viernes, 2 de agosto de 2013

Bajo la Serpiente de los Huesos Blancos -7-





Antiguo invierno
 

Deseo de tus manos claras
en la penumbra de la llama:
sabían a roble ya rosas,
a muerte. Antiguo invierno.



Buscaban el mijo los pájaros
y enseguida eran de nieve;
e igual las palabras.
Un poco de sol, un estrellón de ángel,
y luego la niebla; y los árboles,
y nosotros hechos de aire en la mañana.



Salvatore Quasimodo


Cees Nooteboom sostiene: "El recuerdo es como un perro que se echa donde le apetece"


31 de julio de 1933 - La Haya


Cebo


La poesía nunca puede hablar de mí,
ni yo de la poesía.
Yo estoy solo, el poema está solo,
y el resto es de los gusanos.
Me detuve en las calles donde viven las palabras,
libros, cartas, informes,
y esperé.
Siempre supe esperar.
Las palabras, con sus formas claras u oscuras,
me volvieron más oscuro o más claro.
Los poemas me alcanzaron
y se reconocieron como objetos.
Yo pude verlo y verme.
No tiene fin esta adicción.
Escuadrones de poemas están buscando sus poetas.
Vagan sin mando por el amplio
territorio de las palabras
y aguardan el cebo de su perfecta,
hermética, condensada, acabada
e irreductible
forma.

De: artesanosliterarios.blogspot.com





La primera foto de Dios

  
Así era yo después del primer día.
Yo solo con mis piedras de piedra,
yo solo con mis cielos de cielo.

Ese era el día en que aún era feliz,
la tierra aún vacía y yerma.
Sólo después creé los árboles,
los animales, el ejército y a ese fotógrafo.

A menudo añoro el día
en el que lo creé, el primero de todos.
Él y yo, juntos en mi creación,
yo con mi americana violeta entre mis cielos de cielo,
él con sus ojos como un espejo
sobre mis piedras de piedra,


y nada más.


"Dios suena como una respuesta, y eso es lo más nocivo de esa palabra: que se use tan a menudo como una respuesta. Él tendría que ponerse un nombre que sonase a pregunta."
Rituales


“Alguien en un camino en el campo, una figura inmóvil, envuelta en su sombra. Solo después esta serie: un niño, un perro, un cura, tres ancianas. Era incapaz de hacer algo con aquello. Fue a sentarse a una piedra; podría decirse que sopesaba la tarde. Oscureció lentamente, oyó los guijarros del riachuelo, rodando suavemente unos encima de otros, un imperceptible deslizarse y chocar, el sonido que también harían si él no estuviera allí. “Así se pulen”, pensó. Y sintió sus formas redondas en la palma de la mano. Luego, cuando ya colgaba la niebla sobre el agua, la noche se convirtió en búho. Se estremeció con el grito que hizo insoportable el silencio.”















Cees Nooteboom, filósofo

El poeta, narrador y viajero Cees Nooteboom es uno de los mejores analistas del amor dentro de la literatura actual. Prácticamente todas sus obras de ficción abordan este enigma, y en algunas de ellas se repite una perspectiva platónica: "El amor está en el que ama, no en aquel que es amado". De esta comprobación surge el matiz consolador del amor en todas sus novelas, su carácter apotropaico (y por cierto que Mircea Eliade encuentra una misma función apotropaica en el mito y Hans Blumenberg en los primeros relatos al calor del fuego en el tiempo de las cavernas). El amor es el gran consuelo del hombre, viene a decirnos (y a mostrarnos) Cees Nooteboom. La perspectiva novedosa del autor holandés es que hasta cuando se halla desnivelado, o incluso no correspondido, también tiene efectos benéficos, ya que amar implica siempre una elevación de la vida, y en ocasiones es su curación.

Como Platón, Nooteboom relaciona a Eros con un ser intermedio, ni divino ni humano, que los griegos llamaban démon, y los occidentales ángel. En ambos casos son seres mestizos, en la versión platónica un fruto de la Pobreza y el Recurso. El enamorado siente brotar las alas de la productividad y la salud, aunque también la carencia y el desaliento: se siente vivir.

En Perdido el paraíso (2006), su última novela hasta la fecha, Nooteboom narra dos historias de amor no-desgraciado: la de Alma, una joven brasileña violada en su país y que logra curarse de la herida en Australia gracias a las atenciones distantes de un aborigen, y la de Erik Zondag, el obligado alter-ego del autor, ese viajero transterrado con múltiples fisonomías en sus novelas, que en esta ocasión siente la presencia del ángel erótico en un juego (de inspiración real) situado en la ciudad australiana de Perth, donde Alma representa una estatua viviente que debe ser descubierta por los asistentes a un congreso de literatura. No es importante que Alma sea abandonada por el insondable aborigen, o que Erik apenas pueda entrever las puertas del soñado paraíso en la bacanal de ángeles el último día del congreso, perdidamente enamorado del símbolo más que de la propia chica brasileña. Lo que perseguían ambos seres sufrientes lo consiguen en uno y otro caso, pues renacen a la vida con sus propios medios, ayudados desde fuera con el aleteo de alguien que a su vez sentirá ese renacer por otro u otros. La productividad no es posible sin un vacío previo, y la mayor poiesis es la vida propia.

De: erizosdefilosofia.blogspot.com





























-¿Y qué lugar les quedó a los artistas y a los intelectuales?
-Siempre pensé en las palabras del poeta estadounidense Robert Lowell después de haber sido invitado a la Casa Blanca por Kennedy: "Sólo nos usaron como decoración para la vidriera". Eso es lo que hicieron y hacen los políticos. Si no, fíjese cuál es el presupuesto para cultura en la mayoría de los países de Europa. Y en la actualidad, claro, la única cuestión real parece ser el dinero.
De: Globedia.com