domingo, 14 de abril de 2013

Escenas íntimas






Trapecistas
Luciano González - escultor español
www.lucianogonzalez.com

¿En el córtex o en el temporal? 
¡Qué importa, da lo mismo!Una gotita se balancea  -“se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados” -  decía el lírico Cortázar...

y se balancea y roza a otra (sigue mi silencio diciendo)

y esa otra a la otra, y así,  hasta que toda se ilumina

la penumbra cálida de tu voz,

tu voz, ondulada de emoción, espiralada,

(como el cable de aquel teléfono que también de pronto 
se murió)

tu voz , llamándome insegura,

tu voz, segura ya de no suicidarse nunca,

de no ser asesinada nunca, tu voz,

prendida mano de agua
arriesgada al trapecio del recuerdo.

Carbonilla




Un lugar para el deseo


Afuera,
de este lado,
acá,
de este lado de acá,
otra vez.



Sus  párpados no cierra
aquel mundo de adentro.
No quieren borrarse  las líneas,
los cuerpos
                  se arrastran, se yerguen,
                            se trenzan
                         hermosamente
                            se trenzan.



Y estoy afuera tan sola
que cuando voy a tu lado
querría ser
                  sin memoria,
                                       ignorar 
tu partida, tu desvío,
tu boca
                    para la risa
                    inmóvil.



Y sin embargo
                        esa grieta
                        me salva,
                                        me salva
                                        tu tajo  
que sangra sedada sonrisa,
                                        tu mueca 
que olvida recuerdos crispados
                                        me salva...
del deseo acechante de quedarme contigo,
                                                                                         allá...

... Del lado de allá,
quizás
podría salvarme.
                      
Carbonilla


El hombre roto
Charlotte Yazbek-
escultora mejicana
EL PARQUE DE LAS ESCULTURAS
en Comunicación y sociedad.blogspot.com

Tristeza

   Nadie la ve.
   Pero está.
   Anillada.
   Simula enhiesto mi talle.

   Nadie la oye.
   Apenas si quiero saber que respira.
   Pero respira. Profundo.
   Túneles como branquias mis oídos.

   Para que la conozcan
   se ha subido (¡ asoma¡)
   a mis ojos.
   Y se lanza al espacio.

   Abiertas sus alas.
   Sólo de noche.
   Es mi tristeza.

 Carbonilla

Antonio Cánova (1757-1822)

Virginia Brindis de Salas (1908-1958)


Periodista, activista étnica y escritora, elogiada por Gabriela Mistral, reconocida en varias Universidades extranjeras y la primera en publicar obras en el Cono Sur: “Pregón de Marimorena” y “Cien Cárceles de Amor”.

¿La primera? Sí, la primera mujer negra que logró escalar el alto muro del ninguneo típico del Uruguay. Porque, además de afrodescendiente y uruguaya, fue poetisa, tres condiciones aún indispensables para lograr la invisibilidad.

¿La conocen? Nosotros no y nos causa profunda tristeza esta ignorancia.

Recientemente supimos que en 2012, el Correo Uruguayo lanzó la serie de Personalidades Afrouruguayas, al frente de la cual la ubicó.
Hace pocos días, la periodista Isabel Oronoz -otra valiosa mujer intelectual negra- presentó el libro “Rompiendo Silencios” en el que expone su investigación acerca de la escritora.

Es deseo intenso de este Centro de Formación Humanística que estas acciones vayan generando hondas actitudes de madurez en nuestra población, porque nuestra identidad es polícroma. El Mejor de los Orientales, de ojos celestes, no era mudo: algunas veces hablaba con palabras, y otras, con actos. Su hijo Manuel el Caciquillo era charrúa, y Ansina, negro como el betún.

Que Virginia Brindis de Salas sea reivindicada con el mejor de los tributos que se puede rendir al poeta: la lectura de su obra. También lo prometemos.

Invitamos también a ingresar a www.acsunururuguaynegro.blogspot.com