textos muy breves (como el que ilustra el título de esta entrada) en los que se condensa una mirada oblicua sobre la realidad, ya que son producidas a partir de asociaciones no lógicas, libres. En cambio, Ramón Gómez de la Serna, productor a granel de greguerías, no acompaña esa postulación y hasta la descalifica.

22 de febrero de 1864 -Francia
Escritor y crítico literario.



El trabajo piensa, la pereza sueña.

El estilo es el olvido de todos los estilos.

El crítico es un botánico; yo soy un jardinero.

Es preciso que el hombre libre se tome a veces la libertad de ser esclavo.

Pensar es buscar claros en un bosque.

¡Que la mano que escribe ignore siempre al ojo que lee!

No somos felices; nuestra felicidad es el silencio de la desgracia.

¡Sé modesto! Es la clase de orgullo que desagrada menos.

Sus ojos duermen como dos pájaros.

De nada sirve morir: hay que morir a tiempo.

La palabra es la excusa del pensamiento.

El miedo es una bruma de sensaciones.

La prudencia sólo es una cualidad: no hay que hacer de ella una virtud.

La luna nos mira con su monóculo.

¡Qué tranquilo! Oigo todos mis pensamientos.

Amo la soledad, incluso cuando estoy solo.

El ensueño es el claro de luna del pensamiento.

El ideal: un sueño preciso.

No hay que decir toda la verdad, pero hay que decir sólo la verdad.

Mi imaginación es mi memoria.

Poeta, no busques otra cosa: has sido creado y puesto en el mundo para ser la conciencia de todo aquello que no la tiene.

El pájaro, ese fruto nómada del árbol.

El pájaro enjaulado no sabe que no sabe volar.

Escribir es casi siempre mentir.

Queremos vida en el teatro y teatro en la vida.

Un poco de odio purga la bondad.

La noche: el día que se vuelve ciego.

Pereza: costumbre de descansar antes de cansarse.

El horror que tengo por la mentira ha matado mi imaginación.

Envidioso por momentos, nunca tuve paciencia para ser ambicioso.

Todo cansa, salvo los sueños, que son la vida inmaterial.

Ensoñación: el pensamiento que se nutre de nada.

Hay que vivir para escribir y no escribir para vivir.


En Poesía, Por Ejemplo, nº 9 (1998).


De: http://lasesquinasdeldia.blogspot.com




El sapo


Nació en una piedra. Vive debajo. Y bajo ella cavará su tumba.
Lo visito con frecuencia. Y cada vez que levanto su piedra tengo miedo de encontrarlo y miedo de que ya no esté.
Está.
Allí escondido en su yacija. Seca, limpia, estrecha y a su gusto. La ocupa plenamente, hinchado como una bolsa de avaro.
Si la lluvia lo hace salir, viene y se coloca delante de mí. Unos cuantos saltos pesados. Luego se detiene sobre sus muslos y me mira con ojos enrojecidos. Si el mundo injusto lo trata como a leproso, yo no temo ponerme en cuclillas frente a él, y aproximo al suyo un rostro de hombre.
¡Para acariciarte, sapo, sólo me hace falta vencer el último escrúpulo asqueroso!
Cosas peores hay que tragarse en la vida.
Pero ayer me faltó el tacto. Sus verrugas habían estallado y el sapo fermentaba y sudaba. Le dije:
-Pobre amigo, no quiero ofender. Sin embargo, ¡válgame Dios! Eres feo.
Abrió con cálido aliento la boca pueril y desdentada, y me respondió con un ligero acento inglés:
-¿Y tú?


De: http://isaiaspenag.blogspot.com