domingo, 2 de febrero de 2014

Postmodernidad: todo lo privado se convierte en público y todo se mercantiliza.








Dólares y euros a granel han corrido por diversas subastas del mundo en pos de los sobres arrugados, las hojas amarillentas, la tinta abrevada por el Tiempo. Porque estos sobres, estas hojas y estas tintas conservan sin duda las huellas pequeñas, desleídas, azotadas, de unas manos desesperadas por aferrarse al amor por unos segundos siquiera; quizás la ambición hasta haya pensado en someterlos a algún análisis del CSI  para asegurarse la propiedad. Pero no podrán, no podrán nunca esos mercaderes apropiarse del alma de esas palabras: como gorriones-hijos que fueron, volaron hacia cada "tú" apenas estuvo dispuesto, y allí se quedaron: piando en los alféizares de tantas ventanas.

Porque siempre estuviste sola
y erraste
y te levantaste
y erraste
y seguiste
hasta el fin
con tu solo amor
buscando
con tu solo amor
dando
con tu solo amor
amando,
mi profundo respeto,
inolvidable
Edith Piaf.